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Gustavo De la Rosa

04/08/2020 - 12:01 am

“No es mi culpa”, dice la Alianza

Es irresponsable decir que la información de López-Gatell es falsa cuando ellos mismos, en su estado, saben de la dificultad y lo complicado que resulta reunir información confiable de todos sus municipios.

Qué lástima de gobernadores que no pueden gobernar. Foto: Gobierno de Jalisco.

La incapacidad de los mandatarios estatales de pagar el costo político que representa gobernar y tomar decisiones los obliga a conducirse de manera patética. La solicitud de los nueve gobernadores que integran la Alianza Federalista para que López-Gatell renuncie porque no se ha podido controlar la epidemia del Coronavirus es una maniobra perversa, carente de solidaridad ciudadana y, lo que es peor, una actitud irresponsable e igualable a una traición en tiempos de guerra.

Pretenden, y así lo señalan, responsabilizar a López-Gatell por los terribles efectos que está teniendo la pandemia en el territorio nacional y en los estados de los quejosos. En Chihuahua, en particular Ciudad Juárez, hemos vivido los efectos terribles del virus en la población vulnerable y los obreros industriales.

México y los estados de los nueve iban muy bien mientras se ejecutaba la orden de frenar toda actividad con riesgo de contagio, logrando mantener a salvo a la población durante los meses de marzo y abril, pero al final de ese periodo la economía mexicana ya no soportaba un mes más de aislamiento.

Es difícil ignorar lo sencillo que resulta el contagio del virus y a su vez lo sencillo que es evitarlo, basta con evitar el contacto humano porque cualquiera puede ser portador, pero esto quiere decir que para combatir el contagio se debe detener a la sociedad, y al detener a la sociedad se hunde la economía. Se debía elegir, entonces, si mantener bajas las tasas de contagio, y por lo tanto de fatalidades, o arriesgarnos y reactivar la economía, con consejos e instrucciones que fácilmente podían ser olvidadas o descuidadas, aumentando el número de contagios y muertes.

El mensaje que debe darse a la población entonces es sencillo y lo repite diariamente Hugo López-Gatell: no existe medicamento que cure el Covid-19, lo único que se puede hacer es evitar el contagio y para evitarlo hay que mantener la sana distancia. Y este mensaje debe ser reproducido por cada uno de los gobernadores estatales y presidentes municipales del territorio nacional; sin embargo, colectivizarlo y lograr que todos los mexicanos lo reciban y acepten, en la lógica de los políticos, tiene el alto riesgo de fortalecer indirectamente al Gobierno federal porque es el que está definiendo la estrategia general, y para los políticos no hay mayor pecado que fortalecer al contrincante.

Tratar de convencer a la ciudadanía de tener cuidado y evitar el contagio durante cinco meses, y con poco apoyo estatal y municipal, empezó a causar incredulidad entre la población y mayor dolor a los que ya han visto morir a alguno de sus familiares, todavía sanos un mes atrás (porque casi todos los mexicanos hemos perdido a un hermano, un pariente, amigo o conocido cercano), pero a los políticos adversarios de AMLO les sigue pareciendo imposible hablar con sinceridad y honestidad a su gente, rechazando la ciencia y la realidad que enfrentamos.

Ellos sólo quieren buscar culpables, a quien responsabilizar de la epidemia y de las muertes y el dolor que sufren sus gobernados, y de manera vulgar e insensible generan grandes dudas y contradicciones en la ciudadanía para evitar que los vayan a culpar a ellos.

Es irresponsable decir que la información de López-Gatell es falsa cuando ellos mismos, en su estado, saben de la dificultad y lo complicado que resulta reunir información confiable de todos sus municipios; protestan porque se han incrementado los contagios en sus territorios, pero también exigen que haya mayor apertura económica y social, olvidando que una mayor apertura llevará a más contagios y más fallecimientos; la Alianza Federalista es incapaz de asumir su responsabilidad y de pagar el precio de gobernar, sus miembros se asemejan a los niños que quiebran un vidrio y salen corriendo, diciendo que van persiguiendo al que lo quebró.

Qué lástima de gobernadores que no pueden gobernar.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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