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Tomás Calvillo Unna

24/06/2020 - 12:05 am

La Escritora

Eurídice Coronado Lucio podría seguir construyendo sus metáforas en estos días, ¿quiénes irán a festejar los goles de sus equipos favoritos?, ¿quiénes nos pueden asegurar que México es inmune a una guerra civil?

Las ventanas tan necesarias. Pintura de Tomás Calvillo Unna.

Para El Rinoceronte Enamorado:
Jesús Coronado, Angustias Lucio Blanco,
Edén Coronado, Caín Coronado.

Eurídice Coronado Lucio: obtuvo el Premio Nacional Manuel Herrera Domínguez de Dramaturgia 2018 por su texto: La piedad del asfalto. En ese mismo año le fue otorgado el premio único de dramaturgia del certamen de literatura “Sor Juana Inés de la Cruz” por su obra La fragilidad de los justos.

No estaba informando, estaba sintiendo el temor, el terror que envolvió a las escolares en Nigeria cuando los terroristas de Boko Haram tomaron su escuela para secuestrarlas. La noticia dio la vuelta al mundo y aún hoy es un tema apremiante de las mismas Naciones Unidas.

Eurídice a sus 24 años en el altiplano potosino juntó a través de internet, Facebook e Instagram, los fragmentos de ese rompecabezas que las noticias esparcen día tras día; ella abrazó a esas jovencitas nigerianas, se acurrucó con ellas escondiéndose en un rincón de su salón:

…Hima estaba segura de que entre nosotras había futuras doctoras, abogadas, e ingenieras.

Decía que aquí entre nosotras estaba una generación entera de mujeres que levantaríamos a nuestro país de entre las cenizas, pero…

… ¡Una patada derriba la puerta de nuestro dormitorio! Son tan frágiles todos los sueños del mundo y se rompen con esa patada…

Asabe, el personaje de su breve e intensa dramaturgia que le valió ganar el premio Sor Juan Inés De la Cruz se asfixia ante la devastación:

…El bosque es un espejo de lo que ha sido de nosotras

bosque talado

quemado

mancillado

violado

Boko Haram depredador verdugo cruel

La talentosa autora, en silencio sin que su familia supiera, siguió acompañando por varias semanas a las víctimas de la violencia social y la guerra: en la Ciudad de México, en Palestina (un país que no existe), en el bosque profundo de África, en Siria convertida en un infierno. He aquí algunas de sus notas, a manera de trabajo de campo, no de la antropología si no de la poesía, que levanta el vuelo y viaja en la escritura de los instantes, revelando la imposibilidad humana de anclar en algún puerto a salvo de las inclemencias y tormentas humanas, del odio, los fanatismos, las injusticias, y la guerra.

El teatro surge como los fragmentos de un monólogo; de la conciencia del dolor que impregna la vida de millones en una vasta geografía desde el Medio Oriente, África, hasta la avenida de los cien metros en la Ciudad de México.

La fugacidad de sus personajes donde los pensamientos remplazan los diálogos, y de su misma narración, dejan ver en el acto su imposibilidad de ser un anclaje, en todo caso, un parpadeo de la crueldad social que nos circunda. En La piedad del asfalto que le hizo acreedora al Premio Nacional Manuel Herrera de Dramaturgia en 2018, sus 13 piezas de un collage habitado por Sarita, Tania, Vicente y la sombra pesada y determinante del Sapo, Eurídice con sagacidad exhibe la disección de una pesadilla urbana, los rastros violentos de la densidad de la marginación.

…En la avenida Chapultepec flota un olor a flores de muerto…

…Todos enterramos en una coladera el recuerdo de nuestra vida en la calle…

Los personajes, la suma de notas que Eurídice ordena, adquieren una textura metafórica que nos advierte su talante poético y su ágil estructura narrativa; desde una azotea del barrio de Tepito, se aprecian las lonas del comercio de sus calles:

…Mariposas de plástico que llegan desde China para morirse en este bosque de concreto…

Tania: …Quiero que mi reflejo embone en el maniquí

Para soñar que existe un mundo mejor fuera del mío

Pero el maniquí tiene el rostro de mi hija….

Fogonazos de realidad sacuden las líneas de sus 6 personajes (3 en cada texto) donde la voz interior define el ritmo cortante y permite dar sentido a las fugaces escenas consumidas por un dolor que Eurídice advierte como inenarrable. Su acierto es desmenuzar las noticias, y rescatar la densidad humana de esas historias perdidas en el frenesí cotidiano de la información, y lo hace con una asombrosa maestría para una escritora que da a conocer sus primeros trabajos donde la fractura del paisaje humano la envuelve.

Asabe: …Porque si Boko Haram se da cuenta de que ya aprendí a escribir al filo de su machete buscará mi cuello por ir en contra de su voluntad…

…el miedo desarma todas mis articulaciones…

…Su corazón está en el cielo colgado de las estrellas más crueles…

Abdullah, el padre que busca llevar a su familia lejos de su amada Siria, destruida por una guerra civil a la que se sumó ISIS, espera en una playa en la costa suroeste de Turquía

…Esa es la isla de Kos

Unos diez minutos nos separan de ella

Pronto mis hijos y mi mujer estarán a salvo

Aunque nunca sabré como borrar de su memoria la zozobra…

…No habrá esencia en el tiempo que borre el aroma de la muerte…

…El rostro de mis hijos me estalla en la memoria y en el corazón…

Las imágenes de esa guerra, de los millones de refugiados, se convierten en la angustia de un padre que en unas cuantas líneas nos hace sentir esa impotencia (…a este mundo ya se le acabaron los botes salvavidas…), donde la esperanza es solo una fantasía más para olvidar por unos segundos el infierno de los fanáticos y del fracaso rotundo de la política (palabra ausente en todo el texto) que nos atrapa en cada rincón, incluso en los sueños.

Abdel, el Niño de la Franja de Gaza que sueña con el fútbol como el único misil que lo puede salvar llevándolo a su planeta donde Messi reina, es testigo de los bombardeos de Israel que aniquilan la vida de los suyos: …a nadie le queda voluntad en el pecho para celebrar un gol en una vida en ruinas…

Eurídice Coronado Lucio podría seguir construyendo sus metáforas en estos días, ¿quiénes irán a festejar los goles de sus equipos favoritos?, ¿quiénes nos pueden asegurar que México es inmune a una guerra civil?

Sin renunciar a su creatividad literaria, su obra es un llamado a la conciencia colectiva para valorar la vida, asediada por todo tipo de violencia, por la indiferencia, las profundas desigualdades sociales y de género: sus metáforas se liberan de la nota informativa y abren un paréntesis en medio del vértigo del sufrimiento para recuperar el rostro de la condición humana, y la urgente necesidad que tenemos aquí en nuestro país de despertar.

 

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