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Gustavo De la Rosa

09/06/2020 - 12:02 am

Doctor Roberto Vázquez Muñoz, gracias por su vida

En 1963 fue candidato a presidente municipal por una convergencia política de todos los partidos y grupos de izquierda, desde el PPS hasta el Partido Comunista.

Roberto Vázquez Muñoz fue imprescindible para Juárez y para los activistas que ahora luchan por la transformación revolucionaria del país. Foto: Facebook, Ernesto Robles.

Este fin de semana murió uno de los hombres más importantes para esta ciudad en los últimos 60 años y fue parte de la vida de todo juarense que se hubiera acercado a él como paciente o como joven inquieto en busca del sentido de su vida.

Como galeno habrá sido el mejor de la ciudad, un médico clínico de gran calidad profesional que atendió desde los más humildes hasta los más encumbrados en la sociedad y la política durante la última mitad del Siglo XX y buena parte del XXI, y como activista político fue un marxista congruente con su interpretación de la realidad política desde su perspectiva teórica.

Quienes lo conocimos difícilmente podríamos encontrar una persona más persistente y congruente con su compromiso personal de cambiar radicalmente este país; él participó y apoyó generosamente los esfuerzos de casi todos los movimientos revolucionarios que surgieron en el territorio nacional desde la década de los sesentas, y cientos de políticos que aún viven o que murieron en la lucha o por el paso de los años, y que compartieron tiempo con él en su consultorio o en sus espacios de trabajo político, siempre lo vieron promoviendo la discusión, reflexión y maneras de llevar a la práctica sus conclusiones políticas de acción revolucionaria.

En torno a él nos reunimos, de forma más cotidiana, un puñado de jóvenes que en 1968 salíamos a la lucha para transformar este país y que buscábamos qué hacer después de Tlatelolco; recuerdo que, en una de mis primeras entrevistas con el doctor en 1969, lo primero que me entregó fue una bibliografía para entender la necesidad de la transformación revolucionaria del país de acuerdo con las propuestas teóricas de Marx, Engels y Lenin, y me dijo “primero lea estos textos y después autores más modernos”.

Recuerdo que la bibliografía incluía los textos básicos para cualquier revolucionario, Manifiesto Comunista, El 18 de brumario de Luis Bonaparte, La guerra civil en Francia, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, El Capital y muchos textos más. Desde entonces y durante estos 50 años que me reuní con él como paciente o político, siempre me preguntaba por mis lecturas.

En 1963 fue candidato a presidente municipal por una convergencia política de todos los partidos y grupos de izquierda, desde el PPS hasta el Partido Comunista, que formaron la Alianza Cívico Demócrata Juarense para su postulación; aunque obtuvo una gran cantidad de votos, en el recuento de los mismos fueron declarados nulos porque la Alianza no era un partido y los que votamos por él tuvimos que llenar su nombre en el espacio de candidatos no registrados, así la autoridad mostró que para ella aquellas voluntades expresadas con mucha mayor certeza que el cruce de un símbolo no tenían algún valor jurídico, pero nosotros estábamos seguros de que una enorme cantidad de votos se emitieron a su favor.

Así pasó de ser un médico que siempre tenía lleno su consultorio a ser un político reconocido y respetado por el poder, aunque después también perseguido.

Los partidos estructurados nacionalmente muy pronto dejaron la alianza y ésta se convirtió en una organización local que trataría de recuperar las ideas del marxismo original y volver a sus principios para transformar la realidad; la HDJ fue la organización de referencia y dirección en todos los movimientos estudiantiles y obreros que estremecieron a la ciudad durante la década de los 70 y primeros años de los 80.

Los que participábamos ahí estábamos convencidos de que construíamos la organización del proletariado que habría de tomar el poder en una gran acción revolucionaria y continuar los pasos que, en términos muy generales, había señalado Carlos Marx y que había llevado a la práctica Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, pero que habían traicionado los soviéticos apenas llegó al poder Joseph Stalin. Todos nuestros actos eran pequeñas aportaciones a este gran movimiento revolucionario del futuro.

En la Alianza enfrentamos la necesidad de participar electoralmente en 1974 y tratamos de unirnos a los compañeros de Chihuahua, formando un grupo que propusiera el llamado a votar por el Comité de Defensa Popular; increíblemente para nosotros, uno de los dirigentes de dicho Comité, tal vez el más influyente, se opuso a la participación electoral y desde Ciudad Juárez iniciamos una campaña formal recorriendo colonias, haciendo mítines y llamando a votar por la Asamblea Popular, explicando la importancia de los votos de los juarenses.

Después de algunas experiencias llegamos a la conclusión de que deberíamos tener un candidato que, con total certeza, no fuera a traicionar a sus electores y la conclusión, inspirada por el doctor, fue elegir a un burro; se consiguió al cuadrúpedo, se le propuso y se le bautizó con el nombre de Chon, y fue candidato por la Cívico Demócrata en varias elecciones.

Ese burro recibió con frecuencia más votos que los primeros candidatos de izquierda que participaron en los procesos electorales, fue adversario de López Portillo y de Miguel de la Madrid, y de todos los candidatos a gobernador y a la presidencia municipal. Durante esa época el lema era muy sencillo, “más vale un burro presidente que un presidente burro”.

La rutina de actividad política de la Alianza era increíble, reunión de planeación los miércoles, reunión de activistas los domingos temprano y salidas a la Plaza de Armas para realizar un mitin cada semana; por años lo hicimos juntos y después el doctor siguió haciéndolo, a veces casi solo, hasta que su salud se lo impidió hace algunos meses.

Vázquez Muñoz no aceptó incorporarse al proceso democrático que se inició con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, argumentando que no se iba a la Revolución y que sólo habría cambios superficiales, porque en el proceso a ganar el poder se habría descompuesto tanto el partido que difícilmente recordaría la necesidad de una revolución proletaria para transformar al país y sustituir el sistema capitalista por un sistema socialista con rumbo al comunismo. Muchos sí nos unimos al movimiento de izquierda electoral que siguió a las elecciones de 1968, pero sólo cumplimos las profecías políticas que hiciera entonces el doctor Vázquez.

Nunca perdimos la relación con él y nunca se alteró su serenidad y tranquilidad, nos criticaba respetuosamente, fue consejero para muchos de nosotros pero, hasta en los momentos más críticos que enfrentamos en la lucha electoral para transformar a México, fue imposible convencerlo de que se nos uniera.

Esto es un recuento muy sencillo y breve de una vida entregada a la idea de transformación del país y a la profesión de curar y sanar a los enfermos, y lo escribo en su homenaje, porque el tiempo pasa tan aprisa que uno deja de lado los detalles de los hombres más generosos e influyentes en la vida de una ciudad, como lo fue el doctor Roberto Vázquez Muñoz, imprescindible para Juárez y para los activistas que, gracias a él, ahora luchamos por la transformación revolucionaria del país.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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