El segundo Grito en el Zócalo del DF: Niños “basculeados”, abucheo a hija de EPN, acarreo

16/09/2014 - 2:30 am

Ciudad de México, 16 de septiembre (SinEmbargo).– La noche tricolor se transforma pronto y ya no hay marcha atrás. Apenas son las diez de la noche y la multitud ya grita. El Cura Miguel Hidalgo y Costilla llamó a una revuelta para luchar por la Independencia de la Corona española de Fernando VII; pero 204 años después ni de los corazones, ni del ronco pecho sale un: “¡Viva México! Aquí, en Venustiano Carranza y Cinco de Febrero, en el Centro Histórico Capitalino, rebota un “¡ay, ay, ay!” diferente, opuesto a la celebración, más cercano a la rabia, más entonado en la rechifla que mienta la madre.

-¡Es la hija de La Gaviota! –comunica un hombre que se ha puesto enfrente de la Suburban que transporta a la actriz Sofía Castro, la hija biológica de Angélica Rivera de Peña y el productor de televisión, José Alberto “El Güero” Castro. Sofía, una de las inquilinas de la Residencia Oficial de Los Pinos y reconocida como “hija” por el Presidente Enrique Peña Nieto.

Cientos de personas se interponen. Forman su valla. No dejan de gritar, de aventarle espuma al vehículo. En pocos minutos, están de acuerdo: “Por aquí, no pasará”. Y los gritos son como remolinos: “Que camine como todos”. “Que no entre”. “No hay paso”. “Culeeeeros”. “Putooos”. Y un golpeteo de tras, tras, trás agobia a esa camioneta negra. Tras el cristal, Sofía Castro manda mensajes de texto y habla por el celular. Está en vestido de gala con aplicaciones en plata. Con las horas, las redes sociales traerán la noticia que es un diseño de Kris Goyri. Y, juegos del destino, su vehículo ha quedado justo a un costado de la leyenda “Soy totalmente Palacio” del emblemático almacén en el Centro Histórico. Un miembro del Estado Mayor Presidencial viene a montar guardia en su puerta. La gritería continúa compante, impecable. Si esta secuencia se pensara sin Suburban y sin teléfonos celulares, se parecería a una novela de Joaquín Fernández de Lizardi: las castas que reclaman a las doncellas que bajen de su carruajes en la Nueva España:

-¡Que camine como todos! ¡Que se baje! ¡Ya no hay pasoooo!

-¡Que se baje la Princesa!

La Suburban y otra con cristales polarizados que la custodia reviran. Tienen ayuda de las ambulancias de la Cruz Roja que habían sido desplegadas para atender a los asistentes a la Fiesta Patria. Dobla por Cinco de Febrero.

Pero ya es tarde.

Los hijos de la pareja de Los Pinos –una de las familias más numerosas que ha ocupado esa residencia oficial- no aparecen a cuadro a esa hora que el Presidente arenga:

-¡Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad!”

-¡Viva Hidalgo!

-¡Viva Morelos!

– ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!

-¡Viva Allende!

-¡Viva Aldama!

– ¡Viva Galeana!

-¡Viva Matamoros!

-¡Viva México!”

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Estreno de la Gendarmería. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

EL SEGUNDO GRITO DE ENRIQUE PEÑA NIETO

Si a las 20:00 horas, la Plaza de la Constitución luce con unos 30 mil asistentes, es difícil creer que en tres horas, estará llena. Pero sucede. A las 22:00 horas se prohibe el paso. No para todos.

-Somos los de “La Voz México” –indica  alguien. Venimos nada más por nuestra camioneta.

Y entonces, un grupo de diez jóvenes atraviesan la valla verde sostenida por los brazos de miembros de la Policía Federal.

Y entonces, surge el reclamo, el “yo también soy funcionario”. Los “¿Por qué sólo los televisos?” Lo que a fuerza de repetición en los eventos del Presidente Enrique Peña Nieto se está convirtiendo en lugar común: “¿Pues no que el Zócalo es pá todos?” Lo pregunta una mujer de 65 años que a esta hora ya no puede pasar por nada del mundo. Como otros tantos. La multitud se desvanece, algunos se van, otros gritan sus quejas al aire. La peatonal Madero es una colección de silbatos y rechiflas. Le pasa lo mismo a la semipeatonal 16 de Septiembre.

Es la noche en que debuta la Gendarmería Nacional. Después de tres meses de retraso, el organismo creado por decreto por el Jefe del Ejecutivo, con cinco mil elementos de proximidad y reacción, tiene el escenario del Zócalo para sí. Ha elegido un operativo rígido para la ocasión que no cede en tácticas de mano, de auscultación, de búsqueda de armas y pistolas. Así, adquiere aquí, en el termómetro político del país, las primeras quejas de su actuar ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Para ingresar esta noche al Zócalo todos son revisados. Los gendarmes con el flamante uniforme usan esa técnica en que una mano recorre los cuerpos. Es para todos. También para los niños. Y las fotos le dan vuelta al Twitter y a Facebook. Y el activista Daniel Gershenson llama a la CNDH para poner la queja de inmediato y pedir observadores; pero nadie le contesta en esta noche de Grito. El flujo de quienes quieren tocar el corazón del Zócalo continúa. La vida también avanza. Prueba de ello es que la cantante Lucero ya está lista para aparecer vestida de charra en el escenario montado en el Zócalo y cantar en vivo “Mi ciudad” del autor Guadalupe Trigo. Como en una apuesta a que el olvido ha sepultado esas fotos suyas en un rito de iniciación de cacería, dice: “Ay, qué bueno estar entre todos ustedes”.

Es ella –la emblemática conductora del Teletón, organizado por Televisa- quien recibe el primer abucheo de la noche. No es escandaloso. Ese le llegará al Presidente Enrique Peña Nieto apenas aparezca en el Balcón Presidencial. Porque en este su segundo Grito, dos elementos ya son comunes: el clamor uniforme de ¡Peña! ¡Peña! y el de ¡Fascista! que lucha por opacarlo. En la televisión, a veces gana uno; pero el otro no se rinde. Y así, batallan uno contra otro.

Pero eso todavía no ocurre. Ahora, la Banda MS interpreta “El Patrón”, una letra que en el esquema del narcocorrido degrada a la prepotencia de quienes en estos tiempos usan “camionetón”. Es posible bailar. Hay espacios entre la gente.  En realidad, está semivacío a las 20:00 horas cuando sólo faltan tres horas para que el Presidente tome entre sus manos la bandera nacional. Si el Zócalo es una memoria de la historia antigua y reciente, ahora mismo dice que hace quince días el Estado Mayor Presidencial lo convirtió en un estacionamiento. Los invitados al Segundo Informe de Gobierno estacionaron aquí las gigantes camionetas, y el paisaje se convirtió en una llanura de verdes y grises entre Suburban, Tahoe, Grand Cherokee, Path Finder o Navigator. Descendían gobernadores, líderes sindicales, empresarios y periodistas invitados a la ceremonia. Llegaban sólo invitados.

Este 15 de Septiembre, el cielo luce sin nubes y se vaticina un anochecer diáfano; es un buen cielo para las luces pirotécnicas que cada noche de 15 de Septiembre deben verse en los pueblos y las ciudades de México. El año pasado, ese cielo fue más difícil. Cuando no llovía, la amenaza surcaba sin remedio. La noche del Grito, las cosas ocurrieron de otro modo: este mismo Zócalo estuvo ocupado por 40 mil profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) hasta el 14 de Septiembre. Con un campamento de casitas amarillas se opusieron a la Reforma Educativa del Presidente Enrique Peña Nieto. Pero un operativo de Granaderos de al Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal los desalojó. Los disidentes, con cobijas, casas de campaña y comida en mano, tuvieron que irse del corazón del país.

LEER:
REVISIÓN DE NIÑOS | EL ACARREO | LA PROTESTA

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A ver el espectáculo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

***

El Presidente Enrique Peña Nieto sale al Balcón Presidencial acompañado de su esposa, Angélica Rivera. Él va en su acostumbrado traje oscuro. Ella, en vestido largo que combina al negro con el rosa mexicano. Ha salido al Balcón a una ceremonia que no alcanza el minuto. Nadie detiene la rechifla ni los gritos de “Fuera Peña” o “Fascista”. Ni siquiera esas decenas de personas que descendieron desde las 16:00 horas de camiones apostados detrás del Palacio de las Bellas Artes o en Venustiano Carranza, la misma calle por donde intentó ingresar a la Plaza, Sofía Castro. Son Mercedes Benz. Vienen de Hidalgo, el Estado de México. También del Norte: Coahuila y Sonora.

En este su Segundo Grito, el Presidente se ha quedado a cenar. El año pasado tuvo que abandonar El Palacio Nacional para atender los destrozos que los huracanes “Ingrid” y “Manuel” dejaron en el Pacífico Sur. La fiesta se quedó tras de sí, con ese gasto de 17 millones 422 mil pesos; 22 por ciento más de lo que erogó en su último Grito Felipe Calderón.

Esta vez, también es tiempo de huracanes. “Odile” no ha tenido piedad con Baja California Sur, Baja California, Sonora y Sinaloa. A la hora de la cena llueve mucho en el Noroeste de México. Pero en efecto, hay tópicos de acero: por ejemplo, Luis Felipe Puente Espinoza –un licenciado en Turismo sin experiencia en la prevención de desastres naturales- se mantiene en su cargo y esta noche, debe abocarse a elaborar otro saldo. Como cuando el año pasado se celebró la Independencia de México.

 

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No tanta gente. De hecho, poca. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

 

Los niños también fueron revisados por los elementos de seguridad. Foto: Cuartoscuro
Los niños también fueron revisados por los elementos de seguridad. Foto: Cuartoscuro

 “Mal, muy mal estamos al permitir que las violaciones a los derechos humanos de los niños se vuelvan la nueva normalidad del peñanietismo: es algo mucho más grave que convertir la plancha del Zócalo en estacionamiento de lujo, como sucedió el primero de septiembre pasado, sin que Miguel Ángel Mancera dijera ni pío”, dijo el activista Daniel Gershenson.

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Acarreo. Fotos: Redes sociales
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Desde los estados del PRI. Fotos: Redes sociales

Y EL AÑO PASADO…

Hace un año, a las once de la noche, el Presidente Enrique Peña Nieto gritó: ¡Viva México! y el sonido de la rechifla y los abucheos empañaron el coro tradicional de su primera arenga en el Balcón de Palacio Nacional.

Acompañado de su esposa, Angélica Rivera -en vestido verde-, y los seis hijos de ambos, salió al balcón de ese recinto del poder Ejecutivo en una ceremonia muy breve que ni siquiera alcanzó un minuto. Le gritó vivas a los héroes de la Independencia, pero no a Emiliano Zapata -caudillo de la Revolución- como hicieron sus predecesores desde Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

Unos 50 camiones con placas de Cuautitlán Izcalli, Nicolás Romero y otros municipios del Estado de México, además de Tepeji del Río, Hidalgo -donde gobierna el PRI- llegaron desde las 18:00 horas a las calles que rodean el Centro Histórico y su imagen, difundida en las redes sociales, integraron un argumento para indicar que a la fiesta de Independencia habrían asistido “acarreados”.

Así transcurrió el primer Grito de Enrique Peña Nieto hace un año. El Zócalo relucía de limpio, pero dos elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, apostados en Madero e Isabel la Católica, confesaron cansancio acumulado. Dijeron que desde la tarde del viernes se dedicaron a resguardar este cuadro. Que por participar en el desalojo del plantón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)  fueron felicitados por los mandos superiores, pero que era la hora en que el sueño no había llegado.

LEER LA CRÓNICA COMPLETA DE HACE UN AÑO AQUÍ

La agencia Cuartoscuro documentó el acarreo de personas desde el Estado de México, hace un año…

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Todos de rojo. Foto: Cuartoscuro
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Con sus despensas. Foto: Cuartoscuro
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Desde Edomex. Foto: Cuartoscuro
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Saludo con torta. Foto: Cuartoscuro

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