El laberinto de la soledad en el ring

28/09/2013 - 12:01 am

El mexicano se ríe de su propio dolor. Lo oculta en la cortina de sangre que escribe sobre la frente de los contendientes de lucha libre.

Los gritos intentan aumentar los fahrenheit de violencia. En el ring pasa como en los escenarios: todo es teatralidad. La realidad se ve fuera del cuadrilátero.

Las caídas con límite de tiempo nos obligan a tomar decisiones. La campana nos lo recuerda. Tres caídas equivalen a un símbolo de oportunidades para darle una nueva llave a la existencia.

El réferi es nuestra conciencia vestida de rayas para indicarnos que hacer y qué no hacer. Nos separa o acerca a la llama de nuestros contrincantes.

La lucha libre es un reencuentro con el laberinto de la soledad de Octavio Paz y el capitulo de las mascaras, donde el mexicano teme mostrarse cual es. La voz colectiva une su cosmos para alzar una sola voz, pero a la hora del unísono se esconden para no volver cual Adelita jala sus trenzas.

La madre también está presente en el intercambio teatral de vuelos, llaves, patadas y golpes. Si te la rompo de verdad, será mascara contra cabellera.

El público acepta ser espectador de esa apuesta. El estrado de la fuerza y la belleza patrocinado por la pintura de la vida, el periódico que exhibe mentiras, las refacciones que frustran la coherencia representado por el peligro de curvaturas femeninas que se cuelan en los iris lascivos tras su movimiento de caderas que recitan un poema en seco.

La vida es un ring de sangre que escribe nuestro pasado y presente con golpes de pecho. Un espectáculo en el que a veces nos hacemos las víctimas, como aquel luchador que esta por perder e hiperbólicamente se retuerce del dolor, mientras está a punto de perder, pero aun así se contempla, venciendo al enemigo.

De forma anónima, los chiflidos se cuelan entre el intercambio de diálogos y los salvajismos del cuerpo junto a la desorientación de las encías mentales.

Realidad, fiesta en el ring  donde la música no se detiene, mas que cuando los golpes, palabras y aplausos llueven.

Amoríos del ring. Cortejo con la capa táctil y saborear el contorno del brazo luchador. Después se golpetea el ala de una mariposa y retumba en el cuadrilátero.

Somos nosotros siendo vencidos, pero poniendo resistencia a mirarnos, sujetando la máscara con las uñas y pateando frente a un estrado dispuesto a registrarlo en su memoria. Adiós máscara.

@taciturnafeliz

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