The Economist: México tiene una “democracia defectuosa”; bajó cuatro lugares de 2014 a 2015

22/01/2016 - 7:00 pm

El Índice de Democracia de la revista inglesa advierte que un detonador de descontento en la región ha sido el desempeño económico lento. “En el pasado, los latinoamericanos han tolerado niveles más bajos de democracia a cambio de progreso económico. Donde esta compensación ya no es posible, las actitudes públicas hacia los líderes políticos serán cada vez más hostiles”.

México reprueba en participación política (4.4) mientras que el funcionamiento del gobierno obtiene un raquítico 6.1 de calificación. Foto: Cuartoscuro
México reprueba en participación política (4.4) mientras que el funcionamiento del gobierno obtiene un raquítico 6.1 de calificación. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 22 de enero (SinEmbargo).– México cayó de un año a otro (de 2014 a 2015) en el Índice de Democracia que realiza la Unidad de Inteligencia de The Economist. En 2014 estaba en el lugar 10 de 24 países de América Latina; bajó al lugar 14.

La calificación general del país es apenas aprobatoria: 6.6, dice The Economist. En lo particular, reprueba en participación política (4.4) mientras que el funcionamiento del gobierno obtiene un raquítico 6.1 de calificación.

México es considerado, además, como una “democracia defectuosa” por este mismo instrumento que mide cinco categorías: procesos electorales y pluralismo; libertades civiles; el funcionamiento del gobierno; participación política y cultura política.

“La era temible en la que vivimos no es propicia para la defensa de los principios democráticos o para extender el alcance de la democracia a todo el mundo. La última edición del Índice de Democracia refleja la situación en 2015, un año en el que la democracia se puso a prueba en la cara de la guerra, el terrorismo, la migración masiva y otras crisis. Y, en algunos casos, sufrió serios reveses. En nuestra era de la ansiedad, la primera víctima del miedo y la inseguridad es, a menudo, la libertad. América Latina no es inmune a esta tendencia mundial”, dice el comunicado de la Unidad de Inteligencia de The Economist.

El Índice de Democracia proporciona una instantánea del estado de la democracia en todo el mundo en 2015, dice el reporte. “De los países del mundo, la mitad pueden ser considerados democracias, pero, en nuestro índice, el número de ‘democracias plenas’ es bajo, [se reduce] a sólo 20 países; 59 países están clasificados como ‘democracias imperfectas’. De los 88 países restantes en nuestro índice, 51 son ‘autoritarios’ y 37 se consideran ‘regímenes híbridos’”.

De acuerdo con The Economist, la puntuación promedio regional para América Latina se mantuvo prácticamente sin cambios en 2015 en comparación con 2014, y el mejor y peor desempeño de la región se mantuvo en las mismas posiciones.

“Sin embargo, un deterioro moderado en la puntuación de Costa Rica dio lugar a su descenso de categoría a una ‘democracia defectuosa’, dejando a Uruguay como la única ‘democracia plena’ de la región. Cinco de los seis países que se alzaban en el ranking regional provenían de América Central y el Caribe (con la excepción de Argentina), mientras que sólo tres países, Ecuador, Brasil y México, se deslizaron hacia abajo en la clasificación”.

La consolidación de la democracia en América Latina, dice la nota de prensa de la presentación del Índice, “sigue siendo obstaculizada por la incapacidad de la región para que coincidan los extraordinarios avances en la democracia electoral realizados en décadas anteriores con las mejoras correspondientes en su eficacia política y la cultura política”.

“Esto, a su vez, ha alimentado el descontento popular, sobre todo en aquellos países en donde los grandes escándalos de corrupción han salido a la luz (más dramáticamente este año en Guatemala y Brasil). Otro detonador de descontento ha sido el desempeño económico lento de la región. En el pasado, los latinoamericanos han tolerado niveles más bajos de democracia a cambio de progreso económico. Donde esta compensación ya no es posible, las actitudes públicas hacia los líderes políticos serán cada vez más hostiles”.

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