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Noa Pothoven, de 17 años, sufrió tres violaciones. Le negaron la eutanasia: dejó de comer. Murió…

05/06/2019 - 4:55 pm

Noa falleció el pasado domingo en su casa, rodeada de sus familiares y amigos, tras decidir su suicidio. Habia sufrido abusos sexuales entre los 11 y 14 años, lo que provocó la depresión, el trastorno postraumático y la anorexia que padecía, y que le había mantenido enganchada a una sonda con la que se alimentó durante el último año de vida.

La clínica holandesa Levenseinde (Fin de Vida, en neerlandés) confirmó este miércoles que la joven murió por “dejar de comer y beber” y no por un proceso de eutanasia como publicaron medios de comunicación.

Madrid, 5 jun (EFE).- Una joven holandesa de 17 años, Noa Pothoven, ha decidido poner fin a su vida después de años sufriendo estrés postraumático, depresión y anorexia, consecuencia de los abusos sexuales que sufrió de pequeña, según ha confirmado su hermana.

La joven, conocida en Holanda por haber escrito su autobiografía titulada Winnen of leren (Ganar o aprender, en neerlandés), en la que reconocía haber sido víctima de abusos sexuales y agresiones cuando era más pequeña, se despidió de sus seguidores en la red social Instagram anunciando que había decidido poner fin a su vida dejando de comer y beber. Pothoven vivía en su casa en una cama de hospital.

“No me voy a andar con rodeos: voy a estar muerta como mucho en diez días. Tras años de lucha, mi lucha ha terminado. Por fin voy a ser liberada de mi sufrimiento porque es insoportable. No me intentes convencer de que esto no es bueno. Es una decisión bien considerada y definitiva”, ha escrito en su mensaje de despedida.

Según relató, había “dejado de comer y beber durante un tiempo” y subrayó que estaba “todavía respirando pero sin estar viva”, lo que la llevó “después de muchas conversaciones y revisiones” a cometer un suicidio asistido, rodeada de sus “padres, amigos, y todos los seres queridos”. La hermana de Noa ha confirmado al diario holandés AD que la menor había muerto el pasado domingo.

Pothoven, de la ciudad holandesa de Arnhem, ya afirmó en su autobiografía, publicada hace un año y premiada varias veces en Holanda, que “no tenía ningún significado” seguir con vida porque no había logrado superar los problemas psicológicos desde que sufrió los abusos.

En la última etapa de su vida, había sido ingresada en tres instituciones de atención a menores, pero según denunció su madre, la niña debía estar “en un centro psiquiátrico, pero hay una larga lista de espera” en Holanda.

En su libro, la joven explicó que había “ocultado las violaciones por vergüenza y miedo” y reconoció haberse acercado, sin compartir la idea con sus progenitores, a la clínica Levenseinde (final de vida, en neerlandés), situada en La Haya, donde preguntó por las posibilidades que existían.

“Piensan que soy muy joven. Creen que debo terminar el tratamiento psicológico y esperar a que mi cerebro esté completamente desarrollado. Eso no pasará hasta que tenga 21 años. Estoy destrozada porque no puedo esperar tanto. Revivo el miedo y el dolor a diario. Siento que mi cuerpo está aún sucio”, escribió en su biografía.

NO FUE EUTANASIA, ACLARA CLÍNICA

La clínica holandesa Levenseinde (Fin de Vida, en neerlandés) confirmó este miércoles que la joven holandesa Noa Pothoven murió por “dejar de comer y beber” y no por un proceso de eutanasia como publicaron medios de comunicación.

En un comunicado en respuesta a la prensa que se había hecho eco de la información errónea, la clínica explica que ha sido requerida para que efectuara un pronunciamiento sobre la muerte de Noa, pero subrayó que “debido a las normas de privacidad” no pueden hacer ninguna declaración al respecto.

“Para poner fin a las noticias incorrectas sobre la muerte, nos remitimos a la declaración hecha por amigos de Noa esta tarde: no murió por eutanasia. Para poner fin a su sufrimiento, dejó de comer y beber”, confirmó la clínica, situada en La Haya y a la que esta joven recurrió hace un año y medio para pedir ayuda para morir.

Levenseinde rechazó autorizar la eutanasia para esta joven, que tenía 16 años cuando recurrió a esta clínica para conocer sus posibilidades de poner fin a su vida, y los médicos le pidieron que siguiera con el tratamiento psiquiátrico y que esperara hasta que su cerebro estuviera totalmente desarrollado; es decir, a los 21 años de edad.

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