México

Edith (2 años) vio a su papá matar a su mamá. Ella y 3 hermanos son las otras víctimas de feminicidio

24/07/2018 - 4:30 pm

El feminicidio de Hortensia ha dejado a cuatro menores en la orfandad. Uno de ellos tiene apenas nueve meses, y su hermana Laura, de 4 años, es ahora quien tendrá que hacerse cargo de él. La familia también ha quedado fragmentada, pues Clara, la hija mayor de la víctima, ha decidido quedarse en casa de sus abuelos paternos, lejos de sus hermanos.

Edith, de 2 años, vio a su padre asesinar a su mamá. Ella le preguntaba a sus tías si los doctores iban a curar a su madre; ellas le respondían que Hortensia ya estaba durmiendo en el panteón. Antes del asesinato, Edith era risueña, hoy llora todo el tiempo y ante la menor amenaza.

Será uno de los hermanos de Hortensia quien asuma el rol de padre de los tres hermanos que permanecen juntos, aunque él ya tiene su propia familia y gana muy poco comprando y vendiendo ganado.

Por Ignacio Carvajal

Ciudad de México, 24 de julio (BlogExpediente/SinEmbargo).- Comerciando marranitos, Hortensia Balcázar le compraba pañales y medicamentos a su hijo Adolfo, de nueve meses de nacido. También conseguía así lo elemental para sus tres hijas, Laura, de 4 años; Edith, de 2, y Clara, de 9.

Y es que después de sus hijos, la mayor prioridad de Hortensia eran sus animales de corral, la cochina y unos pollos. Cuando la cochina paría, ella vendía los lechones o los engordaba y vendía para tener dinero. Las gallinas también ponían huevos que vendía o cocinaba.

Los ingresos aportados por su esposo, Gabriel Hernández, eran inestables, y cuando le daba era insuficiente. “El otro día se pelearon porque él vendió un caballo y no le quiso dar dinero para sus hijos”, recuerda Francisca Reyes López, mamá de Hortensia.

Francisca Reyes López (a la derecha), mamá de Hortensia. Foto: BlogExpediente

Madre de tres niñas, Hortensia Balcázar Reyes atesoraba un anhelo: tener un hijo varón, y hace nueve meses, cuenta su familia, Dios le cumplió y llegó Alfonso.

El día que su esposo la asesinó, Hortensia llevaba a Alfonso en brazos, y pese a los dos impactos de bala “ella no se fue al suelo; no quería que su hijo se golpeara”, cuenta Francisca, quien fue testigo del ataque mortal por parte de su yerno. Herida de muerte, Hortensia se aferró y su último acto fue gritar a su madre que le sostuviera al bebé para que no se golpeara.

Durante los últimos nueve meses de Hortensia, Alfonso fue amado en medio de las carencias de los más elemental, como techo, cama, vivienda digna y alimentación adecuada. Nació con líquido en un pulmón y en un testículo.

Tras el feminicidio de Hortensia, su familia pidió a una vecina que también está amamantando que los apoyara con el menor. La mujer ahora alimenta al bebé y así cuando le da hambre ella viene o alguna tía se lo lleva a la nodriza.

Cuatro niños quedaron huérfanos; tres de ellos permanecerán juntos con la familia de su madre. Foto: BlogExpediente

LOS MENORES HUÉRFANOS

La pequeña Clarita se pregunta constantemente: “por qué mi papá le hizo eso a mami”. Ella tiene 9 años y es la mayor de cuatro, la única inscrita en un colegio.

Cuando su madre decidió separarse de Gabriel por las constantes golpizas, Clara la pasaba muy mal, pues ella estaba acostumbrada a la casa de los abuelos paternos. Cuando Hortensia decidió irse de ahí por los maltratos, la niña pidió quedarse. A Hortensia no le quedó de otra más que dejarla con sus suegros.

Con la muerte de su madre tampoco quiso quedarse con sus tres hermanos, pero prometió visitarlos seguido y nunca olvidarlos.

“Me dice que su mamá le decía que siempre le celebráramos el cumpleaños a su hermanito, yo le digo: ‘sí hija, lo haremos, en la medida de nuestras posibilidades porque somos pobres'”, relata una de las tías.

Laura de cuatro, es callada, pero risueña. Pese a su corta edad, ya sabe que su mami murió y que se ha ido al cielo. Aunque está en la edad de los juegos, no tiene juguetes. Su madre, cuando vendía marranos, compraba lo esencial; para dulces o juegos no alcanzaba.

Laura ha ido creciendo con la consciencia de los problemas entre sus padres. Constantemente contaba a sus abuelos maternos sobre las golpizas que su papá le daba a su mamá. Creen que por eso es la más callada.

En casa de los abuelos, pasa el tiempo corriendo atrás de los pollos y los perros. Llegan sus primos u otros vecinos y se ponen a jugar en la tierra, con los pies descalzos, disfrutando de los placeres de la infancia y la pobreza.

A Laura es a quien ahora le toca estar más pendiente de su hermano Adolfo, a quien constantemente prodiga besos y apapachos.

Edith, de 2 años, “está traumada, ella vio todo, cuando le dispararon a su mamá y cuando se murió”, dice su abuela, Francisca Reyes. Recuerda que antes del feminicidio de su madre, la niña era risueña y platicona; ahora es llora todo el tiempo y ante la menor amenaza.

Si ve a alguien con un celular se estremece y llora para que la alejen. “Papá chacó sangue a mamá, le hizo pum-pum”, decía el día del asesinato  de Hortensia.

La familia cree que necesita ayuda sicológica con urgencia. “¿A mi mamá la van a curar los doctores, verdad?”, dijo Edith horas después del ataque y las hermanas de Hortensia le contestaron que está dormida, en el cementerio.

“Mi mamá está dormida”, dice ahora la niña sus tías, a quienes pide que la lleven al panteón para ver a su mami.

Anselmo Balcázar y Francisca Reyes, padres de Hortensia, dicen que por nada separarán a los hermanos. Los tres niños de Hortensia que se quedaron juntos en casa de los abuelos maternos así vivirán siempre.

La familia ha acordado apoyar a la señora Francisca en lo básico para los cuidados de los pequeños. Será uno de los hermanos de Hortensia quien asuma el rol de padre, él ya cuenta con su familia propia y gana muy poco comprando y vendiendo ganado. A veces, cuenta, no hay trabajo y se va a buscar al campo o al jornal a ganar, aunque sea un poco para comprar alimentos.

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