Entre espinas de veas

20/07/2014 - 12:01 am

El verano en la playas mexicanas puede ser una experiencia maravillosa o atroz, depende de cómo te vaya en la feria. Una de las experiencias que puede convertir la vacación en una historia de terror es tener un encuentro cercano con bichos venenosos.

Las playas rocosas de México tienen la fortuna de tener una gran diversidad, dada nuestra posición geográfica en el planeta, tenemos la casualidad de estar en la sección intertropical de la Tierra, lo cuál nos confiere un clima idóneo para la proliferación de muchas formas vida y por otro lado tenemos fauna y flora de orígenes tanto norteño (neártica) como sureño (neotropical), es decir México es un centro de reunión  de la biodiversidad y por lo tanto tenemos casi todas las formas de vida imaginables, incluyendo varias que son ponzoñosas.  En ambas costas del país tenemos un sin fin de invertebrados que proliferan y cumplen sus funciones, comen y son comidos, reciclan la materia orgánica y mantienen a raya la proliferación de algas y protozoarios. Los erizos de mar destacan como un grupo con formas particularmente extrañas dentro de los invertebrados marinos. Los erizos junto con las estrellas, los pepinos y los lirios de mar constituyen el phyllum de los Equinodermos (palabra que proviene del griego y quiere decir piel con espinas) y son un grupo que vio su apogeo hace millones de años, se han descrito en el registro fósil 15,000 especies diferentes mientras que en la actualidad hay solamente 7,000 especies vivas, de la cuáles 700 son erizos.

En general a los erizos los conocemos por dos cosas: por arruinar unas vacaciones al tener un accidente con sus espinas, o como un delicatesen muy apreciado en Chile, Japón y otros países.

Las espinas de los erizos son su forma de protección contra depredadores, es decir que las picaduras que nos propinan no tenían la firme intención de lastimarnos, pero al invadir su espacio vital con nuestro peso, generalmente chocamos contra un de ellos y las espinas se entierran en nuestras manos. Vale la pena decir que no todos los erizos tienen espinas alargadas que se rompen fácilmente y se nos encajan, la mayoría de estos tienen espinas cortas que no son peligrosas para los humanos. La recomendación para tratar con este tipo de accidentes es sumergir las manos o la parte del cuerpo espinada, en agua caliente durante por lo menos media hora para después remover los restos de espinas de nuestro cuerpo, no se recomienda hacerlo inmediatamente porque tienen una especie de sierra que lastima mas al salir que al entrar. Algunas especies de erizos además tienen unas estructuras llamadas pedicelios que al entrar en contacto con nuestro cuerpo se pegan, y éstas si tienen veneno. Para remover estas estructuras se recomienda poner crema para rasurar y quitarlas con navaja de rasurar. Para algunas personas susceptibles, la espinada puede provocar una reacción alérgica importante por lo que se recomienda ir al hospital.

Los erizos son organismos que tienen un esqueleto externo compuesto de placas de calcio cubiertas por espinas que presenta una apertura grande en la parte inferior que opera como la boca, denominada la linterna de Aristóteles y que está formada por cinco placas calcáreas que funcionan como dientes para roer las algas del sustrato en las especies herbívoras, o sostener a las presas de las especies depredadoras. En la parte superior del esqueleto, los erizos presentan otro agujero más pequeño por donde salen las excretas y, en algunas épocas del año, las células reproductivas también. Los erizos no tienen músculos como tal, para moverse utilizan un sistema de canales que se llena y se vacía de agua, lo que les provee el movimiento, además tienen varias centenas de apéndices que se adhieren al sustrato y les ayudan a arrastrase por el fondo marino. Una parte importante del cuerpo del erizo (alrededor 30%) está  conformado por las gónadas tanto en hembras como machos, de ahí que ésta sea la parte del cuerpo que se consume con delicatesen y que como se imaginarán.

La reproducción en los erizos es externa, tanto hembras como machos sueltan al océano sus gametos y la fecundación ocurre en la columna de agua. Posterior a la fecundación se forma una larva denominada Pluteus que permanece en ese estadio por algunos meses creciendo y alimentándose del plancton, para después asentarse en el sustrato adecuando y convertirse en un pequeño erizo. El ciclo de vida de un erizo puede durar entre dos y seis años dependiendo de la especie.

 Dada su reputación en la gastronomía, actualmente se cultivan muchos erizos para satisfacer los mercados, lo cuál le da un respiro a los ecosistemas naturales puesto que la sobreexplotación de estos bichos, estaba poniendo en peligro sus poblaciones y sus funciones como reguladores de algas en las playas rocosas estaban desapareciendo. Por supuesto que los erizos tampoco son inmunes a los efectos de la contaminación del agua, y como muchas otras especies también han disminuido por esta causa. Entonces, si bien tener un encuentro cercano con erizos no es nada deseable, su presencia en las playas rocosas mexicanas nos habla de lugares que todavía están en un estado “seminatural” y podemos estar contentos al respecto.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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