Más que piedras

29/03/2012 - 11:59 pm

Miles de mexicanos han adquirido desde hace años la costumbre de recibir el equinoccio de primavera en diferentes zonas arqueológicas del país, aunque no necesariamente para recordar lo que representaba para los antiguos mexicanos o para ver cómo desciende Quetzalcótal o Kukulcan de las pirámides, pues hasta esotéricos, practicantes de yoga y gente de diversas creencias asisten con la idea de “cargarse de energía”, sin considerar que su asistencia en masa puede causar daños al patrimonio cultural milenario.

El pasado miércoles 21 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) monitoreo la asistencia a 182 sitios arqueológicos que arrojó un total de 110 mil visitantes, 80 mil de ellos en los doce sitios más importantes: Chichén Itzá (Yucatán) con 18 mil 942; Teotihuacán (Estado de México) 15 mil 493; Tajín (Veracruz) 9 mil 442; Cholula (Puebla) 5 mil 670; Tulum (Quintana Roo) 3 mil 669; Ixtépete en Jalisco 3 mil 500; Dzibilchaltún (Yucatán) 3 mil 456; Palenque (Chiapas) 2 mil 991; Cobá (Quintana Roo) 2 mil 976; Calixtlahuaca (Estado de México) 2 mil 406; Tula (Hidalgo) 2 mil 406, y Xochilcalco (Morelos) mil 938.

El propio INAH ha realizado campañas para invitar a la gente a no acudir en masa ese día, incluso hace unos años inventó el lema: “Este 21, de uno en uno.”

En su comunicado reporta que este año concluyó el arribo de la primavera “con saldo blanco y sin daños a las edificaciones prehispánicas”. Incluso, dice, la visita fue menor que en años anteriores debido a que el 21 de marzo estuvo precedido por un puente de fin de semana (hay que recordar que el gobierno de Vicente Fox decretó recorrer los días de asueto hacia el lunes). Ello permitió que los visitantes se distribuyeran entre el domingo 18 y el lunes 21 de marzo “lo que evitó la sobrecarga en los sitios prehispánicos”.
El INAH da cuenta en su comunicado de las medidas precautorias tomadas para atender a la población y cuidar de los monumentos arqueológicos.

Sin embargo, especialistas –investigadores incluso del propio Instituto– han cuestionado desde hace rato al organismo que se haya convertido en los últimos años, especialmente en los dos sexenios panistas, en un promotor del turismo.  Que haya, por ejemplo, participado de la promoción para declarar a la pirámide de El Castillo, de Chichén Itzá, en Yucatán, como una de las nuevas siete maravillas del mundo. Que permita la inclusión de las zonas arqueológicas en los proyectos del llamado Mundo Maya, impulsados por el sector Turismo, cuando su principal objetivo no es la preservación, sino el atraer cada vez un mayor número de turistas a la zona y ofrecer servicios vinculados a hoteles resort, con el agregado de tener cerca las zonas arqueológicas.

De aprobar la realización de conciertos masivos en zonas como la misma Chichén Itzá o Teotihuacán. Vale recordar que el Consejo de Arqueología aprobó la instalación de los mecanismos para el show de luz y sonido Resplandor Teotihuacano, impulsado por el gobierno del Estado de México, entonces encabezado por Enrique Peña Nieto, y empresas privadas, para lo cual se perforaron las pirámides del Sol y de la Luna en el sitio teotihuacano.

Y de acceder también en la celebración de un festival en El Tajín, donde este 21 restringió al público el paso a los monumentos Tajín Chico y el Edificio 1 por contar con pintura mural prehispánica.

¿Cuál es la diferencia entre los miles de asistentes que acuden a recibir el equinoccio de primavera y los miles que pagan altos precios por presenciar a Elton John cantando cerca de las pirámides? ¿Aceptaría el INAH gustoso la asistencia de miles de personas el 21 de marzo si quienes las llevaran fueran las empresas que se benefician con la organización de los conciertos y proyectos como el del Mundo Maya?

Apro

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