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Greenpeace

26/12/2016 - 12:00 am

Ampliar el Puerto de Veracruz, una mala apuesta

Confianza en el futuro; estas palabras son la base fundamental de nuestro modelo económico. Pensamos que el futuro siempre será mejor que el presente y es con esta idea que movemos nuestra economía.

Foto:Cuartoscuro
El exceso de confianza en el futuro nos ha impedido replantearnos los modelos económicos, productivos y de consumo del presente. Foto:Cuartoscuro

Por Miguel Rivas

Confianza en el futuro; estas palabras son la base fundamental de nuestro modelo económico. Pensamos que el futuro siempre será mejor que el presente y es con esta idea que movemos nuestra economía. Los banqueros prestan dinero a inversionistas que se arriesgan por un proyecto con la esperanza de que en el futuro les traerá buenos dividendos. Las personas adquieren bienes y servicios con dinero que no tienen ahora pero que, piensan, tendrán en el futuro y los países proyectan sus tasas de crecimiento sin saber cuánto ganarán.

El exceso de confianza en el futuro nos ha impedido replantearnos los modelos económicos, productivos y de consumo del presente. Nos hemos negado el tiempo para hacer una pausa para pensar en el futuro que queremos. Un ejemplo de ello está en la bella ciudad de Veracruz, donde las autoridades decidieron apostar a la ampliación del Puerto con la idea de mejorar el servicio para las embarcaciones que llegan pese a que esto signifique que sus playas estén más sucias, sus recursos pesqueros sean cada vez más escasos y el turismo disminuya.

Al parecer a instituciones de Gobierno como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) se les olvidó que su función es resguardar el futuro ambiental de sus ciudadanos y en el 2012 modificó la extensión del Área Natural Protegida del Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano (PNSAV) con el argumento  de que los arrecifes de la parte norte estaban muertos y que era mejor proteger una mayor extensión hacia el sur, donde hay menos arrecifes y más arena de fondo marino para proteger, sí, leyó bien, arena.

Hoy, científicos de la Universidad Veracruzana han demostrado que estos arrecifes continúan vivos y que lamentablemente la modificación del polígono de esta área protegida no tenía otro objetivo más que dejar libre el paso para la ampliación del puerto de Veracruz, obra que se presume por toda la ciudad mediante exposiciones fotográficas como un gran triunfo del desarrollo. En la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del nuevo puerto ni siquiera se mencionan algunos arrecifes del norte, y con dolo o no, se omitieron gran parte de las afectaciones que está teniendo la construcción del nuevo puerto en un Área Natural Protegida.

El PNSAV es una serie de arrecifes conectados entre sí que cumple una gran función ecológica, produce el oxígeno que respiramos, alberga gran cantidad de recursos pesqueros y además los arrecifes de este parque sirven como barrera natural para las tormentas y marejadas. Podríamos decir que resguardando esta zona protegemos la naturaleza para el futuro y que garantizamos el derecho de las personas a tener un medioambiente sano.

Curiosamente a alguien en el proceso de autorizaciones de la ampliación del Puerto se le olvidó que las Manifestaciones de Impacto Ambiental deben abarcar la totalidad del proyecto y permitió que en este caso la MIA se presentara fragmentada en 14 partes, según las etapas y partes de la construcción, con lo cual no podemos saber el impacto real de la obra y aun así la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aprobó los proyectos.

Tampoco podemos confiar en que quienes construyen el actual puerto lo hagan bien, ya que las investigaciones en el área han demostrado que el dragado y la construcción del puerto están dañando los arrecifes debido a que las barreras para evitar que llegue el sedimento al Parque no están funcionando de la manera correcta.

El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) presentó hace unas semanas un amparo para pedir el resguardo de nuestro derecho al medio ambiente sano. Sin embargo éste no fue aceptado bajo el argumento de que las personas que presentaron la demanda de amparo no se verían afectadas por la construcción del puerto y esta obra beneficiaría a una mayoría.

Quizás no podamos confiar en las instituciones que resguardan nuestros recursos naturales, ni en quienes fiscalizan los proyectos o en quienes aplican las leyes, pero los tomadores de decisiones siguen teniendo una confianza ciega en el futuro económico, que aún lleno de incertidumbre tiene comprometido nuestro futuro el de nuevas generaciones.

La obra de ampliación del Puerto sigue en pie y nada parece detenerla pese a la larga de irregularidades que presenta y que indudablemente impactará en nuestro futuro y el del medio ambiente y nos negamos a verlo porque hacer esa reflexión costaría mucho dinero.

*Miguel Rivas es el campañista de Océanos de Greenpeace México.

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