Stanley Kubrick, el legado

04/12/2016 - 12:03 am
Son más de 800 piezas de culto. Foto: Cortesía Cineteca Nacional
La muestra que se exhibe en la galería de la Cineteca Nacional fue montada bajo la mirada experta del realizador y guionista Juan Arturo Brennan y del crítico de cine José Antonio Valdés. Foto: Cortesía Cineteca Nacional

A la odisea visual que supone la herencia filmográfica de Stanley Kubrick, habrá que sumar la apasionante experiencia de internarse en una parte de su territorio creativo. Desde el 1o. de diciembre y hasta el 30 de julio del 2017, la Cineteca Nacional abre sus puertas al mundo artístico de uno de los más grandes autores en la historia del cine con una exhibición que ha dado la vuelta al mundo.

Fotografías, carteles, vestuario, objetos de utilería, bocetos, escenografía, guiones y apuntes personales conforman una muestra monumental del universo creado por el cineasta. Stanley Kubrick: La Exposición, tuvo como primera sede el Deutsches Filmmuseum de Frankfurt, Alemania, en 2004. Desde entonces ha mantenido los ojos bien abiertos de cinéfilos en varios países; toca el turno a la Ciudad de México tras la visita al Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.

En cada lugar, la participación local en la curaduría, original de Hans Peter Reichmann, ha ofrecido una experiencia distinta. En esta ocasión, la muestra que se exhibe en la galería de la Cineteca Nacional fue montada bajo la mirada experta del realizador y guionista Juan Arturo Brennan y del crítico de cine José Antonio Valdés. El recorrido permite comprender la evolución artística de Kubrick, desde sus primeros acercamientos a la imagen en su etapa como fotógrafo de Look Magazine, hasta su mirada revolucionaria como cineasta. De los momentos capturados en fotogramas -en donde se aprecia su sentido de la composición, la emotividad de los rostros y la captura de momentos precisos-, a la amplitud visual de la pantalla grande. Lo anterior, es posible corroborarlo en el segmento dedicado a sus cortometrajes Flying, padre (1951) y Day of the fight (1951).

Son más de 800 piezas de culto. Ahí está su primera fotografía profesional: el rostro entristecido de un voceador tras la muerte del presidente Roosevelt en 1945, por la cual le ofrecieron 25 dólares. La silla con su nombre, desde la cual dirigió algunos rodajes; el Óscar obtenido por los efectos especiales de 2001: Una odisea del espacio (1968), galería en donde debieron sumarse otras estatuillas doradas por obras tan influyentes como La naranja mecánica (1971), Barry Lyndon (1975) o Dr. Insólito (1964), por la cuales sólo fue nominado.

Los largometrajes merecieron recrear las atmósferas de cada género explorado por Kubrick: cine negro, bélico, ciencia ficción, drama de época, terror. Foto: Cortesía Cineteca Nacional.
Los largometrajes merecieron recrear las atmósferas de cada género explorado por Kubrick: cine negro, bélico, ciencia ficción, drama de época, terror. Foto: Cortesía Cineteca Nacional.

A la entrada, algunas de sus frases célebres revelan el perfil del genio, la manera en que se articulaba su pensamiento para el trabajo creativo: “La falta misma de significado de la vida obliga al hombre a crear su propio significado”, “Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado”. Los largometrajes merecieron recrear las atmósferas de cada género explorado por Kubrick: cine negro, bélico, ciencia ficción, drama de época, terror.

Hay un espacio para los maniquíes de la memorable secuencia de lucha en El beso del asesino (1955), como símbolo de los personajes manipulados por el destino, representados por Davy Gordon (Jamie Smith) y Gloria Price (Irene Kane). Carteles, fotografías, apuntes, el mensaje antibélico y las mejores escenas del infierno en las trincheras de Patrulla infernal (1957). Atuendos, bocetos y otros objetos de Espartaco (1960), incluida la célebre fotografía de los casi trescientos extras que interpretaron a los esclavos muertos en la revuelta; todos sostenían un cartel numerado y el director gritó instrucciones a cada uno sobre la postura en la que debían colocarse para la filmación.

El recinto alberga una reproducción a escala de la mesa circular de la Sala de Guerra de Dr. Insólito (1964) y el mapamundi gigante. Una de las más espectaculares salas temáticas es la de 2001: Una odisea del espacio (1968), con la presencia de uno de los primates antes del salto evolutivo, el Niño de las Estrellas, el Discovery y el modelo de la rueda centrífuga que contenía el interior de la nave interplanetaria, que en tamaño real medía más de 6 metros de altura y pesaba 30 toneladas. No faltan los trajes espaciales de su adelantada conquista del cosmos y la inquietante presencia de HAL 9000, la computadora asesina.

Vestuario y las reproducciones pictóricas que inspiraron la puesta en escena de Barry Lyndon (1975), el bar surrealista al asisten Alex y sus secuaces en La Naranja Mecánica (1971) y de El Resplandor (1980) el cuchillo con el que se defiende Wendy (Shelley Duvall), los vestidos de las gemelas siniestras, el laberinto encantado y la máquina de escribir en donde Jack (Jack Nicholson) deja testimonio de su locura.

Los proyectos inconclusos también tienen presencia, como los materiales para el sueño inalcanzado de Napoleón. Entornos que dejan al descubierto su pasión por el cine, la obra inconmensurable y la afamada búsqueda por la perfección. A la par: retrospectiva fílmica, charlas, cursos y otras actividades para adentrase de lleno a los terrenos de Kubrick.

Son más de 800 piezas de culto. Foto: Cortesía Cineteca Nacional.
Son más de 800 piezas de culto. Foto: Cortesía Cineteca Nacional.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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