Mongolia se enfrenta a la desaparición de la milenaria cultura nómada, dice el escritor Ian Manook

02/07/2019 - 12:00 am

Mongolia “está perdiendo actualmente su relación con la cultura nómada, una relación que le había permitido mantener una tradición milenaria”, hoy incompatible con el actual objetivo modernizador”, señala Ian Manook. 

Por Jose Oliva

Barcelona, 2 de julio (EFE).- El escritor francés Ian Manook, creador de la trilogía de novela negra protagonizada por el comisario mongol Yeruldelgger, piensa que “Mongolia se enfrenta a la encrucijada de dejar atrás mil años de cultura nómada en pos de la modernidad”.

En una entrevista con Efe, Manook, seudónimo de Patrick Manoukian, que con La muerte nómada (Salamandra) ha cerrado la trilogía Yeruldelgger, ha confesado que “inicialmente había pensado sólo dos libros, que fueron escritos juntos, pero finalmente decidí hacer un tercer libro por el protagonista”.

Argumenta el autor que “al final del segundo libro, Tiempos salvajes, Yeruldelgger había conseguido acabar sus investigaciones, con un alto precio, perder a su familia, su trabajo, sus amigos, sus amores. Si había escrito las dos primeras entregas para los lectores, al personaje le debía una tercera novela para intentar darle un final ‘más amable’. Por eso, en el último libro se encuentra con muchas mujeres extraordinarias”.

Asegura que, como sucede en otros casos, el éxito de la trilogía, que ha vendido más de medio millón de ejemplares, no le llevará a ampliarla a tetralogía: “Empecé escribiendo con 65 años, ahora tengo 70 y poco tiempo por delante para escribir todo lo que quiero hacer, así que seguiré haciendo nuevas trilogías”.

Su aventura literaria comenzó cuando su hija Zoe le retó a “escribir dos libros por año cada uno con un seudónimo diferente y de género diferente. Confeccioné una lista de géneros posibles y la novela negra era el cuarto; y comencé en el género policial sin ni siquiera tradición lectora”.

Fue así como retomó a uno de los personajes que había creado en los últimos cincuenta años, un policía de Brooklyn llamado Donnelly. “Lo tomé prestado y lo trasladé a Mongolia. Era un tipo rocoso, masivo, como una piedra de granito, y el mejor entorno original que le podía dar era Mongolia, donde el paisaje es igualmente masivo y granítico”.

Se decidió “por defecto” por Mongolia pues no había tradición de novela negra en aquel país remoto de Asia, pero antes descartó otros posibles emplazamientos: “la Patagonia ya la había escrito un autor francés y muy bien, Alaska es habitual en la tradición norteamericana y en Islandia ya hay muchos escritores”.

Desde la segunda página Manook se dio cuenta de que la principal aportación de Mongolia al género negro era su vertiente chamánica: “La relación del chamán con la verdad, con la fuerza, la realidad, es un poco diferente de la que tenemos en Europa, y le da una visión original al personaje”.

En opinión de Manook, que antes de la narrativa se dedicó a la literatura de viajes, “Mongolia se encuentra en una encrucijada, después de un pasado histórico glorioso con Gengis Kan, una cultura nómada que ha durado más de mil años, tres generaciones seguidas de régimen soviético muy duro, y luego un sistema liberal capitalista a la china”.

La suerte de Yeruldelgger corre indisociable a la de Mongolia, añade: “En la primera novela es un hombre que intenta solucionar los problemas contemporáneos respetando la tradición, pero al tener que usar la fuerza se convierte en un hombre enrabiado, y en la segunda esa ira le lleva a perder el control y comenzar a perder la relación tan fuerte con la tradición”.

Mongolia, como el comisario, “está perdiendo actualmente su relación con la cultura nómada, una relación que le había permitido mantener una tradición milenaria”, hoy incompatible con el actual objetivo modernizador”.

“Resultas incompatibles, pues en la cultura nómada no hay dinero, ni noción de la propiedad”.

Manook, que viajó a Mongolia en 2008, recuerda que “el nomadismo es una técnica de supervivencia en un mundo duro, y, de hecho, no hay nomadismo sin un entorno hostil”.

“En Occidente, decimos que la estepa no pertenece a nadie, pero para un nómada es lo contrario, la estepa pertenece a todo el mundo. Siguiendo esta filosofía, cuando los nómadas dejan un lugar saben que deben dejarlo igual para el que llegue después”.

El escritor francés de origen armenio se sirve de la cultura chamánica, tan enraizada en Mongolia, para dar su propia visión del género negro: “Para los chamanes si algo pone en peligro el mundo, los humanos no son necesariamente prioritarios. En la novela negra, si hay una necesidad más fuerte, el policía puede salirse de la legalidad”.

En sus novelas Yeruldelgger aflora otro de los conflictos futuros, la escasez de agua: “Al sur de Mongolia las minas usan ya más agua que la que se utiliza para la agricultura y el consumo humano; han agotado las aguas freáticas y tienen el proyecto de desviar el agua del norte al sur, de lo que se beneficiaría China, pero a lo que se opone Rusia por que se pretende coger el agua del lago Baikal”.

Tras la trilogía Yeruldelgger, Manook ha concluido una novela sobre Brasil (Mato Grosso), ha publicado los dos primeros de una trilogía islandesa, otros dos de una trilogía americana, y ahora está escribiendo una saga histórica de 900 páginas sobre Armenia.

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