ENTREVISTA | Siempre escribo contra mí mismo: Élmer Mendoza regresa a su detective Mendieta

14/12/2015 - 12:00 am

Recuperado de algunos problemas de salud que lo tuvieron a mal traer en los últimos dos años, el escritor inicia una etapa de grandes sueños literarios en su nueva casa editorial, Penguin Random House, con una novela negra, donde México y el narco vuelven a dar sustancia a sus historias

Foto: Francisco Cañedo
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México,  14 de diciembre (SinEmbargo).- El género de la novela negra es lo suyo y dice de su compatriota y amigo Paco Ignacio Taibo II, que es el gran jefe de dicha especialidad literaria. Claro que cuando el mundo lector habla de Élmer Mendoza (Culiacán, 1949), también se refiere a él como el gran jefe de jefes de las intrigas policiales vividas y reseñadas por su personaje emblemático, el Zurdo Mendieta.

El conocido y querido autor de El amante de Janis Joplin acepta el liderazgo con esa elegancia amable que lo caracteriza, no sin antes aclarar sus propósitos verdaderos: lo que él quiere ser es el amo y señor de su escritura, una materia para la que conserva siempre grandes planes y nobles ambiciones.

Porque a lo largo de una carrera profesional a la que decidió dedicarse de lleno a los 28 años de edad, lo que siempre ha querido Élmer es escribir mejor cada día y, al hacerlo, hablar del México que lo parió hace 66 años. Hablar de su país y hablar del dolor que encierra a su país en una prisión con las llaves para adentro, donde la libertad siempre está al alcance de la mano, tan lejos, tan cerca de los 100 millones de habitantes.

Vuelve a la literatura con una novela pausada, que escribió al borde de la desesperación, con el ojo vigilante de la medicina y de su amante esposa Leonor que marcaban tarjeta roja cuando el Zurdo Mendieta, protagonista de Besar al detective, lo sofocaba demasiado.

El ritmo lento y contenido de una novela que publica por primera vez en Penguin Random House luego de abandonar –un asunto que todavía considera “ríspido” de tratar- Tusquets, su editorial de toda la vida, derivó en lo que podría considerarse una de sus grandes obras, sobre todo porque la apuesta por el lenguaje –con diálogos enunciados como si de un monólogo interior a dos voces se tratara- es alta y la cumple Élmer con una voluntad de orfebre.

En Besar al detective, los pobres resultados de la investigación sobre el sangriento homicidio de un adivinador obligan a Mendieta a echar mano de sus contactos dentro del oscuro mundo del narcotráfico. Pero, como todos los favores, ninguno es gratuito.

Esta búsqueda lo pone de nuevo en la mira y al reencuentro con su vieja amiga Samantha Valdés, jefa del Cártel del Pacífico, quien tras sufrir un atentado se halla convaleciente en un hospital, rodeada de inútiles agentes especiales y un desconfiado ejército mexicano.

Como pago por la información sobre el homicida del adivino, al Zurdo no le queda más remedio que ayudar a la jefa a escapar. Lo consiguen mediante un plan descabellado y mucha adrenalina, aunque el rostro del detective es identificado y su misión queda truncada.

En la clandestinidad y con un futuro incierto, el Zurdo revive un traumático evento que remueve su miedo y lo regresa a la calle: su hijo ha sido secuestrado en Los Ángeles. Con ayuda del cártel viaja a Estados Unidos, donde descubre una enmarañada situación en la que reina la confusión operada por el FBI, que esconde intereses de gran alcance que Mendieta no alcanza a vislumbrar.

Llamado por su colega y amigo el español Arturo Pérez Reverte, “el patriarca de la literatura policial en México”, Élmer Mendoza lo hizo de nuevo: aquí va la entrevista a un autor inquieto y poco concesivo como pocos, el que aprendió a sangre y fuego que escribir es, después de todo, una tarea para la cual te va la vida en ello.

–Es raro el tratamiento con los diálogos en Besar al detective

–Es que siempre escribo contra mí mismo, contra lo que hice antes. La idea mía es que con cada novela no se acaba el estilo, no se perfila totalmente lo que quiero hacer. Cada libro debe ofrecer una forma distinta y pensaba en ese sentido que trabajar con los mismos personajes me iba a facilitar en algo ese tema y fue al revés. Creo que la clave de la escritura consiste en empezar de cero cada novela, cada trabajo. Evidentemente soy más hábil que al principio, tengo más experiencia y todo, pero partir con ese pensamiento de empezar de cero me permite reinventarme sin rubor, sin tener cargos de conciencia. Me reinvento y me siento bien.

–Sobre todo porque hay muchos lectores que empiezan de cero a leer a un autor…

–Exactamente. Y eso es lo que debe ocurrir. Si una novela es buena debe bastarse por sí misma. Puede darse la saga de ese lujo, de que un lector que no conoce nada puede empezar por cualquiera de las novelas. Si la saga está bien hecha, claro.

–En una novela de género donde hay un detective, un periodista, un cadáver, ¿por dónde buscas la innovación, por el lenguaje, por las circunstancias de la historia?

–Por el lenguaje, sin ninguna duda. Ni del escenario ni de las situaciones. Lo importante es el lenguaje. Las cosas que puedo hacer y que no hice antes: la estructura de los diálogos que me marcabas, las atmósferas narrativas, algunos elementos que antes creía que eran mejor breves, ahora las alargo y viceversa, ese juego constante de la escritura, de reinvención del discurso.

–Hay una clave que está muy aceitada en todos tus libros del último tiempo, sean novelas de género o no y esa clave es el humor

–Sí, porque ¿sabes una cosa?, siempre que tengo que hablar de los libros tengo que hablar del humor. Los lectores mexicanos y también los de afuera suelen quejarse de lo trágica que a veces resulta la literatura en nuestro país y cómo nos cuesta manejar el humor a los escritores. Quizás en algún momento tomé conciencia de que debía trabajar ese aspecto. Claro que mi humor es bastante norteño y de vez en cuando consigo el efecto deseado en el lector. Cuando presenté Balas de plata en Berlín leí un capítulo muy corto y lleno de humor, cuando vi que los alemanes se reían, me dije: -Ya los tengo.

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Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–Dices que tu humor es norteño y directo, pero encuentro también mucha ironía

–¡Sí! ¡Esa es la clave! ¡La ironía! Es un humor que sea ironía a la vez. Podemos hacer humor con nosotros mismos básicamente siendo irónicos y eso lo tomé de la Europa Oriental. Ellos sí tenían que cuidar el cutis todo el tiempo…

–Hablando de tus maestros, quizás sacaste las atmósferas trágicas de Juan Rulfo y el humor de Fernando del Paso

–Bueno…sí, creo que sí. Aunque el aspecto humorístico lo pensé mucho leyendo Pedro Páramo y algo también del Llano en llamas. El humor inesperado de Fernando del Paso también me ha ayudado mucho. Seguir a los maestros me ha sido muy útil, pues son una base muy sólida de la literatura mexicana y en el juego de seguirlos persiste el juego de trascenderlos, lo cual constituye un reto inmenso.

–¿Es importante escribir bien cuando se escribe una novela policial?

–Bueno, escribir sobre el género es un asunto muy serio o al menos yo me lo tomo así. Los chicos Francisco Haghenbeck, Imanol Caneyada, Bef…están interesados en decirle a los lectores mexicanos de qué se trata esto de hacer novela negra en México y ellos me han tomado como parte de sus maestros y creo que es por eso, por la seriedad con la que asumo el género, por todo lo que tiene que ver con el estilo. No veo por qué la novela negra tiene que ser una novela despojada de ambiciones estilísticas.

–Y siempre hablas de México en tus novelas

–Sí, porque escribir novelas de género obliga también a ser fieles a la época y a las circunstancias que te rodean. El hecho literario es una circunstancia y me interesa trascender esa circunstancia. Quiero que mis libros se reconozcan porque están bien escritos y se destaquen además porque el lector encuentra en ellos una propuesta dentro del trabajo con el discurso narrativo. Hay un México que nos toca narrar y ese México es el del dolor, de la injusticia, de la desesperanza, de la corrupción.

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Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

EN MÉXICO NO EXISTE LA IZQUIERDA

–El continente latinoamericano se está derechizando…

–Bueno, en México la izquierda no existe. No va a ganar en México. La izquierda ha dejado pasar aspectos muy importantes que hacen a la explicación del país. La izquierda está metida en los enfrentamientos partidarios, pero no en los problemas reales que hay en nuestra nación. Hacer un programa para resolver los problemas económicos y sociales de México exige hacer estudios muy profundos y serios al respecto. Ellos hablan como por encima…

–Bueno, la derecha igual

­–Pero eso es lo que hace la derecha, eso no me extraña. Que la izquierda mexicana haya abandonado el trabajo profundo con su pueblo es lo tremendo, lo problemático. Se me hace algo muy grave, escuchamos a merolicos que hablan con altavoces y encima hacen esas alianzas con la derecha…¿Qué les pasa?

­–Eres un escritor que no se pronuncia públicamente acerca de la política, ¿es algo deliberado?

–Sí, es una decisión. Soy un superviviente de varias cosas que tienen que ver con el trabajo político y eso me ha desencantado. Claro que en mis novelas hago señalamientos sin ningún miedo y cuando se ofrece doy declaraciones o firmo actas de apoyo para alguna causa en la que creo. ¡Es un país con 40 millones de pobres y se ponen a hablar de legalizar la cannabis! Por favor, señores, la cannabis está legalizada en México hace rato.

–¿Cómo es vivir en Culiacán?

–Nada peligroso. Sólo tenemos mala prensa. Ahora planeamos con Leonor repartir el tiempo en algunas otras ciudades, pero siempre vuelvo a Culiacán, allí nací y allí soy feliz.

–¿Es un tema ríspido hablar de tu cambio de editorial?

–Sí, es ríspido. He sido muy bien tratado por Tusquets y Planeta, me hicieron sentir muy a gusto. Y en Random también. La diferencia es que ahora veo mi libro en todas partes. Mi referencia era el aeropuerto de Culiacán. Siempre quise verme allí y el otro día entré a la librería del aeropuerto y encontré un ejemplar de Besar al detective.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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