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Gustavo Sosa Núñez

08/01/2023 - 12:02 am

Ambiente y clima ¿misma tónica para 2023?

“El bombardeo mediático sobre cumbres internacionales cuyos temas centrales son el medio ambiente y el clima permite que la gente piense, momentánea y esperanzadoramente…”

Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

Es de conocimiento general que el medio ambiente se está deteriorando a una velocidad preocupante. Diversas agencias de noticias y ciudadanos participando en redes sociales dan habitualmente cuenta de ello, normalizando la preocupación al grado que la indiferencia que se buscaba combatir inicialmente acaba inconscientemente siendo fomentada.

El bombardeo mediático sobre cumbres internacionales cuyos temas centrales son el medio ambiente y el clima permite que la gente piense, momentánea y esperanzadoramente, que es posible un cambio de comportamiento en la producción y el consumo actuales que, a su vez, salve a la humanidad de su destino trágico (pues el planeta seguirá existiendo). Esto simplemente significa promover y realizar un cambio en el modelo de vida, pero para ello es crucial que nos cuestionemos varios aspectos para ubicarnos en la realidad en la que nos encontramos y trazar rutas realistas para abordar el tema, que no significa solucionarlo. Por ejemplo, ¿todos tenemos que transitar a una nueva forma de producir y consumir? ¿si hay diferencias entre pueblos, en qué radican? ¿quiénes son más responsables del contexto actual tienen que contribuir más a la solución? ¿cuál es el papel que deben tener la tecnología y la innovación en todo esto? ¿es la monetización de la protección al medio ambiente y el combate al cambio climático la mejor ruta para solucionar las problemáticas cuando hay quienes insisten que la causa del problema es el sistema capitalista? ¿se puede visualizar otro modelo económico? ¿es utópico pensar eso? ¿es un retroceso como humanidad considerar regresar a una interacción real con la naturaleza? ¿cómo se lleva a cabo una transición energética en los términos capitalistas fósiles actuales?

Estas y cuantas interrogantes emerjan son ejemplo de lo complejo que es lograr organizarse para delimitar las modificaciones por hacer, permitiendo ser realistas sobre nuestra capacidad para implementarlas. El alcance de esto forzosamente está vinculado al nivel de desarrollo que cada país tiene. El argumento de que se tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas es cierto, pues el nivel de ingreso está vinculado con el nivel de consumo y, por ende, de contribución al deterioro ambiental; pero clasificar sociedades según su compromiso ambiental y climático puede resultar irrelevante si a final de cuentas los discursos gubernamentales no empatan con los hechos y la narrativa de la catástrofe es cada vez más evidente. Basta con revisar la página web de la NASA para orientarse sobre el incesante e incremental daño ambiental que como especie estamos haciendo a escala planetaria.

Quizá ese bombardeo mediático sirva para incidir en las opiniones de las nuevas generaciones, quienes muestran una mezcla de optimismo y decepción ante la urgencia de virar el rumbo del planeta hacia nuevas economías nacionales y fuentes de energía renovables. No obstante, los tomadores de decisiones consideran una diversidad de perspectivas, actores e intereses que complejizan la consecución de sus decisiones, y la inmediatez de diversos problemas en una era post-pandémica difícilmente da cabida a problemas de mediano y largo plazo, aun cuando los efectos del deterioro ambiental y del cambio climático ya son visibles.

Todo esto continuará en el año que inicia. ¿Se puede suponer un cambio de perspectiva? El ser humano tiende a actuar cuando ya tiene el problema encima y los parches previamente puestos ya no dan resultado. ¿Será el 2023 el parteaguas para implementar lo que se ha teorizado como potenciales soluciones al contexto de degradación ambiental y de cambio climático? La tendencia parece indicar que no, pero eventos súbitos y drásticos de carácter económico, social y ambiental pueden modificar esta percepción, abonando al inicio del cambio real que es tan necesitado.

 

 

 

Gustavo Sosa Núñez
Doctor en Ciencia Política por la Universidad de East Anglia, en Norwich, Reino Unido. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Nivel 1. Sus intereses de Investigación incluyen el análisis de políticas​ públicas ambientales, sus resultados y procesos de convergencia a nivel regional. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @gssosan / @institutomora

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