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La presión social logró la liberación del padre, y no las autoridades: asegura Iglesia de Catemaco

14/11/2016 - 4:37 pm

Flavino Ríos, Luis Ángel Bravo, y Nava, superados por los reclamos sociales que derivaron en la liberación del sacerdote José Luis Sánchez Ruiz, de Catemaco. El trío de funcionarios quedan evidenciados por la exigencia de un pueblo insurrecto que demandó el regreso con bien de su líder espiritual. La Conferencia Episcopal y hasta Miguel Ángel Osorio Chong ejerciendo presión para lograr el regreso del cura. Pero los que se lo llevaron, lo regresaron golpeado, torturado, como una muestra de poder, amos de la vida y de la muerte.

Foto: BlogExpediente
Fue la misma diócesis la que confirmó, a las 11:07 de la mañana del domingo, la aparición de José Luis Ruiz Sánchez. Foto: BlogExpediente

Ignacio Carvajal

Ciudad de México, 14 de noviembre (SinEmbargo/BlogExpediente).- El vocero de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, Aarón Reyes dijo que nada tuvieron que ver las autoridades veracruzanas en la aparición del sacerdote José Luis Sánchez Ruiz, quien estaba reportado como desaparecido desde la madrugada del viernes, cuando personas desconocidas irrumpieron en la casa parroquial, tumbando puertas, y causando daños para llevarse al cura.

Tras 48 horas de su desaparición, el cura fue abandonado en un lugar indeterminado en las colindancias con Catemaco. Torturado y con lesiones en el cuerpo, se comunicó de inmediato con sus colegas de la Diócesis de San Andrés, que al momento de recibir la comunicación de sacerdote, entraban en vigilia y jornadas de oración por su pronto regreso.

En rueda de prensa en Catemaco, Flavino Ríos, gobernador interino, y el Fiscal Luis Ángel Reyes Bravo expresaron que la paz había regresado a Catemaco, y nada pudieron decir sobre los operativos que presuntamente montaron desde el viernes por la tarde para dar con la víctima.

El Fiscal General, Luis Ángel Bravo, presionado por la prensa, tuvo que reconocer que el aviso sobre la aparición del sacerdote, “nos lo dio la Diócesis” y que su personal “apenas nos vamos a entrevistar con el cura para iniciar las investigaciones”.

Fue la misma diócesis la que confirmó, a las 11:07 de la mañana del domingo, la aparición de José Luis Ruiz Sánchez:

“Nuestro hermano sacerdote José Luis Sánchez Ruiz (…) ha aparecido. La noticia la recibimos hace unas horas y la hemos confirmado. Efectivamente, él fue abandonado con notables huellas de tortura”, indicó un comunicado firmado por Fidencio López Plaza, obispo de San Andrés.

Para cuando Flavino Ríos, el fiscal y el titular de la SSP, José Nabor Nava Holguín arribaron a Los Tuxtlas para dar la noticia, ya el informe se encontraba en todas las agencias internacionales y nacionales.

Aarón Reyes dijo que el regreso con vida del padre no fue un éxito de las autoridades de Veracruz, sino un esfuerzo de la feligresía de veracruzana, pues todas las diócesis se sumaron en cadenas de oración para su regreso.

Además, la presión de las organizaciones defensoras de Derechos Humanos de México y d otros países, de obispos de la Conferencia episcopal, etc, que estuvieron presionando a la Secretaría de Gobernación del gobierno de la República.

El vocero también reconoció a los manifestantes de Catemaco, identificados en diversos grupos, así como a católicos que apoyaron las acciones de protestas.
Gracias a esto, dijo, el mismo Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong intervino.

La noche del sábado, más grupos de manifestantes de los pueblos indígenas arribaron a Catemaco para incrementar la presión social, mismos que se contuvieron al saber que le padre era libre.

Sobre las denuncias anunciadas por el gobernador Flavino Ríos y el Fiscal, expuso que “no sabemos cómo va terminar esto, lo importante es que el padre ya está con nosotros”.

AHORA SÍ APLICARÁN LA LEY

“Todo el peso de la ley a las personas que ocasionaron daños en Catemaco”, anunció Flavino Ríos al bajar del helicóptero que lo trasladó de Xalapa a los Tuxtlas.
Y justificó la lentitud del actuar de las autoridades: “había personas en estado alcohólico y realizando actos vandálicos; teníamos que preservar la integridad de todos los habitantes de Catemaco”.

Sobre quienes incendiaron el palacio, saquearon su casa y quemaron unidades de la policía, el alcalde de Catemaco, el tránsfuga Jorge González Azamar, le secundó:
“Eran un grupo de 100 delincuentes con capuchas, borrachos y drogados que sólo vinieron a robarse lo del palacio, mi casa y las bodegas del DIF”.

Molesto con los cuestionamientos de la prensa, se defendió y regañó a los reporteros:
“Hermano, qué querías que hiciera, más vale que haya estos daños, a que hubiera lesionados y muertos”.

El presidente municipal, alcalde de Catemaco en tres ocasiones, y por diversos partidos, señaló como los líderes de las hordas de la violencia a Wilfrido Reyes Martínez, procurador de Pueblos Indígenas y a Luis Sánchez Aguirre, el Pichirilo.

Los dos, dijo, con cuentas pendientes ante la justicia.

Luis Ángel Bravo secundó, van por quienes causaron los desmanes. Todo el peso de la ley para los responsables. Uno era el tema de la sustracción violenta al cura, y otro, acotó, los daños causados al inmueble municipal, a la comandancia y a la residencia del presidente municipal.
“No vamos a ser indiferentes ni tardíos” reiteró.

EL GLOBO SE REVENTÓ

La violencia en las calles posterior a la desaparición del presbítero, explicó el vocero, derivó tanto por este hecho como por otros más ya acumulados.

Así, la ira social se desbordó después de otros tantos secuestros, levantones, abusos, extorsiones y homicidios en la región.
“Fue un globo que se llenó y por fin reventó”, dijo el Aarón Reyes en entrevista telefónica.

Se sumó la inseguridad, la pobreza, la marginación y años y años de atropellos y mentiras cometidos por la clase política contra el pueblo.

Datos de Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indican que en Catemaco persisten todos tipos de pobreza y subdesarrollo humano.

De 45 mil 537 habitantes, el 64.5 por ciento vive en condiciones de pobreza, es decir, más de la mitad de la población.

El 67 por ciento de la población, percibe ingresos por debajo de la línea de bienestar.
El 35.8, tiene al menos tres carencias sociales.
El 26.3, muestra carencia de acceso a la comida, es decir, no hacen las tres comidas reglamentarias. O sea, no hacen las tres comidas.
El 20.6 no cuenta con acceso a servicios básicos en la vivienda.
El 82.2 no cuenta con acceso a la seguridad social.
El 34.5 no cuenta con educación básica.
Y el 31.7 no cuenta con acceso a servicios de salud.

Y así, el sacerdote José Luis Sánchez Ruiz, sus sermones, arengaba lo mismo contra las autoridades por su incapacidad en la lucha contra la delincuencia y contra malos gobernantes, mentirosos, indiferentes al rezago social y al mayor reclamo de la población: fuentes de empleo.

En este contexto, la desaparición “resultó oportuno para muchos grupos políticos y sociales”.

Aun así, agradeció sus muestras de apoyo.

Desde su arribo a Catemaco, dos años atrás, José Luis Sánchez Ruiz comenzó con la lucha social, los sermones incendiarios y las protestas.

La última, la encabezó contra cobros injustos aplicados por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y el cura estuvo manifestándose en las instalaciones de esa dependencia acompañado por Wilfrido Reyes y sus pueblos indígenas, en este tenor, resultó comprensible y necesaria la presencia de los pueblos indígenas presionando a las autoridades para el regreso de la víctima.

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