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Francisco Ortiz Pinchetti

21/07/2023 - 12:04 am

Kryptonita Gálvez

“Hay insensatos que hasta le llaman Kryptonita Gálvez a esa ingeniera neoliberal disfrazada de indígena”.

La Senadora Xóchitl Gálvez.
“La irrupción inesperada de doña Xóchitl trastoca definitivamente su Plan “A”. Foto: Graciela López Herrera, Cuartoscuro

Ya bastante congoja tenía el pobre Andrés Manuel con el dilema de escoger a quien pudiera ser la mejor opción para poner en sus manos la epopéyica tarea de continuar y culminar la llamada Cuarta Transformación de México, cuando inopinadamente se le apareció el diablo. Literalmente. Fue tal su espanto que de pronto hasta se olvidó de sus descoloridas corcholatas para dedicarse en cuerpo y alma a disipar al espectro que vino a alterar totalmente sus planes electorales.

Le cambió totalmente el tablero.

Y hay todavía quienes, lejos de conmoverse ante su angustia, lo acusan de violar la Ley al inmiscuirse descaradamente en la contienda electoral que apenas empieza y al divulgar información confidencial preservada a la autoridad fiscal. No entienden que su única preocupación, ya lo dijo, es advertir a su querido pueblo de la caterva de rufianes que le acecha, con la intención malévola de volver al poder para dedicarse de nuevo a lo único que sabe hacer: robar.

Es claro que su talante de hombre probo, preocupado de día y de noche por el bienestar de los pobres, así suene a contrasentido, se ve directamente afectado por la posibilidad siquiera que de una mujer ajena a su corral y por supuesto movida como títere por los potentados representantes del conservadurismo, encabezados por el Señor X, se convierta en la primera Presidenta de México.

También, que la irrupción inesperada de doña Xóchitl trastoca definitivamente su Plan “A”, consistente en consumar el democrático dedazo a favor de su incondicional compañera de causa Claudia Sheinbaum Pardo, a quien algunos despistados nomás no conciben enfrentada en campaña con la inminente candidata opositora. “La haría polvo”, vaticinan irresponsables.

Optar por el Plan “B” está más complicado que ganarle una partida de ajedrez al campeón mundial Magnus Carlsen, un noruego capaz de jugar simultáneas con diez rivales y despacharlos a todos en 22 minutos. Marcelo sería en efecto un candidato mucho más sólido y atractivo, pero tiene el defecto de tener su propio proyecto. No le garantiza al patrón, como Claudia, la lealtad ciega y absoluta… ni la impunidad. De pronto ¡hasta se puede mandar solo!, ¿se imaginan? Del Plan “C” mejor ya no hablamos paisano.

Ya hay insensatos que hasta le llaman Kryptonita Gálvez a esa ingeniera neoliberal disfrazada de indígena, por los efectos que su pura presencia están ya provocando en nuestro Supermán de Macuspana.

¡Vaya ocurrencia!

Y que se burlan, además, de que a pesar de su inmediata reacción defensiva y la andanada de proyectiles de todo calibre que ha lanzado en 14 días consecutivos contra la intrusa con huipil que osa disputarle el poder omnímodo que detenta y que busca seguir detentando, sus esfuerzos, acusaciones, insultos y difamaciones parecen tener un extraño efecto contraproducente que se refleja ya en las primeras encuestas, que por primera vez incluyen a la senadora hidalguense entre los aspirantes a ocupar el despacho oloroso a muebles de caoba de Palacio Nacional.

La irritación que esos sondeos causaron al Mandatario no tiene precedente, lo que ya es mucho decir. Montó en cólera, como suele decirse. Perdió los estribos. Dedicó 20 minutos de su homilía matutina a denostar, insultar y descalificar nuevamente al periodista que tuvo la ocurrencia de dar a conocer los resultados de las mediciones de opinión realizadas por encuestadoras serias y reconocidas, como la empresa México Elige y el periódico El Financiero.

“Qué sigue, Presidente”, preguntó Ciro Gómez Leyva al Mandatario luego de soportar la andanada de diatribas en su contra. “¿Un segundo atentado?”, completó el periodista que hace ya casi ocho meses, el 15 de diciembre pasado, fue víctima de una no aclarada agresión a balazos perpetrada abiertamente por sicarios que pretendían acabar con su vida.

Con todo, pienso que son injustas las críticas contra el tabasqueño, provenientes por supuesto de quienes quisieran que regresaran los tiempos del chayote y las prebendas y se alquilan al servicio de los enemigos de los pobres de este país. Se le mide con un rasero equivocado, pues no se puede juzgar con leyes mundanas, humanas, a alguien que se lleva de piquete de ombligo con los dioses.

No parece haberles caído el veinte de que a un ser que está llamado a ocupar un lugar entre los próceres de este país sólo se le puede equiparar con un Hidalgo, un Morelos, un Juárez, un Madero, un Lázaro Cárdenas, que tales son los personajes incluidos en el logotipo emblemático de su gobierno que seguramente será modificado a partir de 20024 para agregar un sexto busto, carajo.

Por eso se atreven, irreverentes, a jugar con esa tontería de la kryptonita, como si de veras pudiera haber alguien en el planeta Tierra capaz de disminuir sus poderes omnímodos, inconmensurables, inasibles.

Aseguran, –¡se atreven!–, que la ex vendedora de gelatinas posee una fuerza espiritual tan extraña como descomunal y que ante su autenticidad se pone en evidencia la farsa que encarna quien se ostenta como un Mesías, el redentor justiciero que postula la doctrina del primero los pobres.

Juro que eso es más falso que una promesa de diputado. Es absurdo, estúpido: la kryptonita, quiero que lo sepan esos insensatos, es un “material ficticio” (sic, Wikipedia) que sólo existe en las historietas del Hombre de Acero. En los monitos. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

ALARMA. Eso no lo reportó el INEGI en los resultados de su reciente encuesta, pero donde aumentó drásticamente la percepción de inseguridad no fue en Reynosa, ni en Fresnillo ni en Ciudad Obregón, sino ¡en Palacio Nacional!

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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