ENTREVISTA | Yo quiero disfrutar escribiendo y no defraudar al lector: Jorge Zepeda Patterson

02/06/2018 - 12:05 am

En un registro totalmente distinto a toda su obra producida, el escritor se anima con el ciclismo, con el Tour de France, en una novela que trata -como las anteriores- sobre la amistad, el sentimiento más importante para él. Muerte contrarreloj está siendo traducido a 10 idiomas y pronto se hará una serie en Francia con seis episodios. El riesgo valió la pena.

Ciudad de México, 2 de junio (SinEmbargo).- Jorge Zepeda Patterson dice que no quiere defraudar al lector. Ese es su objetivo. Nada más ni nada menos. Con su nueva historia, ha salido de su zona de cobijo, para arriesgarse con el ciclismo profesional, ese que vemos (o veíamos) en el Tour de France, cuando Lance Armstrong hacía de sobreviviente de sí mismo y nosotros empezábamos a descreer de la competencia.

“El ciclismo es el heroísmo”, dice el afamado escritor y periodista, empapado en un tema que no sale de sí y que para ser un experto fue a varias de las competencias, habló con los mecánicos, se subió al automóvil que persigue a los ciclistas y preguntó –un poco en broma, un poco en serio- ¿cómo harías para matar o dejar afuera a un ciclista?

Muerte contrarreloj es una novela global, para el mundo. Es la primera vez que no piensa en un público mexicano y al principio era sólo él quien creía que valía la pena hacer el libro. Sus editores desconfiaban, pero poco a poco, la historia de Marc Moreau, miembro clave del equipo cuatro veces campeón, quien es reclutado para seguir de cerca las huellas del culpable, convenció a todos.

Tanto para que en Francia se haya comprado para hacer una serie televisiva de seis capítulos y los derechos del libro se hayan traducido ya a 10 idiomas.

En Francia se hará una serie televisiva de seis capítulos y los derechos del libro tradujeron ya a 10 idiomas. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Al lado de Fiona —su novia y jefe de mecánicos— y Steve Panata —su mejor amigo y cuatro veces campeón—, Marc Moreau tendrá que decidir entre la traición, el triunfo o incluso la muerte en una frenética batalla en solitario contra el cronómetro.

Dice Jorge que quiso hacer una novela al estilo Agatha Christie, en la que “en un grupo cerrado alguien es el criminal”. Esta es la nota.

–Esta novela es algo totalmente distinto a lo que uno podría esperar de ti. ¿Es así?

–Sí. Es algo muy buscado y además me deja muy contento poder pensarme en otro tipo de desafíos. Había hecho una saga de thriller político que se nutría de mi experiencia como periodista. El objeto de estudio acababa siendo el mismo, la clase política y sus costumbres, obviamente con todos los códigos que la ficción requiere pero abrevaba de mi experiencia profesional. Yo quería probarme como autor, mi capacidad real para “ficcionar” una historia que no tuviese ningún contacto con mi biografía. Entonces sí, fue comenzar de cero con un tema que transcurre en el Tour de France, una novela de misterio, una trama criminal, aunque ni siquiera era yo un fan de hueso colorado del ciclismo. Me gusta la idea de la bicicleta y me subo en ella cuando puedo, pero nunca había sido realmente un fanático. Me gustaba ver las pruebas del ciclismo cuando caían en la televisión, pero me había atraído siempre las dosis de heroísmo que existe en este tipo de ciclismo en carretera. Pensé que ahí podría haber una historia…

–Es un deporte lleno de trampas, uno ha dejado de verlo por el dopaje…

–Había comenzado a leer y saber que el dopaje había dañado mucho al ciclismo en la opinión pública. Es un poco como cuando uno viaja al extranjero y escucha que en México todo es crimen, que si uno va caminando por la calle, dos veces al día tiene que tirarse debajo de un auto porque se desató una balacera. Pasa lo mismo con el ciclismo. Ha habido épocas en donde los controles son más laxos o el desarrollo de las drogas supera a los filtros y prácticamente todos los ciclistas tuvieron que recurrir a estimulantes o épocas cuando los filtros endurecen y se hace muy complicado cualquier intento de dopaje. Pero el ciclismo es mucho más que eso. Ahora  estamos en una época dorada, donde no ha habido un escándalo significativo recientemente. En los años en que proliferó el dopaje, más o menos todos lo hacían, el problema es que Lance Armstrong lo hacía muchísimo más sofisticado y eso lo convertía en algo injusto. Pero el esfuerzo siempre es épico. Lo que quiero decir es que el sacrificio que impone la carretera con los demás dopados o ninguno de ellos, implica un enorme sacrificio para recorrer esos 3500 kilómetros, con trepadas de montañas inverosímiles y esa es la parte que prefiero rescatar.

–Uno se acerca mucho a los ciclistas, tanto como para saber que no tienen que hacer nada mientras no corren. ¿Cómo te nutriste de tanto conocimiento?

–Para mí ha sido una novela increíblemente gozosa enterarme de todos los detalles. A diferencia de las novelas anteriores, esto fue totalmente nuevo y producto de una larga investigación. Me tomó año y medio hacer la novela, la mayor parte la pasé investigando, me fui a varias vueltas ciclistas, me acredité como reportero en el Tour de France, acompañado de los colegas que han cubierto la competencia desde hace 20 años. Me adoptaron los ciclistas y acabé haciendo grandes amigos. Hablé largo con mecánicos, con dietistas, con los chefs que van acompañando a los corredores, me hospedé en los mismos hoteles que ellos, comí en los mismos lugares, viendo qué hacían…Los nutriólogos te dicen que es tan severa la prueba que un tercio abandona, sencillamente por fatiga. Son 21 días de recorrer 200, 300 kilómetros por jornada, muchos de ellos de subida. El cuerpo pierde entre 7 mil y 8 mil calorías en cada prueba y a su vez el organismo es incapaz de absorber 8 mil calorías por día. No importa lo que uno se atiborre, el organismo no lo asimila. Entonces, era muy interesante enterarte de todos estos detalles, porque los ves caminar como ancianos cuando se bajan de la bicicleta, son personas que no se pueden permitir gastar una caloría más de la necesaria.

Los del ciclismo empiezan a mirarse como en El expreso de Oriente. Foto: Especial

–Para ti fue muy fácil entender desde el punto de vista político cómo uno es el líder y el resto lo acompaña

–Sí. En el fondo la novela es una historia sobre la amistad, son dos amigos que se conocen en los campos de entrenamiento desde adolescentes, se vuelven inseparables y con el tiempo se convierten en la mancuerna de oro que gana una y otra vez las grandes pruebas. El problema es que lo gana uno y el otro es el escudero, que es clave para su victoria, el que lo cuida para que ahorre energía y lo impulsa hasta la meta. Pero con el tiempo el escudero comienza a preguntarse si no será mejor ciclista que el otro. Y hay elementos que lo comprueban. Cuando llega el incidente que arranca la novela, hay un criminal entre ellos, se trastocan las circunstancias de tal manera que inesperadamente se coloca en posibilidades de ganar el Tour. Pero para eso tendría que traicionar al papel que ha jugado siempre y en esa medida traicionar a su amigo. Entonces es un debate entre lealtad y ambición. Yo intenté una novela en los códigos de Agatha Christie, es decir, un criminal suelto en un grupo cerrado. Los ciclistas empiezan a mirarse igual que lo harían en el Expreso de Oriente. Eso me permitió incluir en el libro esas tensiones de las novelas clásicas. ¿Será el francés? ¿Será el italiano, el polaco?

–Fiona tiene un papel fundamental en la historia de los dos amigos y en el del ciclismo

–Fiona adquiere importancia en la medida que uno va leyendo el libro, es la novia de Marc Moreau, el francocolombiano, el escudero. Él acaba siendo bombardeado por Fiona y algunos otros amigos en el sentido de que hoy por hoy es mejor ciclista que su compañero. Le muestran cómo ha sido víctima de una manipulación fraterna, amistosa y emocional de parte de Steve, el campeón, para que siempre sea su escudero. Como digo, eso empieza a germinar en su alma, pero mucho tiene que ver Fiona, que es deseada por ambos, aunque cede su amor al escudero y no al líder. Luego la información que la propia Fiona, experta en ciclismo, ofrece a su amado empieza a confrontar con Marc con el papel subordinado que hasta entonces había desempeñado. Son estas tensiones las que están puestas en la novela y además un asesino suelto.

–Vas bastante a la psicología de Marc, hablas de sus padres, de que nadie lo quería, de la maestra que lo introdujo en el ciclismo, de cuando muere la maestra…

–Esto es importantísimo porque me fascinó la psicología del escudero, que en el ciclismo se llama “doméstico” o “gregario”, lo cual dice todo. Es un oficio que impone un enorme sacrificio a los corredores, al atleta de alto rendimiento, casi autoflagelación y en última instancia, sólo son estrellas un puñado, los que terminan disputando el maillot amarillo, que es la camiseta que viste el campeón del Tour de France. Entonces, ¿cómo justificar los flagelos de tu cuerpo para seguir siendo un doméstico? Y eso requiere una psicología. Marc, además, sabe que es un muy buen ciclista y tiene grandes ofrecimientos para irse como líder a otro equipo y sin embargo él prefiere seguir siendo la segunda parte de la mancuerna de oro. Que su compañero “campeone” una y otra vez. Esto requiere una actitud, una psicología que se explica cuando el lector se topa con Steve, un triunfador, guapo, afortunado. Este Steve lo arropa, lo hace su hermano, le da su amistad incondicional; el agradecimiento de Marc, que siente que nunca ha sido querido, sella una amistad también de su parte incondicional.

“Me metí en algo nuevo y gané buenos amigos”. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

–Nada que ver con el futbol…¿verdad?

–Es que si fuera el futbol sería más o menos así: supongamos que en el Real Madrid no ganan los goles que va a meter el equipo, sino los goles que mete el número 9, es decir, Cristiano Ronaldo. Todo el equipo juega sólo para ponerle los goles a Cristiano. Y si por casualidad alguien hace un gol, ese no sirve para la puntuación. Es como si el futbol estuviera organizado así. Eso significaría que los otros jugadores son gregarios, para impedir que el capitán del equipo contrario meta un gol y auxiliares para su capitán meta los suyos. Así es el ciclismo. Hay 9 elementos por equipo y 8 se sacrifican para que el noveno, el líder, llegue a la meta antes que los capitanes de los otros. Es una lógica distinta al resto de las competencias.

–Es muy interesante esta narrativa, saber que no te has equivocado, ¿cómo hiciste para escribirla?

–Yo estuve cinco o seis meses leyendo, recorriendo vueltas ciclistas allá, hablando con toda esta gente que te dije, me llegué a subir a los automóviles de los equipos que siguen la carrera atrás de los ciclistas. Fueron muy generosos conmigo. Les hacía gracia que un novelista anduviera por ahí suelto, tratando de escribir sobre ellos y además una novela criminal. Yo preguntaba en la mesa a los ciclistas y a los mecánicos, ¿cómo matarían o eliminarían a alguien en la competencia?, les parecía divertido. Luego yo fui a Pirineos y a Los Alpes, ya fuera de competencia, a escribir y a recorrer en el auto las cuestas, un pueblito, para poder ubicar una escena. Los caminos mismos que tienen que recorrer las bicicletas, dónde puede haber pinchazos, en fin. Sí, hubo bastante investigación. Me costó mucho trabajo comparado con mis primeras tres novelas, donde hay una voz omnisciente, que todo lo sabe, a esta novela que es en primera persona, porque es mucho más difícil jalonear la trama, organizar lo que uno tiene que desenvolver. En la primera voz, cuando es simplemente la reflexión de uno, todo lo le tiene que pasar a él, tiene que enterarse de lo que le está sucediendo y es más difícil la trama, aunque es mucho más fácil comunicar al lector.

–Parece ser que el libro convenció a la televisión francesa, van a hacer una serie

–Estoy contentísimo con la traducción a 10 idiomas. Esta novela bien la podría haber hecho un húngaro, un italiano, un polaco. Incluso el hecho de hacerlo semicolombiano es un guiño romántico a Latinoamérica, ni siquiera era imprescindible. A lo que voy es que era una apuesta grande porque estoy escribiendo de algo que no es mi experiencia, pero del otro lado también ya dejé de ser el mexicano escribiendo sobre México. Incluso Milena, mi segunda novela, en su edición italiana, lleva una portada de un nopal, un desierto y una María Félix, temas que no aparecen nunca, pero se trataba de vender a “un thriller mexicano”. Yo sentía que muchos de los méritos que tienen este tipo de obras allá tienen que ver con el exotismo; quizá por eso me interesaba probarme en una historia que podría haber escrito una persona de cualquier lugar del mundo. Eso era el desafío y ahora me resulta gratificante que es una historia “babelia”, ya hay 10 países que han comprado los derechos para traducirla aun antes de que saliera en español. En efecto, la televisión francesa ha adquirido los derechos para hacer una adaptación a una serie de seis capítulos.

–¿Qué efecto va a tener en México?

–No es una novela para aficionados al ciclismo. Es una historia como El cisne negro, que fue libro y película, esa historia de ballet que describe los dramas de una mujer profesional de ese mundo y a esa tarea tan ardua, tan competitiva y autoexigente. Y la vimos sin saber nada de ballet. Las primeras reacciones que tengo de los lectores es que les gusta indistintamente si saben de ciclismo o no. Al final, es como una buena novela de ciencia ficción que disfrutemos aunque no sepamos de ciencia. Yo aspiro un poco a eso. También tengo que ser honesto y decir que no estaba pensando en el público mexicano, como el destinatario primario, entendía muy bien que va a un mercado internacional, como en efecto está sucediendo.

–¿Cómo te definirías como escritor? No tienes duda, en este aspecto has cambiado tu registro

–Yo diría que no tengo muchas dudas en el sentido de que no vivo de la escritura, gracias al momento en el que ha llegado a mi vida. Una vida hecha, resuelta, no estoy probando nada ni profesional ni económicamente. El objetivo fundamental cuando escribo es pasármela bien, que me resulte gratificante, que me sea un desafío intelectual, como estar resolviendo un crucigrama, la respuesta a un difícil rompecabezas y resolverlo te gratifica, construir una buena escena. Como he sido lector toda la vida, acabas convirtiéndote en un lector exigente y es la primera prueba que aplico a mi propia obra. Yo estaba dispuesto a correr riesgo si este proyecto no resultaba. Mis editores de Planeta no estaban tan convencidos, si ya funcionaba lo anterior, por qué hacer algo que no tiene nada que ver con mi lector, con el mercado anterior. Sin embargo, incorporó algo nuevo en mi vida, es un mundo propio, haberme sumergido en esto y ver la cantidad de temas que hay ahí, absorberlos, disfrutarlos, pues es algo que metes a la mochilita de tu vida y ya la llevas ahí. Y luego, también hay que decirlo, andar por el sur de Francia, haciendo vueltas ciclistas y luego metiéndote en un chalet para escribir en Los Alpes, no tiene nada de desagradable. Por fortuna está caminando bien, en editoriales extranjeras y me concibo como un escritor que se plantea disfrutar escribiendo. Objetivos que no van más allá de darle un buen momento al lector. Mis objetivos son bastante modestos, pues. Y algo que sea inteligente, agradable, que le diga cosas a un lector, que pueda cerrar el libro y no se sienta defraudado. Eso me parece suficiente.

–Vienen las elecciones, estás a cargo de SinEmbargo, ¿qué esperas?

–Sentimos que en procesos electorales un sitio como SinEmbargo, con Alejandro Páez y el equipo que está en la trinchera todos los días, cumple una función fundamental, justamente porque es un medio independiente, que ha alcanzado una enorme difusión, ya somos líderes en medios digitales en el país, tiene una repercusión brutal en redes sociales, y acaba siendo una de las pocas voces destinadas a compensar, a equilibrar, frente al peso que tiene el sistema y los medios oficiales que apoyan a los candidatos del sistema. Necesariamente nosotros, que no apoyamos a nadie, damos cuenta de qué es lo que está pasando. No somos los únicos afortunadamente, pero nos volvemos medios estratégicos, para el momento actual.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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