MICROHISTORIAS: DE MISS MÉXICO A VIUDA NEGRA

04/08/2013 - 12:00 am

Autora: Natalia Arroyo Tafolla

María Teresa Landa
María Teresa Landa

“Quise matarme yo, pero lo maté a él”. Una mujer herida, puede ser muy peligrosa. Una mujer peligrosa y hermosa, puede ser absuelta de sus crímenes y para muestra, un juicio.

La fama de María Teresa Landa comenzó desde sus 18 años, al convertirse en la primera Señorita México, certamen auspiciado por Excélsior, en mayo de 1928.

“Las mujeres que estudian son tan capaces como los hombres y a menudo logran cumplir sus deberes con mayor rapidez que ellos, puesto que tenemos bastante más paciencia, somos más diligentes y podemos asimilar hechos y conocimientos con más celeridad, ¡Dios mío, van a pensar que soy una especie de feminista rabiosa! Bueno, en fin, espero que comprendan”.

María Teresa Landa en su juicio
María Teresa Landa en su juicio

Con un comentario, mucho más interesante que el de sus rivales, María Teresa, egresada de la Escuela Normal y matriculada en Odontología, se convirtió en la máxima representante de la belleza mexicana.

Viajó a otro certamen de belleza, esta vez internacional, en Galveston, Texas. Ahí, no corrió con la misma suerte, pero estuvo llena de apretadas agendas y le llovieron ofertas de trabajo, las cuales rechazó, pues en México lo esperaba el hombre al que amaba con delirio, el general Moisés Vidal. Pocos meses después, el 24 de septiembre de 1928, la pareja se unió en matrimonio.

Rindiendo su declaración en el Ministerio Público
Rindiendo su declaración en el Ministerio Público

La Señorita México 1928 cambió su mote por el de criminal, casi un año después, el 25 de agosto de 1929. El periódico Excélsior esta vez no anunciaba una noticia de la hermosa mujer, pero sí de su esposo. Moisés Vidal estaba siendo acusado de bigamia y adulterio por su esposa María Teresa, más no Landa, la mujer se apellidaba Herrejón. Resultó que el general, se había casado en Veracruz, en 1923, con otra mujer y además, tenía dos hijos. Como una ironía de la vida, ambas mujeres se llamaban María Teresa.

El bello rostro de la Miss México se llenó de ira y el sentimiento de haber sido traicionada fue el que actuó. Los reclamos no se hicieron esperar, María Teresa Landa lloraba, Vidal lo negaba todo. No fue mucho el tiempo de discusión; María Teresa tomó de una mesita, la Smith & Wesson calibre 44 de su marido y le disparó. Después intentó quitarse la vida, pero ya había vaciado todo el cargador en el cuerpo de Moisés Vidal. “Perdóname, mi amor”, “no te mueras”, “te amo”, “¿qué he hecho?” era lo único que le restaba decirle a su esposo, a quien a pesar del engaño, seguía amando.

Jesús Zavala y agentes del Ministerio Público reconstruyendo el crímen
Jesús Zavala y agentes del Ministerio Público reconstruyendo el crímen

El juicio del asesinato se llevó a cabo en la cárcel de Belén, donde Landa fue defendida por José María Lozano, ex ministro de instrucción pública de Victoriano Huerta y quien, por sus talentos en la oratoria, era apodado “El príncipe de la palabra”. Durante cinco horas, Lozano se encargó de recordar célebres crímenes pasionales, elogió a la civilización occidental y presentó a su defendida como una víctima de la sociedad, de los abusos de un hombre e incapaz de controlar sus emociones por la traición.

El luto riguroso de María Teresa mostraba su arrepentimiento ante el jurado popular; en sus últimas palabras, confesó su crimen envuelta en el dolor, diciendo que un arrebato de locura, de celos, la había llevado a asesinar al hombre que amaba.

En aquel tiempo, el jurado popular, instaurado por el gobierno de Carranza, se encargaba de dar el veredicto final ante un juicio. El dolor y la tristeza que transmitía María Teresa, aunada a la estrategia de su abogado defensor, de presentarla como alguien que disparó en defensa de sus ilusiones contra quien la deshonró, lograron que el “jurado seducido” la perdonara, la absolviera totalmente del crimen y concluyera el juicio con aplausos.

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María Teresa Landa dedicó su vida a la enseñanza en la Preparatoria no.1, donde impartió la clase de Historia Universal. Era una profesora ejemplar, que mantenía a su alumnado atento a cada historia que contaba y que además, se enfocaba en mujeres como Juana de Arco, María Antonieta y Ana Bolena.

“Era una espléndida narradora que, al exponernos con profunda intensidad episodios dramáticos protagonizados por importantes figuras históricas, nos remontaba a las épocas y a los lugares correspondientes y nos hacía estar allí como emocionados y atónitos testigos. Los alumnos admirábamos a la maestra, pero no sabíamos nada de la historia que casi 40 años atrás, le había tocado protagonizar.”, escribió el Dr. Luis de la Barreda Solórzano, quien además, incorporó el caso en su libro Jurado seducido. Las pasiones ante la justicia.

Aquel juicio, fue también el último donde participó el jurado popular, pues quedó claro que no tenían conocimientos en materia jurídica y que fácilmente podían ser influenciados y dejarse llevar por la emoción. ¿Cómo podrían meter a la cárcel a esa hermosa y traicionada mujer, quien suficiente castigo tenía con haber perdido a su amado?

Publicado por Wikimexico / Especial para SinEmbargo

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