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Hilda García

18/01/2013 - 12:00 am

Armas, videos, violencia

La polémica persiste. Ya en su momento se ha hablado de la fuerza de los medios a través de programas que pueden generar violencia. Otros más dicen que si la gente se queda viendo televisión o películas quizá no haya tanta violencia porque la gente está en su casa. Sin embargo, dentro de la guerra que […]

La polémica persiste. Ya en su momento se ha hablado de la fuerza de los medios a través de programas que pueden generar violencia. Otros más dicen que si la gente se queda viendo televisión o películas quizá no haya tanta violencia porque la gente está en su casa. Sin embargo, dentro de la guerra que se da ahora en Estados Unidos sobre el tema de la regularización de las armas, de alguna manera la industria cinematográfica y de los videojuegos tuvo varias menciones a propósito de la violencia ocurrida tanto en Aurora, Colorado y Newton, Connecticut.

Y es que por ejemplo, la inspiración del asesino de Aurora, Colorado fue nada más ni nada menos que el personaje del Guasón de la película Batman. 23 medidas fueron enviadas por Barack Obama al Congreso para frenar los incidentes que han dejado asombrados a la opinión pública, no sólo por lo ocurrido y las muertes que han dejado, sino por la edad de los asesinos y de los muertos.  Prácticamente el asesino de Connecticut, a sus 18 años, es otro niño que mató a 26 personas; 20 de ellos no superaban los ocho años de edad.

Y si bien no se habla de conexiones entre la industria del entretenimiento en general, sí hay un llamado por parte de la Casa Blanca a realizar una investigación sobre los efectos de los medios y los videojuegos en la violencia con armas. En particular se llama a investigar la relación entre videojuegos, imágenes en los medios y la violencia y se solicita al Congreso una inversión de 10 millones de dólares para el estudio.

Durante las acusaciones que se hicieron en el momento en contra de los propietarios de armas y las virulentas respuestas dadas por la Asociación Nacional del Rifle en Estados Unidos, estos últimos acusaron a la industria del entretenimiento en general como responsables de la violencia. Incluso mencionaron películas como American Psycho y Asesinos por naturaleza, así como vidoejuegos como Mortal Kombat y Grand Theft Auto.

Uno de los puntos que discuten los defensores de videojuegos y de películas violentas es que ese tipo de muertes ocurre sólo en Estados Unidos y no en otros países. Este podría ser un punto a considerar a favor. ¿Pero es que acaso saben que ayer asesinaron a seis mujeres en Guatemala? ¿O que comandos enteros entran en fiestas de quinceañeras, bodas o funerales para cobrar cuentas en México? ¿Y que tenemos nuestros “Warriors” en El Salvador a través de las Maras?

No hablo de limitar ni la libertad de expresión, ni la de tránsito, ni la de defensa. De hecho me muestro partidaria de programas de televisión con agudos puntos de vista sobre la política, la religión, la sexualidad. Pero se deben entender también nuevas consideraciones en cuanto a la violencia, a la cual, pareciera que nos estamos acostumbrando. Hay gritos entre padres e hijos, entre padres o ex parejas, y hasta entre peatones y gente que maneja sus autos. Podríamos poner mil ejemplos. Y quizá no es la programación, quizá no son los juegos de video, quizá sea que nos hemos olvidado de los seres humanos y de ser personas. Pero este mismo debate se ha generado en nuestros países. No sólo en Estados Unidos.

Telemundo lanzó en el 2011 la telenovela La Reina del Sur, protagonizada por Kate del Castillo. Fue todo un éxito. Con un presupuesto de 10 millones de dólares se convirtió en la producción más ambiciosa entre Telemundo y Televisión Española basada en la novela de Arturo Pérez Reverte. Ese éxito demostró que temas de suspenso también podrían ser integrados y transmitieron La Casa de al Lado.

A partir de ahí fue cada vez más común ver que la línea de sus telenovelas en horario estelar tuvieron un rasgo más centrado en los personajes turbios del narcotráfico o de agentes antinarcóticos en producciones que tratan de simular los éxitos de series como La Ley y el Orden.

Esta semana está por finalizar la telenovela El Patrón del Mal, la biografía del narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria. Producida por la colombiana Radio Caracol entre 2009 y 2012 fue transmitida también en Telemundo a partir de junio del año pasado cerrando con un gran rating.

Los debates no se dejaron hacer sentir. Al hacer la mezcla de pasajes reales con los ficticios hay quienes consideraban que esto era darle fuerza a los grandes personajes de la violencia y el narcotráfico. De hecho, la manera como se justificó la novela fue: quien no conoce su historia está condenado a repetirla. La violencia y la sangre están. Las balaceras, los comandos entrando a las cárceles, a las casas, los asesinatos de los políticos, los periodistas y la manera como vivieron el secuestro familiares de funcionarios públicos y reporteros.

Termina la novela y la manera como la empresa los vuelve a presentar es que Pablo Escobar Gaviria no le temía a nada ni a nadie, sólo respetaba a otro narco más: al “Señor de los Cielos”. Así que la zaga tiene ahora como protagonista a Amado Carrillo y comienza la próxima semana. La discusión es la misma. Se cree que se enaltece la violencia o figuras que engendran y promueven más la violencia. Otros más piensan que son personalidades que por lo reciente de un pasado que aún se vive y se percibe, es algo que debe conocerse y que los ratings muestran tal cual, como la gente necesita saber qué ha pasado y de qué manera es que los países y su gente han sufrido los graves problemas del narcotráfico.

Lo mismo ha sido un éxito la película de Quentin Tarantino, Django sin cadenas. La respuesta que tanto él como otros directores y actores dan es que la gente no confunde lo real de lo ficticio y que por eso no deberían ligarse los temas de manera que uno sea consecuencia del otro.

A la vez tenemos el mismo debate desde que los Tigres del Norte comenzaron a cobrar fuerza con los narcocorridos o ahora con la “Generación Bang” que habla del narcotráfico.  Pero algo debemos entender: el tema de la violencia o el narcotráfico no es si las novelas, telenovelas, películas, canciones o videojuegos generan más violencia, es la violencia la que está en nuestras vidas y los medios se han convertido en el reflejo de lo que tenemos en la vida cotidiana. De lo que en una familia o en una escuela se aprende.

No es un videojuego el que hace que un niño sea molestado en la escuela: es que sus padres o profesores no saben encausar a sus compañeros. El que estemos en el auto pegando de gritos a otro porque se nos atravesó no necesariamente es porque lo vimos en un programa de televisión. Hay otras investigaciones que habrían también de conducirse y planificar y replantear los valores que queremos como una sociedad.

Me parece que igual de dañinos pueden ser las telenovelas rosas donde la buena, buena y buenísima es pobre y trabaja en la casa de una familia poderosa y se enamora del rico, guapo y decente chico de la casa y logran un feliz final a pesar de la oposición de las madres y padres testarudos que buscan a una mala y guapa que trate de meterse en el medio.   Porque eso sí, esas telenovelas siguen también transmitiéndose en las cadenas hispanas en Estados Unidos. No todo es narcotráfico y violencia. Lo dañino no es el mensaje, sino que las audiencias ven y aprenden de estas programaciones porque hay algo más en su realidad que se los pide.

La polémica persiste y es vital para entendernos como sociedad.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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