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Greenpeace

28/10/2019 - 12:05 am

México en el Día Mundial de las Ciudades

“El Día Mundial de las Ciudades representa también una fecha emblemática para cobrar conciencia sobre las ciudades que queremos habitar, y exigir a nuestros gobiernos”.

¿Qué ciudades queremos? Foto: Cuartoscuro

Por Carlos Samaoya

Durante los siguientes años, a nivel mundial las ciudades continuarán poblándose cada vez más, de tal manera que se ha pronosticado que para 2050 tres cuartas partes de la población mundial habitarán en centros urbanos. Eso es una cuestión que ha mantenido preocupados a especialistas en la materia y que figura ya en el radar de muchas autoridades y gobiernos en diversos países. Y con justa razón, ya que la forma en que se planean las ciudades es determinante para garantizar el acceso a servicios y entornos que ofrezcan una calidad de vida digna e igualitaria a sus habitantes. De ahí que la ONU haya establecido el día 31 de octubre como el Día Mundial de las Ciudades.

Si bien los fenómenos de urbanización se entretejen a partir de diversos componentes, la movilidad es un aspecto clave cuando se trata de encaminar las ciudades hacia un desarrollo que mantenga un balance con el medio ambiente y genere bienestar para sus habitantes. El caso de las ciudades mexicanas aún nos deja mucho de qué hablar y sobre todo, qué desear. Los espacios urbanos que heredamos de generaciones anteriores son entornos sumamente desiguales e, incluso, discriminantes debido al modelo bajo el que han crecido. De manera fundamental, porque su infraestructura se ha hecho para favorecer el uso masivo del automóvil, lo cual ha generado la actual crisis de mala calidad del aire, de daños a la salud y de condiciones humillantes de traslado para millones de personas.

De ahí la necesidad de generar espacios en los que la calidad de vida se vea favorecida por un modelo de ciudad que apueste por amplios sistemas de transporte público que sean seguros, eficientes y que sean impulsados por energía eléctrica para lograr estándares de sustentabilidad. Lo cierto es que la necesidad de tales medidas son ya del conocimiento de muchas autoridades, incluyendo gobernadores, presidentes municipales y demás funcionarios públicos responsables de implementarlas. Incluso en el discurso oficial muchas veces hablan de ello, el problema es que a la hora de los hechos se quedan muy cortos.

Al analizar el estado de las 7 zonas metropolitanas más contaminadas por fuentes móviles del país respecto a esta cuestión (Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Toluca, Querétaro y Pachuca), se puede notar que la inversión pública para la movilidad sigue siendo destinada en su mayoría a favorecer el uso del automóvil. Mientras, se continúa dejando en un notorio rezago a alternativas de transporte que han probado ser verdaderas soluciones, principalmente el transporte público y la bicicleta.

Por supuesto que nos preguntamos, ¿por qué sigue ocurriendo esto a pesar de ser un problema con soluciones tan diagnosticadas y socializadas? Y aquí comienza verdaderamente el problema. En primer lugar, vemos que los distintos niveles de gobierno aún carecen de una verdadera coordinación y planes en común a mediano y largo plazo que se encaminen a lograr transformaciones urbanas sólidas que beneficien a la mayoría de lagente. También las diferencias partidistas siguen representando una brecha que impide lograr resultados por la falta de cooperación, principalmente entre municipios que integran una misma zona metropolitana.

Por otro lado, si no tenemos un transporte público estructurado, ordenado, moderno y eficiente, se debe también al temor o falta de voluntad de los gobiernos para poner en orden al sector del transporte público concesionado. Es común que en las grandes metrópolis del país este gremio haya cobrado un enorme poder. En diversos casos se han convertido en clientes y bases principales de políticos que buscan seguir ascendiendo, pues mantener las cosas en el estado en que están les representa votos significativos para el siguiente peldaño en la escalera del poder.

Esta simbiosis se ha hecho tóxica para la ciudadanía, pues ha propiciado que los concesionarios de transporte público sean prácticamente intocables. La prueba está en que la mayor parte del parque vehicular de transporte público en las ciudades referidas siguen siendo camiones viejos, inseguros, en pésimas condiciones de mantenimiento, muy contaminantes, disfuncionales, que operan bajo un sistema de competencia encarnizada y hasta salvaje, que termina perjudicando totalmente a los usuarios. Esto desincentiva el uso del transporte público y refuerza la aspiración de muchas personas a adquirir un auto, cerrando así el círculo vicioso de la contaminación.

Desde hace décadas los gobiernos de muchas ciudades vanguardistas del mundo decidieron priorizar la optimización de sus sistemas de transporte público como un medio para generar mayor calidad de vida y desarrollo. El transporte público óptimo se ha convertido en un reflejo del buen funcionamiento urbano y social. Mientras tanto, en México aún tenemos que hacer activismo para que los gobiernos se atrevan a hacer algo, porque a todas luces sus avances siguen siendo insuficientes.

Lo cierto es que no podemos pasar por alto la emergencia sanitaria-ambiental que enfrentamos por el cambio climático y la mala calidad del aire. Por eso, el Día Mundial de las Ciudades representa también una fecha emblemática para cobrar conciencia sobre las ciudades que queremos habitar, y exigir a nuestros gobiernos que se comprometan con nuestro Pacto Social por la Movilidad Digna, Segura y Sustentable, como el inicio básico para comenzar a transformar verdaderamente nuestras ciudades, y como un acto de justicia que nos ayudará a recuperar nuestra salud, vivir en espacios más igualitarios y asegurar nuestro futuro.

*Carlos Samaoya es responsable de los asuntos de movilidad en Greenpeace México.

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