EXPOTATUAJES: LA VIDA ESCRITA EN LA PIEL

26/10/2012 - 12:00 am

Diferenció a ciertos grupos; sobre todo a los presos, ahora simboliza un estilo de vida; es arte, así como objeto de consumo. El tatuaje será el motivo de una expo durante la primer semana de noviembre

Presente en la civilización desde tiempos remotos, el tatuaje ha constituido un símbolo de identificación y pertenencia. Su carácter ritual, su belleza, el doloroso placer que provoca, así como sus coqueteos con la marginalidad, la clandestinidad y la ilegalidad han seducido por igual a miembros de la realeza, celebridades, deportistas, profesionistas y músicos, así como a vividores y náufragos de la vida.

Más que un vestigio en la piel o una inserción de tinta, el arte corporal es una revelación; los sentimientos e ideas se materializan a través de una imagen, del cuerpo: los sentimientos e historias ocultos bajo la piel emergen con las más diversas formas para crear su propio lenguaje, que pone a la vista los anhelos, sueños, gustos e identidad de quien lo porta; dándonos un indicio de cómo es la persona y su manera de interpretar el mundo.

Una manera de adentrarse al mundo del tatuaje y conocer las mejores opciones para decorar la piel son las exposiciones. En México hay varias en el año en diferentes sitios en el país. En la primer semana de noviembre Expo Tatuaje D.F, recibirá a los adeptos a las modificaciones corporales y ofrecerá seminarios, conferencias, proyección de documentales, así como servicios profesionales.

Según Karem Martínez, investigadora de las modificaciones corporales desde hace 20 años, exeditora de las publicaciones Tatuajes y perforaciones y TatuArte, estos reciben a muchos artistas nacionales e internacionales; así, uno puede apreciar estilos, comparar, precios, calidad y diseños. “Es muy importante seleccionar al tatuador de acuerdo a la imagen que quieres; que alguien sea experto en tribal no significa que pueda hacer bien un rostro o que maneje bien el realismo; en una expo puedes ver ese tipo de detalles”, indica la experta.

TATUAJE: RUPTURA GENERACIONAL

Pese a que en la actualidad el tatuaje está muy inserto en el mainstream, aún no es bien visto en centros de trabajo, de estudio ni por los prejuicios de una parte de la población que aún lo ve como algo vulgar, propio de delincuentes o como una simple moda.

Para el sociólogo de la UNAM, Roberto Bermúdez Sánchez, es claro que en la sociedad mexicana existe apertura y hay una mayor aceptación hacia el arte corporal, debido a que las generaciones que ahora son padres –y sus hijos– crecieron con mayor libertad, o envueltos en la cultura alternativa, “vienen de padres roqueros o adeptos a la psicodelia, además de la fuerte influencia de personajes como cantantes; shows televisivos, publicaciones especializadas y el valor estético que tiene ahora”, dice el académico.

Desde luego, también hay jóvenes que lo hacen por imitación, por adquirir popularidad, distinguirse; generar aceptación y sentido de pertenencia (en el caso de las tribus urbanas) pese a su creciente popularidad, sigue relacionando con la criminalidad.

El tatuaje ha florecido tras las rejas y ha servido como marca de esclavitud y humillación, explica el sociólogo: “En Grecia se usó para marcar a los esclavos y en la Alemania nazi, a los judíos en los campos de concentración”. Asimismo, ha decorado los cuerpos de soldados, hombres de mar, convictos y ex convictos, a quienes aún acompaña: “Judiciales, gente dedicada a actividades ilegales, violentas (robo, secuestro, narcotráfico, pandillerismo y prostitución) se realizan números, figuras religiosas y de la Santa Muerte para que los protejan”, refiere Bermúdez.

Éstos se realizan en áreas estratégicas como la espalda o cerca del corazón con la idea de que los que deseen dañar a su propietario lo pensarán dos veces antes de atacar a la virgen o al santo que se lleve.

El especialista señala que pese a la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el D.F., la gente con tatuajes y perforaciones continúa siendo excluida y tiene dificultades al encontrar trabajo en empresas, debido a que desean preservar una imagen que no se asocie a todo lo anterior.

TATUARSE EN EL D.F.

Domingo, tres de la tarde. Llevo los tatuajes cubiertos, un calor abrasador y la multitud me reciben en el tianguis de La Lagunilla. Me interno en los pasillos que he recorrido infinidad de veces; repaso mentalmente las preguntas mientras me repito que debo sonar como alguien que no conoce nada del tema. Apenas doy unos pasos y encuentro el primer “estudio”: un pequeño puesto donde venden playeras y joyería; pregunto cuánto me cobrarían por un diseño mediano a color de un Maneki Neko (gato de la suerte), “500 pesos, en esa parte –dice refiriéndose a mi antebrazo–”, no duele nada; tardaría una hora y sólo necesitas una crema para rozaduras”.

Continúo el recorrido y no puedo evitar notar la ilegalidad que me rodea: toda clase mercancía pirata, imitaciones de mejor o peor calidad, a mi paso, gente me ofrece cachorros provenientes de criaderos clandestinos y de la explotación animal, sin olvidar que el lugar es una enorme cantina al aire libre que por momentos se combina con un fuerte olor a mariguana o activo.

Guiada por el inconfundible sonido de la máquina, llego al segundo local, Paink. Esta vez pregunto por un tatuaje diferente; un barrido de estrellas a color de aproximadamente 20 centímetros. “¿Estrella sobre estrella?”, exclama el tatuador intentando ser gracioso. “500 pesos”, me dice mientras procede a tatuar una espalda. Un precio demasiado barato tomando en cuenta el tamaño y que los diseños a color siempre son más caros, nadie me ofrece material nuevo ni me garantiza nada.

Al igual que en el estudio anterior, el lugar es pequeño; los curiosos se amontonan para mirar, hay un puesto de comida muy cerca de ahí: no se necesita ser ningún experto para saber que las condiciones son antihigiénicas; lo más sorprendente es que al preguntar si tatúan sólo en el puesto, me ofrecen tarjetas con la dirección de sus estudios.

Hago otra parada en Tattoo Studio Barba Roja, el único puesto donde me ofrecieron “seguridad total”, material nuevo y desechable, además de la opción de atenderme a domicilio. Por primera vez el precio subió a 600 pesos. En Chan Bahlum, una mujer era tatuada cerca del pubis mantenía una posición muy incómoda y todo el personal estaba apretujado en el puesto. Finalmente, en un pequeño puesto de playeras que evocaban la cultura chicana, pedí precio por el barrido de estrellas a color, “serían unos 400 pesos, exclama el tatuador al tiempo que me ofrece su tarjeta y me invita a su estudio (Big Trece Tattoo).

Foto: Cuartoscuro.

NO SIEMPRE ES DIVERTIDO

Según el Doctor e investigador del departamento de microbiología y parasitología de la UNAM, Raúl Romero Cabello, las manos y los instrumentos pueden carecer de higiene y contener microrganismos. Si los instrumentos han estado en contacto con sangre infectada, hay riesgo de contraer hepatitis B, C o Sida.

Al tatuar en exteriores, pueden caer microrganismos que están presentes en el aire; pueden caer en los instrumentos y en la piel de quien adquiere el tatuaje, lo que podría provocar una infección, pero también depende del contacto con sangre contaminada y la falta de esterilización de los instrumentos. La realización de un tatuaje, refiere el investigador, “debe realizarse en un sitio cerrado, con material esterilizado, asimismo recomienda en caso de infección, asistir con profesionales de la salud para que suministren el tratamiento adecuado”.

EL VACÍO LEGAL

Al interior de Evolution Tattoo –estudio fundado en 2001– el panorama es antípoda: amplio, limpio y profesional. Karem Martínez, socia del lugar, me recibe ahí. Coincide con el sociólogo; declara que la evolución y aceptación del tatuaje en México son impresionantes.“Actualmente la gente se perfora y tatúa con mayor libertad. Existen leyes de salud, de derechos humanos (Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el D.F.) que protegen a la gente tatuada, pero todavía existe discriminación fuerte en escuelas y al momento de pedir empleo, eso está cambiando pero aún hay rechazo”.

La también autora del libro Perforaciones Corporales, explica que actualmente la Cofepris y la Secretaría de Salud son las encargadas de regular los establecimientos de tatuajes y perforaciones, dichas dependencias exigen el uso de equipo nuevo y desechable, tintas que sean compatibles con el cuerpo, locales cerrados que cuenten con un área definida de esterilización y una de manejo de desechos bioquímico infecciosos. También establecen que los clientes deben ser mayores de edad, aunque un menor puede tatuarse en compañía de sus padres, quienes deberán presentar una identificación oficial y firmar una responsiva, en la que asumen la responsabilidad y declaran estar conscientes de las consecuencias sociales que puede traer y de que se trata de un procedimiento permanente.

Para quien fuera editora de publicaciones especializadas de este arte, los estudios al aire son un asunto preocupante, “persiste un vacío legal por parte de las autoridades sanitarias; todos conocemos las zonas rojas donde se realizan tatuajes y perforaciones, no se cumple ninguna medida de higiene, creo que las autoridades deberían poner atención  a este tipo de lugares para  cuidar la salud de quienes se tatúan y perforan”, expresa.

RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

Cabe destacar que las personas adeptas a las modificaciones corporales también deben informarse y concientizarse al respecto: existan o no leyes, también hay responsabilidad por parte de las personas adeptas a este arte; al respecto, Karem comenta “no es lo mismo comprar un pantalón o un disco pirata, que hacerte un tatuaje pirata; si la mercancía mencionada no te gusta o salió mal, la devuelves, la desechas y no hay mayor problema. Con tu salud no sucede lo mismo, si tienes una complicación con un tatuaje vas a tener que atenderlo; puedes contraer enfermedades, infecciones. Todo esto puede evitarse si lo haces en un establecimiento seguro, con un tatuador profesional que te garantice higiene y calidad”.

Igualmente, enfatiza en las enfermedades mencionadas por Romero: a la gente le asusta el sida pero la hepatitis se registra con mayor frecuencia; es un virus que no muere al contacto con el aire, puede vivir mucho tiempo en los instrumentos. “Si el tatuador no está consciente del manejo de su propio equipo también se exponen, las instituciones sanitarias deben informar a los que se tatúan y a los que hacen los tatuajes sobre los riesgos para ambas partes, hacerlos conscientes y a partir de la conciencia que modifiquen su cuerpo”.

Respecto a los tatuadores que operan al aire libre, Karem Martínez afirma que la gente que es consciente y profesional no trabaja en un tianguis, “la gente que aprecia su actividad y su salud no lo hace porque sabe los riesgos que corre. En las calles no tienes las medidas sanitarias adecuadas para ofrecer un servicio, es un riesgo, para el cliente y para ti mismo, en cuestión de calidad, afirma que “a veces hay tatuajes tan mal hechos que no tienen solución y eso tiene efectos sobre la persona, todo eso puede evitarse”.

LA HIGIENE, UN COMPROMISO

Para Diablo, tatuador con 15 años de experiencia que atiende a jóvenes, médicos, maestros, y toda clase de profesionistas por igual, la responsabilidad del tatuador es brindar higiene, satisfacción y calidad. Asegura que quien tatúa en la calle –tenga o no estudio– no es profesional “nunca lo haría, tengo amigos que lo hacen y me han invitado, pero no me parece correcto, en la intemperie estás demasiado expuesto a infecciones, el riesgo también es amplio para el tatuador”.

El artista también menciona que el principal interés es económico ya que así se obtiene un ingreso extra y se reducen costos, pero muchas veces también la calidad. “Aquí llegan con tatuajes mal hechos, en una ocasión un tipo llegó a pedir costos, se le hizo muy caro, volvió con el tatuaje infectado, dijo que le habían cobrado menos y que quería que lo arreglara, pero ya no se podía hacer nada, pues era un retrato con detalles muy fino”.

En cuestiones de discriminación percibe avances en el D.F, pero cuenta que tan sólo en Toluca la discriminación es muy fuerte, “viví muchos años en Estados Unidos y sólo he sido rechazado en mi país, no lo entiendo, creo que el rechazo laboral seguirá, disfrazado; conozco a gente a la que han corrido de su trabajo por estar tatuada”, lamenta.

La conciencia es fundamental y la responsabilidad es compartida: “Algunos dicen por qué voy a pagar 500 pesos en un estudio, si afuera me cuesta 150”. La respuesta es sencilla para la entrevistada:

Y continúa, esta vez toca a las perforaciones, “hay joyería de procedencia china, de muy baja calidad que cuesta cinco o 10 pesos puede provocar infecciones graves. Una pieza de buena calidad cuesta 100 pesos, la diferencia es abismal en un sitio especializado, ¿de veras crees que una pieza de cinco pesos es de buena calidad? Lo que te ahorras lo terminas gastando en medicamentos, en curar una infección leve o severa, una alergia”.

Karem Martínez asegura que no hay cifras, ni cálculos específicos de la cantidad de estudios al aire libre, sin embargo, afirma que en cada bazar, tianguis puedes encontrar gente tatuando y perforando, otro punto –expresa– es que el asunto rebasa al arte corporal “en tianguis de la colonia Nápoles puedes encontrar a señoras haciéndose la micropigmentación”.

El delineado de cejas ojos y labios es un tatuaje cosmético, el proceso es el mismo al igual que la posibilidad de infectarse, “las señoras no lo ven como un tatuaje, sino como algo meramente estético, pero hay agujas, contacto con sangre, piel, deben saber que al aire libre corren los mismos riesgos que quién se tatúa en la calle una flor o una calavera”.

LA TINTA EN EL MUNDO

Foto: http://www.facebook.com/pages/Expo-Tatuajes-México-DF/112947298803609

Actualmente todo el mundo se está tatuando, señala la investigadora “igual un chavo de 18 que un señor de 50 años”. Un fenómeno que está creciendo es el de los tattoomers, que representan el 35 por ciento gente mayor de 40 años buscando tatuarse por primera vez.

Las personas que se tatúan a partir de los 35 planean más su tatuaje, tienen más claro qué imagen quieren, por qué y con quién. Se toman más tiempo en el diseño y optan por diseños con mayor más significado.

Este año en Estados Unidos un sondeo arrojó que 23 por ciento de las norteamericanas se tatúan frente al 19 por ciento de los hombres, las féminas se están tatuando más, eligiendo diseños más profusos, algo que también comienza a verse en México. A decir de Martínez: “Estamos casi parejos 52-48, casi a la par con los hombres, solía ser una práctica más masculina, esto tiene que ver la influencia de los medios, hay cada vez más mujeres mostrando sus tatuajes. No podemos negar la fuerza de Kat Von D, de programas como Miami y L.A Ink, de las Suicide Girls muchas de ellas tienen una imagen pública, son una marca. En México las chavas de 20 están haciéndose tatuajes mucho más grandes que los que se hacían hace 15 años, piden mangas (tatuaje que cubre todo el brazo) antes era algo más discreto, pero también los hombres se hacen diseños muy grandes”.

Para esta apasionada de las modificaciones corporales el tatuaje no es una moda, es una forma de vida, de expresión y en el confluyen un gran variedad de tendencias, “hay una gran variedad de tatuajes de palabras, textos, –estilo conocido como tatuaje literario– la gente está escribiendo frases e historias en su piel, otros muy solicitados son: aves, realismo, tribal, biomecánico y old school.

A decir de Karem Martínez, los tatuadores a nivel mundial están preocupándose más por la parte artística, por ofrecer propuestas que los identifiquen como artistas “no todos los tatuajes son artísticos, un artista es aquel que crea arte y genera tendencias”.

En cuanto al tatuaje carcelario, la entrevistada explica que su calidad se ha elevado “actualmente puedes ver unos muy bien hechos: ya no es como antes, con instrumentos hechizos, cenizas o tinta china. Aunque está prohibido, la realidad es que en las prisiones también están tatuando con equipo profesional con tintas y máquinas que permiten mejores resultados.

PARA SIEMPRE

Así como existen situaciones para las que nunca se está completamente listo, no hay una edad “correcta” para tatuarse ya que se trata de una decisión personal, nadie puede decidir sobre la persona, cuándo debe tatuarse o dónde. “El tatuaje es nuestra propia historia, son como las cicatrices naturales, representa una edad; un momento, un estado, lo que estábamos viviendo, la historia se escribe día a día y el futuro no está escrito”, sostiene Karem Martínez.

La persona siempre debe considerar que se trata de algo permanente; debe reflexionar el motivo por el que desea tatuarse: si realmente cree que la imagen seleccionada es algo con lo que se va a identificar toda su vida, si no se va a arrepentir. “Si lo está haciendo por convicción propia, o por la influencia de artistas, amigos, parientes o por una imagen pública, quizá hoy se ve muy padre pero tal vez te rechacen de un trabajo, sin olvidar que el tatuaje va cambiando con el tiempo”, recalca.

“Claro, hay mucha gente que se arrepiente, eso también es real, estamos cambiando todo el tiempo y también tenemos la libertad de decir, ya no quiero esto. Siempre hago la misma recomendación que la gente lo piense dos, tres o más veces; los tatuajes no son desechables, no son como las perforaciones: si ya no las quieres te la quitas y se acabó, se cierra, no pasa nada.

El tatuaje no es tan fácil de quitar, existen algunos métodos que no son tan efectivos y son muy costosos (hasta 60 mil pesos) además pasas de una marca (el tatuaje) a otra la cicatriz –la del procedimiento–.

EN CUALQUIER CUERPO

Así aunque Diablo afirma que aún hay señoras que al verlo aprietan su bolsa, se cambian de acera y que algunos niños se asustan con su apariencia, el tatuaje cobra cada vez más fuerza en México. Este profesional del tatuaje y Karem Martínez aseguran que en el futuro habrá mayor respeto y tolerancia y responsabilidad “siempre habrá arrepentidos, pero creo que la gente será más consciente de lo que se tatúa. También vemos que las autoridades se involucran más, ofrecen mayor seguridad y espacio.

Foto: Cuartoscuro.

Como ya se ha visto el tatuaje no discrimina, cabe dentro de las cárceles, se aloja en los cuerpos de quienes delinquen y en los de quienes los detienen; fascina a chicos y grandes por igual y decora la piel de maestros, doctores, deportistas, modelos, personajes de la farándula; periodistas, bibliotecarios y muchos más.

Además de las historias, los recuerdos y los significados impresos en la piel, el tatuaje es una afirmación de que el cuerpo es lo único que en verdad nos pertenece y que podemos hacer con él lo que se nos antoje: desde revelar nuestra verdad interior hasta destruirlo. Un tatuaje es prueba de que la persona ha pasado por mucho para que ese decorado llegue a la dermis, pues al igual que una cicatriz –que no es sino una alteración permanente de la apariencia de la piel—, un tatuaje brinda la oportunidad de conocerte a ti mismo, de transformar el dolor en aprendizaje y belleza, un tatuaje muestra que la persona ha sobrevivido a distintas experiencias y ha sido marcado por ellas.

 

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