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Darío Ramírez

01/02/2018 - 12:00 am

Marco Antonio el reflejo de un sistema

La policía de Miguel Ángel Mancera detuvo arbitrariamente a Marco Antonio Sánchez Flores. Seis días de zozobra pasaron para que el menor de 17 años apareciera “en muy mal estado físico y psicológico”. Tenía un fuerte golpe en el pómulo, escribió el diario El País. En la última foto que se tuvo de Marco Antonio […]

” ¿Qué harías si a un ser querido lo suben a una patrulla sin destino conocido?”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

La policía de Miguel Ángel Mancera detuvo arbitrariamente a Marco Antonio Sánchez Flores. Seis días de zozobra pasaron para que el menor de 17 años apareciera “en muy mal estado físico y psicológico”. Tenía un fuerte golpe en el pómulo, escribió el diario El País.

En la última foto que se tuvo de Marco Antonio aparecía maniatado por un agente policiaco al norte de la Ciudad de México. Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de la capital lo subieron a una patrulla, pero nunca llegó al Ministerio Público.

Respira por un segundo. Imagina nítidamente: ¿Qué harías si a un ser querido lo suben a una patrulla sin destino conocido?

El 23 de enero, a las 16:30 Marco Antonio se encontraba con un amigo en la colonia El Rosario. Según dijo su amigo lo había acompañado a tomar fotografías. Mientras fotografiaban un grafiti, agentes de la policía se acercaron y acusaron a Marco Antonio de haber robado un celular. El menor lo negó, sin embargo, por miedo se echó a correr (y bueno, es que ¿quién no correría?) hasta que fue sometido por 4 policías. El amigo afirmó que durante la detención, Marco Antonio fue golpeado.

Los policías le dijeron al amigo de Marco Antonio que sería puesto a disposición de la agencia del MP 40, nunca llegaron ahí.

Cuando la crisis mediática por el paradero desconocido de Marco Antonio, las autoridades decidieron exponer a los dos policías para que declararan ante los medios de comunicación. El litigio mediático comenzaba. Los policías afirmaron que soltaron a Marco Antonio unas calles más adelante. Hecho no comprobable porque ahora ambos policías se han “fugado”.

Dichos contra dichos diría el clásico. Y la verdad ausente. Los padres de Marco Antonio llegaron a la agencia 40 pidiendo información de su hijo. Ante la zozobra de los padres, los agentes del ministerio público solamente comentaron: … seguro el joven “se había ido con alguna noviecilla”. Mientras tanto, la angustia de los padres crecía y se imaginaban lo peor.

Días después, en un comunicado, la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX (SSP-CDMX) se pronunció diciendo que “coadyuvaban para localizar al joven extraviado”. El comunicado no solo es de mal gusto si no que su publicación es desvergonzada:

Primero ¿“coadyuvaban”? qué cinismo si fueron agentes de esa corporación (SSP-CDMX) quienes habían desaparecido al joven de 17 años. Es decir, primero te desaparecen y luego “ayudan” a encontrarte.

Segundo, no, Marco Antonio no estaba “extraviado”. No es lo mismo estar extraviado que ser sujeto de desaparición forzada y detención arbitraria.

Porque ojo, las reglas son claras:

  1. Si la policía te pretende detener y subir a una patrulla es porque o estás cometiendo un delito, o una falta administrativa, o bien, hay una orden de por medio.

¿Qué delito estaba supuestamente cometiendo Marco Antonio para ser detenido?

  1. Una vez que te detienen, la policía debe ponerte a disposición inmediata del Ministerio Público. Sí, inmediata. Y no lo digo yo (no me crea a mí), lo dice la Constitución.

¿cuánto se tardó la patrulla en llevar a Marco Antonio al Ministerio Público? Al parecer aún no llegan.

El gobernante -aunque llamarle así sea una mera formalidad- de la CDMX cuando vio que el tema ya era del interés de la ciudadanía, entonces sí, salió a dar una conferencia de prensa en la que convenientemente no tomó preguntas de los medios (sí, conferencias de prensa donde irónicamente no se responden preguntas de la prensa). Y ahí, desde el púlpito mediático, se aventó letanía tras letanía intentando colocar en el imaginario colectivo su -supuesta- preocupación por el bienestar del joven sin asumir ninguna responsabilidad (obviamente) por la actuación de su policía. Porque eso es lo que no debe de olvidar Mancera, es su policía y está a su cargo, y por lo tanto es su responsabilidad. No es tan difícil.

Lo cierto es que no se conocen los detalles de lo que pasó porque no hay –hasta ahora- una investigación diligente.

Entonces, ¿Qué tenemos hasta ahora? Hechos confusos que solamente llevan a juicios someros que se alejan de lo que verdaderamente es necesario: impartición y procuración de justicia.

Lo cierto es que al día de hoy se desconoce qué ocurrió con el joven por más de 120 horas. Aparece golpeado y “desubicado” (y con un cambio físico notable) a 29 km de distancia del lugar donde lo subieron a la patrulla. Los policías dicen una cosa y la defensa de Marco Antonio afirma casi lo contrario. Y en lugar de dirimir el embrollo con una verdad comprobable, algunos medios de comunicación, las autoridades y la sociedad están debatiendo la gravedad del tema a base de filias y fobias, sin que se castigue con todo el peso de la ley a los responsables de delitos graves.

Por ello, aunque el joven apareció, la investigación de la Procuraduría no debe terminar ahí, y el Regente (perdón) Jefe de Gobierno, debe de facilitar, ordenar y gestionar una investigación imparcial y castigar a los responsables. Pero eso sería factible si Mancera tuviera interés en dar con la verdad y no defenderse como si nada tuviera que ver con él y su gobierno los hechos de los que fue víctima Marco Antonio.

Pero horas han pasado y el gabinete de Mancera sigue intacto. Su intención de hacer mutis y dejar pasar la tormenta indica que no asumirán ninguna responsabilidad. Y, aunado a ello, el trabajo de medios de comunicación afines al Jefe de Gobierno comienza a sembrar la duda de la inocencia de los servidores públicos de la CDMX, y claro, comienzan a descalificar a Marco Antonio.

Y cada día el caso de Marco Antonio asoma más ese surrealismo mexicano del que estamos hartos, ahora resulta que no encuentran a los dos policías y que supuestamente están asustados porque “ellos solo siguieron órdenes”, pero nada pasa. Ahora el sistema persigue a los policías que huyen por ser parte del sistema. Pero el caso de Marco Antonio no es un caso aislado, es lo que queda de un roto y fallido estado de derecho y debido proceso.

Es grave que en la CDMX ahora se hable de desaparición forzada y detención arbitraria. Es más grave que los hechos no susciten una reflexión profunda de las autoridades locales para asegurar justicia y no repetición de los sucesos. Sin embargo, estamos ante lo que se ha vuelto costumbre en México: aquí nadie es responsable de nada. Excepto las víctimas por meterse en problemas.

Al final el caso de Marco Antonio nos recuerda que no es un caso aislado sino una evidencia más del sistema en el que vivimos en esta CDMX.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

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