Abu Bakr al-Baghdadi: ¿quién es el hombre que hoy aterroriza al mundo occidental?

21/11/2015 - 12:00 am

Hace una década, el nombre de Abu Bakr al-Baghdadi no le decía nada a ningún europeo o americano. Hoy, al frente del Estado Islámico, se trata de uno de los hombres más temidos del mundo. Pero, ¿qué o quién lo llevó hasta donde está ahora?

Por Ramiro Rivera y Daniela Medina

Abu-Bakr

Ciudad de México, 21 de noviembre (SinEmbargo).- El Estado Islámico (ISIS o EI, según sus ingles en inglés y español) es, hoy por hoy, sinónimo de terror en el mundo entero. Sin embargo, a pesar de que los gobiernos de las principales potencias de Europa y América traten de de establecer que se trata de un frente que surgió de manera autónoma, basado en el desprecio a Occidente, en realidad son muchas las fuentes que apuntan a que estos países tienen que ver en su formación.

Los antecedentes que dieron lugar al EI, surgen en el contexto de la ocupación de Irak. Tras la toma del país por las tropas británicas, estadounidenses y españolas (hasta 2004). A partir de entonces, la ocupación propició la formación de diversos grupos armados para luchar contra los invasores.

Entre la disidencia apareció la autodenominada organización de la base yihadista en Mesopotamia (procedente de Jamaa al Tawhid wal-Jihad, nacida en 1999), conocida en la prensa como Al Qaeda en Irak. Posteriormente se uniría a otros grupos bajo el nombre primero de Consejo de Muyaidines y después, en 2006, Estado Islámico de Irak.

Tras la ocupación, Estados Unidos desarticuló inmediatamente las Fuerzas Armadas iraquíes, criminalizó el partido Baaz e integró a milicias sectarias en las nuevas fuerzas de seguridad de Irak para luchar contra la resistencia. Fomentó las divisiones y entrenó a integrantes de milicias policiales que sembraron el terror.

Fue lo que se llamó los escuadrones de la muerte, comandos que arrestaron a miles de jóvenes suníes, muchos de los cuales aparecían semanas después muertos en las calles de ciudades como Bagdad, con orificios de bala en la cabeza, pies o pulmones, con huesos rotos, cráneos aplastados, piel quemada o arrancada, signos de descargas eléctricas u ojos fuera de sus órbitas.

Entonces, miles de iraquíes fueron detenidos en cárceles secretas estadounidenses, donde recibieron torturas diarias. Algunos arrestados desaparecían para siempre. Otros reaparecían años después devastados por las torturas, y con una sobrevenida, inquebrantable y extremista fe religiosa.

Una víctima de estos arrestos a manos de los estadounidenses fue Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri al-Samarrai, conocido actualmente como Abu Bakr al-Baghdadi. En 2004 el doctor en estudios del Corán por la Universidad Saddam de Estudios Islámicos, fue arrestado en la ciudad de Faluya y enviado a la cárcel de Camp Bucca, donde las torturas estaban a la orden del día. Algunos se empaparon allí de las doctrinas más extremistas y desvirtuadas del Islam, como el wahabismo. De aquella prisión saldrían muchos hombres listos para integrar las filas del Estado Islámico.

En 2010, Al-Baghdadi se convertiría en el líder del Estado Islámico de Irak cuyo objetivo actual es establecer un califato en Siria e Iraq.

Para 2014 el Estado Islámico ya se había hecho fuerte en Siria e Irak, y con miles de hombres a su disposición, armados y protegidos con humvees y tanques, tomaron varias ciudades iraquíes sin apenas resistencia.

Meses después, tras la toma de un amplio territorio en Irak, el Daesh proclamó el Califato del Estado Islámico de Irak y Siria, controlando un espacio similar al de Jordania. A sus filas se unieron chechenos, musulmanes procedentes de los Balcanes, del norte de África y de Asia.

En agosto de 2014 llegó la respuesta internacional. Obama prometió acabar con el Daesh, y una alianza militar integrada por EU, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Jordania empezó a bombardear focos supuestamente controlados por el grupo terrorista. La guerra había empezado.

¿CÓMO CONVERTIRSE EN EL HOMBRE MÁS PELIGROSO DEL MUNDO?

Imagen: Especial/TIME Magazine
Imagen: Especial/TIME Magazine

Cuando fue encarcelado, Al-Baghdadi tenía 33 años. No habían pasado muchos meses desde que ayudara a fundar Jeish Ahl al-Sunnah al-Jamaah, un grupo militante que había echado raíces en las comunidades sunitas alrededor de Samarra, su ciudad natal.

Sin embargo, el grupo no era muy conocido, así que llegó a la prisión con perfil bajo. “Los estadounidenses no sabían a quién tenían”, dijo posteriormente Hisham al-Hashimi, asesor del actual gobierno iraquí.

En Camp Bucca, Al-Baghdadi coincidió con el que después sería su número dos en EI, Abu Muslim al-Turkmani, así como con el experimentado militar Haji Bakr, hoy fallecido.

Los analistas dicen que es probable que estos hombres que hoy son el terror de Occidente ni siquiera fueran extremistas cuando entraron en la prisión. Lo que sí es seguro es que cuando salieron de ella las cosas habían cambiado radicalmente.

“Antes de su detención, Al-Baghdadi y otros eran radicales violentos […], pero su tiempo en prisión hizo más profundo su extremismo y les dio la oportunidad de aumentar el número de seguidores”, escribió Andrew Thompson para The New York Times en noviembre de 2014.

“La prisión se convirtió en una universidad virtual de terroristas”, agregó el ex militar.

Para David Petraeus, el general que lideró la operación de Estados Unidos en Irak, la situación fue retratada casi con las mismas palabras: “Estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones”.

“Estábamos liberando a individuos que eran más radicales que cuando llegaron [a Camp Bucca]”, agregó.

Cada grupo le ofreció al otro aquello de lo que carecía, y había demasiado que podían compartir en tantas horas de encierro. De esta forma, yihadistas aprendieron de los ex baazistas habilidades para organizarse y disciplina militar, y éstos a su vez, encontraron un propósito en los militantes islamistas. Los resultados se han hecho patentes en los últimos dos años.

Lo que sí queda claro es que ISIS no surgió por “generación espontánea”.

“Lo más importante que hay que entender sobre el Estado Islamico es que fue creado por EU”, escribió el historiador Robert Freeman en el sitio de noticias Common Dreams en 2014.

ESTUDIANTE, FUTBOLISTA, PRESO

Ibrahim Al-Badri nació en julio de 1971 en Samarra, un ciudad antigua de Irak ubicada en la zona oriental del triángulo suní al norte de Bagdad, hijo de una familia de clase media cuyo padre se dedicó a enseñar la recitación del Corán en una mezquita local.

De acuerdo con una investigación de Newsweek, sus vecinos lo recuerdan como un joven callado y tímido. En ese entonces lo apodaban “el creyente”, pues cuando no estaba en la escuela se recluía en sus estudios sobre la religión.

Su vida personal no está al ojo público, pero se sabe que ha tenido por lo menos dos esposas y seis hijos, y que otra de sus pasiones es el futbol.

Cuando ingresó como “detenido civil” (es decir, no clasificado como terrorista) a Camp Bucca en febrero de 2014, se ganó el apodo de “Maradona”, en honor al astro del balompié argentino.

“El tenía carisma, podías sentir que era alguien importante”, dijo al diario británico The Guardian un interno que coincidió con él en la cárcel estadounidense. Informó también que Baghdadi buscaba oportunidades de socializar con los prisioneros norteamericanos como con los suníes y negociar con la autoridad para mediar los conflictos.

“Cada que había un problema en el campo, él estaba en el centro. Él quería ser la cabeza de la prisión y cuando miro para atrás veo que usaba una política de ‘divide y vencerás’ para obtener lo que quería. Y le funcionaba”, continuó el entrevistado anónimo.

“Los nuevos reclusos se preparaban [para ser yihadistas] así que cuando eran liberados eran bombas de tiempo”, dijo otro de los presos a Al Monitor.

“Si no hubiera una prisión estadounidense en Irak, no habría ISIS ahora. Bucca era una fábrica. Nos hicieron a todos. Construyeron nuestra ideología”, insistió el prisionero.

Baghdadi era una de las bombas más peligrosas y, en las narices de las autoridades estadounidenses, formó desde la cárcel uno de los ejércitos más temidos de los últimos tiempos.

Varios años después, en 2014, ISIS tomó fuerza en Siria e Irak haciendo que los videos de las ejecuciones que él ordenaba llenaran las redes sociales y los sitios de noticias. “El terrorista más peligroso del mundo”, según la revista TIME emergía y hoy no hay quien en Oriente u Occidente desconozca los hechos ocurridos en París el pasado viernes 13 de noviembre, causados por su organización.

ALIMENTAR EL ODIO

Para la población más cercana geográfica y culturalmente al Occidente, los medios y el manejo de información que responde a esta proximidad sitúan los asuntos religiosos o étnicos son la base sobre la que se asienta la formación del estado Islámico. No obstante, no son pocos los que afirman que el extremismo violento que se ejerce en nombre del Islam no está vinculado a una religión o a una etnia. Para buscar soluciones, hay que analizar las causas y una de ellas, si no es que la principal, es la dominación extranjera.

Desde la creación del Estado de Israel en 1948 (en territorio vecino a Siria) bajo el asupicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las potencias occidentales y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), no fueron pocos los que se opusieron al sionismo además de los países árabes de la zona, que veían peligrar sus propios territorios.

Entonces la filósofa alemana Hannah Arendt explicó que las políticas judías en Palestina dependerían de la protección de las grandes potencias. Desde entonces, Occidente ha tomando partido por la ocupación israelí, que sigue en Cisjordania, Jerusalén Este, Gaza y los Altos del Golán de Siria. Sin embargo, la participación occidental no ha sido para nada equitativa.

La permisividad de Occidente con semejantes políticas, en comparación con sus castigos a los árabes, creó una serie de consecuencias que se fueron alimentando como una bola de nieve en una pendiente.

La era colonial en Oriente Próximo y las injerencias -como el golpe de Estado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) y Reino Unido contra el gobierno democrático iraní de Mossadeq- desembocaron en la creación de organizaciones árabes de resistencia armada o, en el caso iraní, en la revolución islámica del 79.

De igual manera, en la década de 1970 los movimientos árabes seculares dominaban la escena. Sin embargo, empezaron a crecer algunos grupos religiosos islámicos, impulsados y apoyados por regímenes conservadores que querían menguar la influencia de ese nacionalismo árabe laico predominante hasta entonces.

Para muchos, el punto inflexión se dio en los ochenta con la guerra de Afganistán y los integristas islámicos que recibieron armas y financiación de EU o Arabia Saudí para combatir a la URSS en suelo afgano.

No obstante, a ello se le suma una sucesión de episodios turbulentos que afloraron en la misma época, como la invasión de Israel a Líbano (lo que provocó la creación de Hezbolá), la primera Intifada que estalló en Palestina y el surgimiento de la oganización de resistencia armada palestina Hamás, a la par de la Yihad Islámica y grupos extremistas egipcios.

Pocos años después ahora en Argelia, ex colonia francesa, nacería el Grupo Islámico Armado (GIA), a raíz de un golpe de Estado para impedir que el Frente Islámico de Salvación pudiera gobernar.

El islamismo y el extremismo se consolidaron de esta manera y por los motivos más variados: independencia, resistencia a la ocupación o, simplemente, por la yihad. El remate final fue la invasión de Afganistán en 2001, la ocupación de Irak en 2003. Apenas la punta del iceberg.

2001: EL DESTAPE DE LOS LÍDERES YIHADISTAS

Antes de la caída de las Torres Gemelas de Nueva York, pocos estaban familiarizados con la palabra “terrorismo” y el nexo que ésta tiene con el Medio Oriente, a menos en el mundo occidental, sin embargo, los grupos identificados también como yihadistas, o que declaran la guerra santa “en el nombre de Alá” tienen una vieja tradición de linajes, atentados y lucha contra la educación laica.

OSAMA BIN LADEN

Foto: Especial
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El líder de Al Qaeda, organización terrorista creada en 1988, nació en la elite saudí y murió como el terrorista más buscado del mundo, un huidizo blanco que, desde la sombra, tuvo en jaque durante más de una década a Estados Unidos y al mundo.

Bin Laden, que murió el 2 de mayo de 2011 a los 54 años en un ataque a su escondite en Abottabad, Pakistán por tropas estadounidenses es considerado el gran ideólogo de la “guerra santa” islámica, el artífice de la reunión de grupos militantes de países poco afines bajo un solo lema: el de una hermandad sin fronteras en defensa del Islam.

Esa idea bastó para sustentar una sólida base de operaciones que lo convertiría, incluso antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el “enemigo público número uno” de Washington.

 AYMÁN AL-ZAWAHIRÍ

Foto: Especial
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A sus 64 años, “El doctor“ es el jefe al mando de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden, por el que el FBI ofrece 25 millones de dólares de recompensa.

En septiembre de este año hizo un llamado a los musulmanes que viven en Estados Unidos y otras zonas del Occidente a perpetrar ataques en sus países.

“Llamo a cualquier musulmán que pueda dañar a los países de la coalición cruzada a no dudar. Debemos trasladar la guerra al corazón de los hogares y ciudades de Occidente y, en primer lugar, América (Estados Unidos)”, dijo Al Zawahiri en alusión a la alianza internacional que bombardea posiciones yihadistas en Irak y Siria.

MOHAMMAD OMAR

Foto: Especial
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El líder del movimiento Talibán (facción militar fundamentalista islámica de Afganistán) fue confirmado muerto el 30 de julio de 2015, aunque en el comunicado lanzado por el grupo dijeron que había fallecido hace dos años en un hospital de Pakistán a causa de una enfermedad.

Aunque su vida es un misterio, se sabe que durante su “gobierno” (pues se dice que era como el Presidente de Afganistán) prohibió a las mujeres el acceso a la educación y al trabajo, y no tenían permitido salir de sus casas sin una burka.

Además promovió los castigos ante los ojos de las multitudes, que en el caso del robo consistía en la amputación de una mano y en el del asesinato con una ejecución pública. Los adúlteros eran lapidados hasta la muerte.

Prohibió también el cine, la música y la televisión.

 ABU MUSAB AL -ZARQAWI

Foto: Especial
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El escurridizo y autoproclamado líder de Al-Qaeda en Irak nació en Jordania en 1966 y fue ultimado durante un ataque aéreo de Estados Unidos en junio de 2006.

Obtuvo notoriedad a principios de la década de los noventa, cuando en su intento por instaurar el estado Islámico en Jordania y derrocar la monarquía hachemí (tribu a la que pertenecía Mahoma) orquestó múltiples atentados suicidas.

MUQTADA AL-SADR

Foto: Especial
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Su nombre formal es Hojatoleslam Sayyid Múqtada Al-Sadir, unque en las pocas fotografías que existen de él aparece con los dientes podridos y la piel del rostro descuidada, realmente es un individuo con uno de los linajes más reconocidos y respetados del mundo islámico, que le permite llevar el tocado negro sobre la cabeza. “Hojatoleslam” es su modesto título académico: le da un cargo escolar como de profesor o maestro del Islam. Pero “Sayyid” se refiere a que su linaje viene directamente de Mahoma.

Nacido el 12 de agosto de 1973, es el cuarto hijo del respetado clérigo chiita Gran Ayatola Mohammad Sadeq al-Sadr, e hijo politico de otro Gran Ayatola, Mohammad Baqir As-Sadr.

El 19 de febrero de 1999, con la muerte de su padre a manos de pistoleros de Sadam Husei, Múqtada despreció el dinero de los asesinos, convirtiéndolo en un blanco para la policía del líder iraquí.

Así, al-Sadr  se convirtió en el líder chií iraquí, al frente del Ejército de al-Mahdi.

 ABUBAKAR SHEKAU

Abubakar-Shekau
Foto: Especial

Contrario a lo que se piensa, el EI no es la organización extremista más letal en los últimos años, si no Boko Haram, un grupo creado en el noroeste de Nigeria en contra de la educación laica, con 6 mil 644 muertes en 2014, sobre 6 mil 73 de ISIS.

Lo que empezó como un centro de educación musulmana, se radicalizó el 2009 y declaró la guerra santa al gobierno del país.

Su líder es un enigma, de acuerdo con la ficha criminal elaborada por el gobierno de Estados Unidos, Abubarak Shekau pudo nacer en 1965, 1969 o 1975, de modo que su edad actual podría estar entre los 40 y los 50 años. Su sitio de origen es otro misterio, pues aunque el gobierno estadunidense refiere que nació en Yobe, Nigeria, el diario The Washington Post dice que nació en un pueblo llamado Shekau en la frontera entre Nigeria y Níger.

Yo secuestré a sus niñas. Las venderé en el mercado, por Alá. Hay un mercado para la venta de humanos. Alá dice que debería venderlas; él me ordena venderlas. Yo venderé a las mujeres. Las venderé”, decía Shekau en un video difundido en mayo del año pasado en donde aceptaba el secuestro de 276 niñas.

Es llamado “el comandante más loco” y se le compara con Osama Bin Laden.

 

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