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María Rivera

21/03/2024 - 12:01 am

Las víctimas

“Es una fatal ironía que la izquierda, que además acuñó algo como ‘el humanismo mexicano’ sea desdeñosa con las víctimas de la violencia”.

“El próximo gobierno, lo encabece quien lo encabece, tiene que comprometerse a solucionar el problema”. Foto: Zona Franca.

Pues malas noticias para la oposición prianista, la verdad. La última encuesta de Reforma le da una ventaja enorme a la candidata Sheinbaum sobre su candidata, Xóchitl Gálvez y no solo eso, la aprobación del presidente López Obrador subió, casi está al nivel de principios del sexenio. Parece que todos los escándalos creados y los hashtags de narcopresidente no les sirvieron de mucho. Yo pienso, querido lector, que se debe a que son inverosímiles y se ven deliberadamente creados. Habla bien de la gente que las viejas campañas de desprestigio no les estén funcionando.

Lo que sí debería preocuparnos y también a Morena y a su candidata que hoy parece imbatible, es la actitud que tanto el presidente, como ella tienen hacia las víctimas de la violencia. No descubro ningún hilo negro si asiento aquí que ese es un pie del cual cojean. La empatía no es su fuerte, ciertamente y en más de una ocasión han tenido desdén hacia ellas. Es una falla y grave. Naturalmente, el problema que aqueja a las víctimas, no es de “empatía”, sino de justicia. Y esto es algo que deberían tratar con toda la seriedad que requiere, porque las víctimas no necesitan de los gobernantes y funcionarios que se conduelan con ellas, sino que el Estado funcione. Es diferente. No son abrazos y palabras zalameras de candidatas, sino que las instituciones cumplan con su trabajo, busquen a los desparecidos, esclarezcan los casos, lleven ante la justicia a los culpables. Ninguna madre, ningún padre, ningún familiar tendría que estar buscando a sus seres queridos entre la tierra, con sus manos: ese trabajo le corresponde al gobierno, a nadie más. Si lo han hecho, es precisamente por la indolencia y la falta de eficiencia de las autoridades, no en este sexenio, sino en todos, desde los anteriores.

Es un asunto pendiente que la candidata Sheinbaum no puede descartar de un plumazo diciéndoles a las madres buscadoras que mejor propongan y no critiquen, pues ¿en serio? ¡por supuesto que los ciudadanos tienen derecho a criticar a las autoridades que no hacen su trabajo! Y también, a proponer que se vayan todos si no pueden. Pésima respuesta de la candidata. Las madres no tienen que “proponer” nada y sí tienen mucho que criticar a quienes no hacen su trabajo.

Es una fatal ironía que la izquierda, que además acuñó algo como “el humanismo mexicano” sea desdeñosa con las víctimas de la violencia. Sabemos que la derecha prianista lo fue y este sexenio descubrimos que la izquierda también podía serlo: bastó con que se sintieran señalados. El problema sigue y seguirá mientras las instituciones encargadas de investigar y castigar no hagan su trabajo. Es lo menos que podemos exigirles todos. No necesitamos que ocurra una tragedia en nuestras familias para hacerlo. El Estado está obligado a procurar tanto seguridad como justicia. Si falla en estos rubros está fallando en su razón de ser.

No necesitamos palabras convenencieras y oportunistas, como las de la candidata Gálvez. Esa es una trampa más (y muy fea). No se trata de las fotos o de las palabras, se trata de actos de gobierno que hacen falta. No se trata, incluso, de atender a unas víctimas. Se trata de atenderlas a todas, de atender el problema, más allá de ideologías y partidos. Exigirles a los candidatos que se comprometan a resolver los casos de los asesinados y desparecidos impunemente, es lo menos que podemos hacer ¿no le parece?

Lo que no podemos hacer, o no debería hacer nadie, es culpabilizar a las víctimas. He leído en twitter personas de izquierda decir algunas barbaridades con respecto a las madres buscadoras, criminalizando a sus hijos, y acusándolas de estar haciendo política electorera. Puede ser que algunas hayan decidido acercarse a partidos y candidatos de la oposición en busca de justicia. Lo cual es totalmente legítimo y hasta comprensible. Otras no lo han hecho, e igual buscan justicia. En todo caso, es irrelevante. Las víctimas, como ciudadanos mexicanos, tienen derecho a la justicia. Lo mismo da su inclinación u orientación política, el gobierno tiene y tendrá que atenderlas por igual.

Con respecto a los desaparecidos hay que decir aquí, de manera tajante, que el Estado tiene la obligación de otorgarles justicia. En este país nadie puede, según nuestras leyes, asesinar o desaparecer a otra persona, haga lo que haga, sea quien sea. Y si lo hace es un delito y ese delito tiene que ser perseguido y castigado por las autoridades. No hay zonas, en este país, de exclusividad de los delincuentes, donde no opere el Estado, o no debería de haberlas.

Del mismo modo, hay que decir que ningún delincuente es una autoridad y no puede decidir sobre la vida de otros, así sean, incluso, otros delincuentes.

Me parece, querido lector, que no es decente simular que el problema no existe o minimizarlo por conveniencia política, como hace Claudia Sheinbaum, como tampoco es decente extremarlo y usarlo de manera oportunista, como hace Gálvez. Lo que los ciudadanos queremos saber es ¿qué van a hacer para resolver el problema? De hecho, no necesita ser “peor” que los sexenios pasados, para ser suficientemente grave. No, el problema existe y por su naturaleza, amerita atenderlo como una prioridad. Este gobierno a pesar de los avances y del cambio de política no pudo resolverlo. Ahí siguen los padres y madres de Ayotzinapa esperando saber dónde están sus hijos, y ver castigar a los responsables. Ahí siguen los colectivos de familiares recorriendo predios en busca de los huesos de sus hijos. Es una realidad lacerante.

El próximo gobierno, lo encabece quien lo encabece, tiene que comprometerse a solucionar el problema, ahora sí, que por el bien de todos ¿no cree?

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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