Piden al papa Francisco que frene el nacionalismo de la Iglesia croata

05/06/2015 - 2:30 am

Vesna Bernardic

Zagreb, 5 jun (EFE).- Numerosas figuras intelectuales de Bosnia y Croacia han solicitado al papa Francisco -que este sábado visita Sarajevo- que la Iglesia no ampare al ultranacionalismo croata ni glorifique a condenados por criminales de guerra, como un paso para promover la reconciliación en la región.

En una misiva, dirigida al papa hace unas semanas, una veintena de intelectuales bosnios denuncian que la Iglesia católica (el culto mayoritario de los bosnio croatas) ha dado un tratamiento propio de héroes “a criminales de guerra convictos que salen de la cárcel”.

Como ejemplo, exponen el caso del excomandante bosnio croata Dario Kordic, condenado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) a 25 años de prisión por el asesinato de 116 civiles musulmanes, incluidos niños, mujeres y ancianos.

Estos intelectuales recuerdan que tras ser puesto en libertad el año pasado al cumplir dos tercios de la pena, Kordic fue recibido con un festejo por las autoridades croatas de Bosnia.

“Después de esta ceremonia pública siguió una santa misa y un discurso de Kordic pronunciado desde el altar”, sin ninguna palabra de arrepentimiento, denuncian.

Entre los firmantes de la carta, destaca la directora de cine Jasmila Zbanic, que en 2006 ganó el Oso de Oro en la Berlinale con la película Grbavica.

“Nos sentimos muy tristes por el hecho de que esa misma gente que recibe con alegría a criminales de guerra estén entre aquellos que reciban a su santidad y le den la bienvenida en Bosnia”, reza la misiva.

“Para que Bosnia se convierta en un país ‘normal’ hay que eliminar estos espectáculos nacionalistas del espacio público”, concluye.

En el país balcánico, dónde las heridas de la guerra civil de 1992 a 1995 no acaban de cicatrizar, los tres pueblos mayoritarios son los bosnio musulmanes; los serbobosnios, de fe ortodoxa; y los bosnio croatas, católicos.

En la vecina Croacia, donde más del 90 % de la población se declara católica y la Iglesia ha tenido un gran peso en la formación de la identidad nacional, el obispo Vlado Kosic recibió a Kordic en el aeropuerto de Zagreb y le besó la mano.

Ese recibimiento desató la protesta de organizaciones de derechos humanos y de decenas de intelectuales croatas.

En esa protesta se denunció que “los más altos dignatarios de la Iglesia católica” glorificaron y compararon con Jesucristo a un condenado por crímenes de guerra.

Varios jerarcas de la Iglesia croata mostraron en el pasado simpatías con ultranacionalistas y condenados por crímenes de guerra, cometidos contra civiles serbios, en el conflicto por la independencia de Croacia (1991-95).

Branimir Glavas, un general retirado condenado por crímenes de guerra, recibió la visita “como amigo y como obispo” del purpurado Marin Srakic, cuando emprendió en 2007 una huelga de hambre en protesta por su juicio.

Srakic se manifestó muy preocupado por la salud de Glavas, condenado por la tortura y muerte de una decena de civiles serbios, a los que no dedicó ni una palabra.

Asimismo, los obispos croatas han manifestado su pleno apoyo a la agrupación ultranacionalista de veteranos de guerra que protesta con una acampada en Zagreb desde el pasado octubre contra el actual gobierno socialdemócrata.

A finales de 2013 unas 40 organizaciones de derechos humanos croatas enviaron al papa Francisco una carta abierta para protestar por el apoyo de la Iglesia a los ultranacionalistas.

Éstos se oponen a medidas prácticas de convivencia entre las diferentes etnias de Croacia, como la introducción de carteles bilingües en grafía cirílica serbia en la ciudad de Vukovar, donde vive una importante minoría serbia.

Vesna Terselic, presidenta de la ONG “Documenta” y una de las firmantes de la citada carta, declaró a Efe que tanto la misiva croata como la bosnia “han contribuido al debate sobre el apoyo que muchos representantes de la Iglesia en Croacia y Bosnia brindan a la intolerancia”.

Drago Pilsel, hijo de emigrantes croatas nacido en Argentina, exfranciscano y activista defensor de los derechos humanos, recuerda su conmoción por el grado de nacionalismo a su llegada a Croacia en 1989.

“¿Cómo es posible que tanto el episcopado como el clero todos estos años sufran graves ataques de amnesia y no recuerden nada de los crímenes cometidos por croatas desde la desintegración de Yugoslavia?”, se pregunta.

Para Pilsel, la principal cuestión en Croacia y Bosnia para todas la comunidades es: “¿cómo lamentar las víctimas de otros, cómo admitir la culpa en la propia comunidad?”.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas