Bad boys for life retrata la crisis de la mediana edad por la que pasan los detectives Mike y Markus

08/01/2020 - 2:53 pm

Michael Bay, que dirigió tanto la primera como la segunda entrega de la saga, estrenada en 2003, cede el mando en esta ocasión a la pareja formada por Adil El Arbi y Bilall Fallah, cineastas belgas de origen marroquí que tratan de mantenerse fieles al estilo del director de Armageddon o Transformers.

Por Magdalena Tsanis

Madrid, 8 enero (EFE).- Veinticinco años después de Dos policías rebeldes, Will Smith regresa, junto a Martin Lawrence, al personaje con que empezó a despuntar en el cine, el detective Mike Lowery, en la tercera secuela de este filme de acción, Bad boys for life, que se estrena el 17 de enero y que presentaron juntos en Madrid.

Aunque ya era muy popular gracias a la serie de televisión El príncipe de Bel Air, fue con este trabajo con el que Smith inauguró una serie de taquillazos cinematográficos que lo convirtieron, a finales de los 90, en el chico de oro de Hollywood.

Títulos como Men in Black (1997), Independance Day (1996) o Enemigo público (1998) que representan otra era del cine previo a las plataformas y que Smith pugna por mantener vivo.

El actor, que ya ha cumplido 51 años, confía en haber cambiado para bien en todo este tiempo: “Me siento un poco más sabio, un poco más calmado y desde luego presto más atención a las cosas que me rodean que hace 25 años, antes iba como un caballo con orejeras, estaba ciego a muchas cosas y creo que eso lo he corregido”, aseguró a Efe.

Michael Bay, que dirigió tanto la primera como la segunda entrega de la saga, estrenada en 2003, cede el mando en esta ocasión a la pareja formada por Adil El Arbi y Bilall Fallah, cineastas belgas de origen marroquí que tratan de mantenerse fieles al estilo del director de Armageddon o Transformers quien, por cierto, hace un pequeño “cameo” en el filme.

De alguna manera la película deja en evidencia la crisis de la mediana edad. Los detectives Mike y Markus se plantean el retiro, aunque el segundo está más convencido: “Intento salirme de todo eso pero no quiero dejar a mi socio en el camino”, resumió Lawrence.

Y es que al personaje de Smith le salen a relucir unas cuentas sin resolver de su pasado que ponen en riesgo su vida y que alejan a su compañero de la ansiada jubilación, lo que se traduce, para los fans del género, en una nueva dosis de persecuciones de coches, explosiones, saltos acrobáticos, sangre y por supuesto, humor.

Dicen que han esperado tanto tiempo porque querían asegurarse de que el resultado fuera bueno. “Después de tantos años, puede decirse que casi no es una secuela sino una nueva película, queríamos asegurarnos de que tuviera entidad por sí misma”, señaló Smith.

Lo cierto es que los dos policías no parecen adaptarse muy bien a los nuevos tiempos y representan un tipo de masculinidad, infantil y violenta, algo trasnochada. “Queríamos subrayar la idea de que tienes que crecer o morir y que si no estás dispuesto a cambiar y adaptarte, estás condenado a la destrucción”, explicó el protagonista de Soy leyenda o Yo robot.

“En efecto Mike Lowery -prosiguió- intenta seguir representando esa masculinidad como de la vieja escuela, pero el mundo ha cambiado y se ha apartado de ese tipo de energía, algo que el personaje de Martin comprende mejor, él es su guía en esta moderna masculinidad”.

Smith, que con Ali (2001) consiguió su última hasta ahora nominación a los Oscar, admitió que él también ha hecho cosas extravagantes debido a la crisis de la edad.

“El día de mi 50 cumpleaños salté en paracaídas desde un helicóptero sobre el Gran Cañón de Colorado, pero no lo sentí como una cosa de crisis de la edad”, bromeó.

El reparto de Bad boys for life cuenta también con la mexicana Kate del Castillo y en la versión original puede oírse a Smith hablando algo de español. “Hablo un poco, pero mejor con un guion”, dijo a Efe.

Aunque cada entrega de estos “policías rebeldes” se ha hecho esperar, la cuarta parece que está asegurada y en fase de pre-producción y el final de Bad boys for life también apunta en ese sentido.

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