Ciudad de México, 19 junio (SinEmbargo).- Tiene apenas 24 años y cuando en 2011 se convirtió en candidato al importante Mercury Prize, galardón al mejor disco del año en el Reino Unido, contaba con 21 primaveras; una ternura proverbial y la capacidad de marcar tendencia con temas sin tiempo como “The Wilhelm Scream” y “I Never Learnt To Share”, sumados a unas conmovedoras actuaciones en directo.
James Blake, nacido en Londres el 25 de septiembre de 1988, es un compositor de música electrónica, productor y cantante que ha cimbrado el mercado musical echando mano de lo mejor de la tecnología moderna, mezclada con la honda sensibilidad de los viejos trovadores.
El multitudinario consenso que recibió con la salida de su primer disco James Blake lo dejó como él mismo ha admitido “exhausto”, hasta este 2013 que regresa con Overgrown, un disco tan experimental y arriesgado como su elogiado primer trabajo.
La crítica define su estilo como “el soul del siglo XXI” y a su hacedor una especie de heredero del gran Marvin Gaye. Para refrendar las expectativas puestas en su obra, el primer sencillo, “Retrograde”, se explaya en medio de una atmósfera abrumadora, fruto de su colaboración con Brian Eno (“Digital Lion”) y RZA (“Take a Fall For Me”), de Wu-Tang Clan.
Se trata de un tema adictivo con samplers de coros y aplausos superpuestos, recreado mediante un video tan sugestivo como la canción, dirigido por Martin De Thurah y en el que aparece un meteorito a punto de caer.
Blake, en cambio, es un joven con los pies en el suelo que ha sabido llenar de pop o viceversa formas sonoras un tanto áridas, beats rasposos y mántricos que resuenan en los hit parade con férrea voluntad comunicativa.
Como en misa, como en ceremonias tribales, sus canciones convocan a un espacio donde la melodía es sólo una pieza más del reloj, el ritmo otro elemento insustituible, junto a la por momentos inverosímil atmósfera diletante donde se acomodan perfectamente sus letras sobre el control de los impulsos o la adicción a una relación tóxica.
Portishead, Tricky, Antony & The Johnsons y el mencionado Brian Eno, están en el ADN de su obra, un background que pone esta vez al servicio de las canciones de amor, pasta base de Overgrown.
LA ERA BLAKE DEL POST DUBSTER
Quiso ser pianista, por su altura pudo dedicarse al basquetbol profesional y sólo halló sosiego en los entresijos espirituales de la corriente digital que, con más prejuicios que sapiencia, muchas veces se considera ajena al alma y a los asuntos de la emoción.
Artistas consagrados como Joni Mitchell, de quien en su nuevo álbum hace una versión de “A case of you”, veneran su trabajo, enmarcado en la llamada tendencia del post dubster, fruto también de la influencia musical inoculada por su padre, un guitarrista de jazz.
Con Overgrown, James Blake proporciona lirismo a la música electrónica y su segundo disco es más de ese material original con el que supo encender los oídos del melómano atento cuando surgió inesperadamente en 2011.
Un artista a seguir con una lealtad bien ganada y más que merecida para quien Joni Mitchell, su compositora favorita y a la que conoció en el Troubadour en Los Ángeles hace dos años, “es un oráculo”.
En dicha ciudad estadounidense vive también la novia de Blake, una cantante de rock de ascendencia coreana con la que mantiene una relación a distancia que ha servido de inspiración a su nuevo trabajo.