Author image

Óscar de la Borbolla

29/08/2016 - 12:00 am

Un asomo a la inmensidad

He cometido una osadía de la que me siento orgulloso por el solo hecho de haberme atrevido: intentar explicar en público el macrocosmos y el microcosmos. Aclaro que no soy físico y para hablar, por un lado de las galaxias y, por el otro, de las partículas es indispensable serlo; aunque, al parecer, no necesariamente; […]

Hay una inmensidad hacia arriba y afuera donde el tamaño de la masa de las estrellas es tan grande que el espacio se curva, donde las velocidades son tan intensas que deforman el tiempo, donde no hay puntos fijos respecto de los cuales medir la velocidad, porque sólo hay mediciones relativas entre sistemas que están moviéndose, y donde el tiempo se revela como una dimensión más del espacio. Foto: Especial
Hay una inmensidad hacia arriba y afuera donde el tamaño de la masa de las estrellas es tan grande que el espacio se curva. Foto: Especial

He cometido una osadía de la que me siento orgulloso por el solo hecho de haberme atrevido: intentar explicar en público el macrocosmos y el microcosmos. Aclaro que no soy físico y para hablar, por un lado de las galaxias y, por el otro, de las partículas es indispensable serlo; aunque, al parecer, no necesariamente; con mucha audacia y muchos años de curiosear y un poco de descaro he comprobado que con estos ingredientes también se puede.

Estoy dictando un ciclo de conferencias denominado El Hombre y la Inmensidad, en el que me propongo acercarme y acercar a mis escuchas a la comprensión de la inmensidad que, en muchos sentidos, nos rodea y que lamentablemente no apreciamos, porque nuestro mirar horizontal, al tropezar con automóviles, edificios, cerros y problemas cotidianos, nos ha vuelto miopes y nos tiene sitiados en un ámbito tan reducido que no nos deja ver más allá, más allá del constreñido mundo doméstico en el que cada quien se agita y al que, en consecuencia, le atribuye una enorme importancia.

Levantar la vista a la Vía Láctea o hundirla en el abismo de los electrones tienen la virtud de permitir que nos veamos desde otra perspectiva: ¿qué somos si todos los seres humanos que hoy existimos cabemos -como ya dije, hace un par de semanas, en en esta misma columna- en la mitad del estado de Querétaro? ¿Y qué somos si el estado de Querétaro se pierde en el mapa de la República y el país se pierde en este planeta, que tiene por diámetro la minúscula cantidad de doce mil kilómetros, comparados con los 150 mil millones de años luz que nos separan de la Vía Láctea, la que además se pierde entre las cien mil galaxias que forman esa miniatura que es el universo observable? ¿Qué somos si estamos compuestos de un número inconmensurable de partículas que simultáneamente son ondas? ¿Qué somos si a nivel cuántico no rige no digamos el sentido común, sino el principio de no contradicción que es el que nos ha permitido medio definirnos?

Hay una inmensidad hacia arriba y afuera donde el tamaño de la masa de las estrellas es tan grande que el espacio se curva, donde las velocidades son tan intensas que deforman el tiempo, donde no hay puntos fijos respecto de los cuales medir la velocidad, porque sólo hay mediciones relativas entre sistemas que están moviéndose, y donde el tiempo se revela como una dimensión más del espacio. Y hay una inmensidad hacia abajo y adentro donde la masa y la energía se transforman la una en la otra, donde no pueden simultáneamente determinarse la ubicación y la velocidad, porque es o la ubicación o la velocidad, y donde tampoco puede establecerse la energía de una partícula, pues por más breve que sea el tiempo que tarde la medición da tiempo para que la energía fluctúe entre máximos y mínimos, y donde según sean las condiciones del experimento el observador provoca lo que habrá de encontrar: onda o corpúsculo, y donde la razón fracasa y la probabilidad se impone y es exacta.

Así, cuando intentamos medir la inmensidad y la escala de los metros y los kilómetros no nos sirve y nos vemos obligados a utilizar escalas de años luz, las cosas se complican extraordinariamente y llegamos a conclusiones maravillosas: el universo estuvo comprimido en algún milisegundo posterior al Big Bang en el espacio que abarca una canica y afuera de esa canica no había nada, pues la materia junto con el tiempo y el espacio estaban adentro. ¿Adentro? Sí, adentro porque no había afuera. Ese adentro se expandió y seguimos sin que haya afuera. ¿Y contra qué ensancha sus límites el universo?, ¿hacia qué? Pues hacia nada, porque afuera no hay nada: el espacio está adentro, y de sí mismo sale el espacio que crece…

Y cuando nos abismamos en la inmensidad del microcosmos y nos proponemos entenderlo descubrimos propiedades que van contra la lógica: que las cosas sean y no sean en el mismo momento, que la materia sea corpúsculo y onda, que se comporte de acuerdo a como la buscamos, que parezca estar en varios lugares a la vez, que el tiempo vaya para atrás y para adelante, que de acuerdo con la probabilidad existan lo uno y lo otro en estado de superposición y que sea nuestra conciencia la que colapse el fenómeno para que se manifieste de uno u otro modo. Hacia arriba y hacia abajo lo que la ciencia muestra da vértigo, y ese vértigo no es otra cosa que un asomo a la inmensidad.

@oscardelaborbol

 

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas