México

En Edomex la ignoraron: “Al rato regresa”. Van 5 años. Laura busca a su hija Daniela por todo el país

11/10/2019 - 9:30 pm

La noche del 10 de marzo de 2015, Daniela Sánchez Curiel le advirtió a su ex pareja que se separaría de él y discutieron. Al día siguiente, ya no se supo más de ella. Laura Curiel Armenta, la madre, emprendió desde entonces una intensa búsqueda, pero hasta la fecha sigue sin hallar pistas de su hija.

Ciudad de México, 11 de octubre (SinEmbargo).– Daniela Mabel Sánchez Curiel, de 20 años de edad, desapareció un 11 de marzo de 2015, en Tlalnepantla, Estado de México. Desde entonces, Laura Curiel Armenta, su madre, no ha parado de buscarla en todo el país.

Laura ha vivido cinco años de lucha y búsqueda entre amenazas e intimidaciones que la llevaron al desplazamiento forzado. Aunado a eso, ha padecido la indolencia del estado y de autoridades mexiquenses que, en lugar de darle respuestas y una investigación ágil para encontrar a su hija y justicia sólo la han revictimizado, acusó.

La madre está convencida que a Daniela la desaparecieron, y el principal sospechoso es Cristian “N”, el ex novio y con quien sufrió violencia doméstica. Sin embargo, las autoridades mexiquenses no la escucharon y su caso fue tratado como una simple ausencia por voluntad propia.

“Me decían: ‘no se preocupe, al ratito regresa. Denle unos días, ella solita va a aparecer. Seguramente se fue con alguien, es muy joven’”, dijo Laura en entrevista con SinEmbargo. Del “no se preocupe, ahorita regresa” ha pasado un lustro y Laura sigue sin tener rastro de Daniela.

DESAPARICIÓN

“Ella jamás se iría sin decirme. Jamás dejaría a su hijo”, se repite enfática Laura Curiel. Daniela tenía 20 años y era mamá de un pequeño de tres años, también hijo de su novio Christian “N”.

Laura explicó que Daniela se había separado del papá de su hijo porque ya había tenía episodios de violencia con él. Sin embargo, en marzo de 2015, ella se mudó con su ex pareja y la familia de él por motivos de logística y fácil traslado a un nuevo empleo, pero que sólo sería por unos días. “Ella se regresó con él porque desafortunadamente su trabajo, le quedaba cerca de donde vivía la familia del muchacho y el muchacho”, narró Laura Curiel.

Las autoridades lanzaron una recompensa para encontrar a Daniela, pero siguen sin rastro de ella. A Laura le dijeron que tenía que esperar al menos 48 horas para interponer el reporte de desaparición. Foto: Especial

Alrededor de 20 días después, Daniela llamó a su mamá para decirle que estaba preocupada porque su ex pareja se había enojado y se salió de la casa con su hijo. Laura comentó que su hija alcanzó a explicarle que el hombre se molestó porque discutieron y ella le advirtió que ya se iba a ir de la casa la siguiente semana, platicó Daniela a su madre.

“Llovía, ese día llovía”, recordó Laura.

Madre e hija se mensajearon hasta que el hombre llegó con el pequeño. Laura dijo que quedó de llamar a Daniela al día siguiente. “Ella me conoce y sabe que si yo quedé que le iba a marcar le iba a llamar”, insiste Laura. Ese 11 de marzo, “le marqué y le marqué, y nada. Le marco, le llamo y le llamo, y desde entonces hasta ahora nada”, comentó.

CALVARIO Y DESPLAZAMIENTO

A Laura le dijeron que tenía que esperar al menos 48 horas para interponer el reporte de desaparición. La mujer no pudo esperar tanto tiempo, y a las 24 acudió a las autoridades, pero para su sorpresa no quisieron levantarle la denuncia y le dijeron que el hombre, la ex pareja, había quedado como denunciante.

Ese fue el inicio de un largo calvario, relató la madre de la víctima.

Laura no entendía porque ella no era la denunciante y le daban prioridad a él, pero aun así declaró, pues su prioridad era que buscaran a su hija. “Cuando terminé la denuncia tenía la esperanza de que esta institución encontrara a mi hija, pero te encuentras topes barreras muros”, recordó.

La madre destacó que las autoridades no hacían nada por buscar o investigar el paradero de su hija, pese a que ella iba a diario a pedir avances, no había nada.

Por recomendación de amigos acudió al entonces Procuraduría General de la República (PGR) –hoy Fiscalía General de la República (FGR)– donde le levantaron la denuncia y ahí si quedó ella como denunciante. En la PGR, se lograron algunas diligencias, como obtener la sabana de llamadas del teléfono de Daniela, la cual, arroja como último punto la casa donde vivía con su ex pareja.

Curiel Armenta ha exigido por años que el ex pareja de Daniela sea investigado, pero las autoridades hacen caso omiso, según denunció . Recordó que durante los primeros meses de la desaparición, ella incluso recibía mensajes del ex novio de Daniela. Los textos eran de burla o intimidatorios.

Uno de los mensajes decía “el muerto al pozo y el vivo al pozo”, recordó Laura.

La madre, expresó, llevó los mensajes y sus sospechas ante las autoridades, pero no se hizo nada al respecto, según denunció. Además, en al menos dos ocasiones, hombres armados, falsos ministeriales acudieron a su casa y trabajo diciendo que se la llevarían. Cuando externó a las autoridades el acoso y las amenazas, le respondieron que no esas conductas no estaban tipificadas como un delito a seguir, sin embargo, tampoco le ofrecieron o informaron sobre mecanismos de protección a víctimas.

Laura dejó su hogar. Tomó a su nieto, el hijo de Daniela, y a su hija mayor, quien también fue acosada, y tuvo que desplazarse. “Una sola tiene que irse creando sus propios protocolos de protección, yo no me fui de mi casa”, narró.

Laura explicó que, aunque todavía pide que se investigue al ex novio de Daniela, no se ha logrado que se integre un caso porque –aseguró– desde el principio la carpeta tuvo muchas irregularidades, y omisiones.

Sólo se hizo un cateo en casa de él, “pero ahora sé que se hizo mal”. Y añadió que “cuando uno pasa por eso al principio no sabes nada, que existen colectivos, los derechos que tenemos, nada uno no sabe nada, hasta después con el tiempo, porque nosotros las víctimas somos quienes nos dedicamos a buscar, a investigar a indagar”, comentó.

Daniela, de chamarra roja, era una joven alegre y tenía un bebé de tres años. Su madre afirma que la desaparecieron y que el principal sospechoso es Cristian “N”, su ex novio. Foto: Especial

BÚSQUEDA Y ACTIVISMO

De ser una empleada en un banco y tener un trabajo estable, ahora Laura se ha convertido en una reconocida activista al frente del colectivo Alondras Unidas, quienes luchan por la presentación y localización de las desaparecidas, y por verdad y justicia para sus familiares.

Aunque Laura se convirtió en una activista y ha obtenido visibilidad, reconoce que aún batalla y es revictimizada por las autoridades.

Recientemente se hizo un operativo de rastreo y búsqueda del Cerro de Cola de Caballo, un terreno por donde está la casa de su ex novio. “Yo claramente les dije que quería estar presente”, relató la mujer; pero la diligencia fue realizada sin siquiera notificarle, denunció.

Hasta días después, la mujer se enteró por terceros que ya habían realizado el operativo y que, además, la acción se realizó a menos de 15 minutos. “Me dijeron que, se fueron de ahí porque les dio miedo, ¿cómo es posible que las autoridades les de miedo?”, cuestionó.

Laura también trata es hacer incidencia política y visibilizar el fenómeno que ocurre en el Estado de México, así como la omisión y la violación de derechos humanos que constantemente cometen las autoridades, al revictimizar a las familias y víctimas indirectas del delito.

El colectivo que encabeza fue uno de las organizaciones peticionarias para la declaratoria de la Segunda Alerta de Género para el Estado de México, específicamente por el tema de desaparición de mujeres. Dicha AVG fue declarada el pasado 20 de septiembre, convirtiéndose la primera en su tipo. Laura, incluso, ya estuvo frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para exponer la grave situación de desaparición de mujeres en Edomex.

Laura no ha parado de buscar a su hija en los últimos cinco años. En este camino se convirtió en una activista y ha obtenido visibilidad, pero afirma que aún batalla y es revictimizada por las autoridades. Foto: Especial

En el Estado de México la mayoría de las desapariciones no son investigadas o tomadas desde un principio como tal, sino son tratadas como ausencias o denuncias de hechos.

De 4 mil 425 expedientes de denuncias de hechos por personas no localizadas (hombres y mujeres) en el Estado de México –entre el 4 de agosto de 2014 a diciembre de 2018–, sólo un caso había sido caracterizado o catalogado como desaparición cometida por particulares, según datos que otorgó la Fiscalía General de Justicia (FGJ) a organizaciones civiles, en febrero pasado.

Posteriormente, en junio, se modificó la cifra y la Fiscalía reveló que hasta la fecha llevaban al menos once casos judicializados por el delito de desaparición cometida por particulares.

La desaparición de niñas, adolescentes y mujeres en el Estado de México no se caracteriza como un problema público, confirmó el grupo de trabajo que decretó otra Alerta de Violencia de Género (AVG). La falta del reconocimiento, de acuerdo con el estudio de la declaratoria, ha provocado la “desarticulación de las acciones estatales y municipales encargadas de prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar dicha problemática en esa entidad.

Laura Curiel ha dicho que una de las exigencias es que el Estado de México reconozca la desaparición de mujeres como un problema de orden público; es decir, que no tiene que ver solo con violencia doméstica, como históricamente se ha tratado por parte de las autoridades.

Con la declaratoria, el Gobierno del Estado de México deberá, entre otras cosas, revisar, analizar y llevar a cabo la reclasificación de las averiguaciones previas y carpetas de investigación que no fueron iniciadas por desaparición en los últimos cinco años, particularmente en los casos en que no se consideraba delito y en los que se ha clasificado como desaparición voluntaria, así como contemplar las líneas de investigación vinculadas a otros delitos como tráfico de personas, trata de personas, secuestro u otros.

Sugeyry Romina Gándara
Ha trabajado como reportera y fotoperiodista de nota roja en Chihuahua. Los últimos años, ya radicada en CdMx, los ha dedicado a cobertura sobre temas de desaparición, seguridad y víctimas de la violencia.
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