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Sergio Saldaña Zorrilla

23/09/2017 - 12:00 am

México, país de terremotos

En general, los epicentros de estos terremotos se sitúan sobre brechas sísmicas, esto es, en lugares donde al menos un terremoto de gran intensidad había ocurrido en el pasado pero sin que hubiera ocurrido un terremoto desde mucho tiempo atrás. Un estudio de amenazas naturales en México del Banco Mundial, Guy Carpenter y IIASA estima que en este país puede esperarse un terremoto de al menos 6.5° Richter cada dos años, uno de al menos 7.0 cada 10 años y uno de al menos 8.0 cada 33 años.

Aunque el territorio mexicano se sitúa sobre cinco placas tectónicas, la mayor parte de su actividad sísmica está relacionada con la actividad de las fronteras de las placas de Norte América, del Pacífico y Cocos. La Placa de Cocos se desplaza en dirección a la Placa de Norteamérica en un proceso de subducción (ver mapa a continuación). Con menor actividad que la anterior, corre la Placa de Rivera, que deposita fricción entre las placas de Norte América y la del Pacífico al Sur del Golfo de California (1). La frontera entre las placas de Norteamérica y del Pacífico sube al Norte por la desembocadura del Río Colorado hasta internarse en los EUA a través de California en un proceso de divergencia de placas.

Mapa de placas tectónicas. Fuente: Servicio Sismológico Nacional, 2017.

En conjunto, estas líneas forman parte del contorno del Círculo de Fuego del Pacífico, mismo que dibuja una circunferencia a lo largo de las islas orientales de Oceanía, el Pacífico asiático así como al margen occidental de las costas del continente americano.

En general, los epicentros de estos terremotos se sitúan sobre brechas sísmicas, esto es, en lugares donde al menos un terremoto de gran intensidad había ocurrido en el pasado pero sin que hubiera ocurrido un terremoto desde mucho tiempo atrás. Un estudio de amenazas naturales en México del Banco Mundial, Guy Carpenter y IIASA (2) estima que en este país puede esperarse un terremoto de al menos 6.5° Richter cada dos años, uno de al menos 7.0 cada 10 años y uno de al menos 8.0 cada 33 años.

Lo atípico del terremoto del 19 de septiembre de 2017 radica en que alcanzó una magnitud demasiado alta (7.1°Richter) para haber tenido su epicentro lejos de la zona de colisión de placas tectónicas; esto es, tuvo su epicentro en una zona muy interna de la placa de Norteamérica (límites de los estados de Morelos y Puebla). Históricamente, los grandes terremotos de México se han originado dentro de la zona comprendida entre la cordillera Neo-volcánica y las costas del Océano Pacífico, región comprendida entre los paralelos 16° y 22° Norte. Esta área corre de este a oeste, y su alta actividad tectónica se acompaña de volcanes activos y del movimiento de fallas. En esta zona se han originado los terremotos más fuertes de la historia reciente del país, como son el caso del terremoto de la Ciudad de México del 19 de septiembre de 1985 (Magnitud 8.1° Richter), el del 30 de enero de 1973 (7.3), 29 de noviembre de 1978 (7.8), 24 de marzo de 1979 (7.6), el de Colima en 1995 y, más recientemente, el del 7 de septiembre del 2017 en Chiapas y Oaxaca (8.2).

Mapa de epicentros de terremotos grandes y mayores desde 1990. Fuente primaria: CENAPRED (2001)

Como se observa en la Ilustración de abajo, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) elaboró un mapa de zonificación de sismos basado en los registros históricos de los sismos más significativos y en información sobre la aceleración del terreno en casos de sismos. El mapa muestra cuatro zonas: la Zona A (verde) representa áreas sin actividad sísmica durante los últimos 80 años, cuya aceleración de terreno se espera se mantenga por debajo del 10 por ciento. Las Zonas B y C (amarilla y naranja) son consideradas de mediana intensidad. La Zona D (roja) es el área con la mayor frecuencia de terremotos, cuya aceleración rebasa el 70 por ciento.

Regiones sísmicas de México. Fuente: United States Geological Service (USGS), 2017

Más del 50 por ciento de la Zona A (la más propensa a terremotos) se ubica a lo largo de los estados más pobres del país: Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Además de los terremotos, estos estados son históricamente de los más afectados por huracanes e inundaciones. A su vez, estos estados se han caracterizado desde hace décadas por tener los niveles de ingresos per cápita más bajos del país, las más altas tasas de analfabetismo, la peor infraestructura de servicios de salud, vivienda, y así para el resto de los indicadores de bienestar. Este hecho refuerza mi tesis de que los desastres son un mecanismo de empobrecimiento, por lo que la reducción de riesgos de desastre debe ser un pilar fundamental del desarrollo económico de este país.

La geografía de los desastres de este país determina buena parte de nuestra geografía económica. No es casualidad que las regiones económicamente más atrasadas del país también sean las más recurrentemente afectadas por desastres (4). Aunque el peso específico de los desastres como causa del empobrecimiento puede ser controversial –comparado con otras causas-, es innegable su contribución a la destrucción de activos de la población viviendo en condiciones de pobreza (5). Esta combinación de factores hace que no sea de sorprendernos el hecho de que sean precisamente estos estados en donde han florecido los movimientos guerrilleros de la segunda mitad del siglo XX en México, como son el caso del movimiento de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en Guerrero desde la década de los 1970s; el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas desde 1994; el Ejército Popular Revolucionario (EPR), y; el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) en Guerrero y Oaxaca desde 1995.

Así pues, los terremotos no sólo son un atributo geológico de nuestro territorio nacional; son también un determinante de nuestros patrones de desarrollo económico, de nuestros conflictos sociales y muy probablemente también de nuestro estancamiento político.

  1. Banco Mundial, IIASA y Guy Carpenter (2000). Managing the financial impacts of natural disaster losses in Mexico. Report prepared for the Government of Mexico.
    CENAPRED (2001) Diagnóstico de peligros e identificación de riesgos de desastres en México: Atlas Nacional de Riesgos de la República Mexicana. Centro Nacional de Prevención de Desastres. Ciudad de México.
  2. Manea, V. C., Manea, M., Kostoglodov, V., Currie, C. A. y Sewell, G. (2004). Thermal structure, coupling and metamorphism in the Mexican subduction zone beneath Guerrero. Geophysical Journal International 158 (2), 775-784.
  3. Saldaña-Zorrilla, Sergio O. (2015). Natural Disasters, foreign trade and agriculture in Mexico: Public Policy for Reducing Economic Vulnerability. Ed. Springer Verlag. ISSN 2191-5547. ISBN 978-3-319-17358-0. Library of Congress No. 2015940008. 182 pp.
  4. Saldaña-Zorrilla, Sergio O. (2007). Socio-Economic Vulnerability to Natural Disasters in Mexico: rural poor, trade and public response. Serie Estudios y Perspectivas de la CEPAL, No. 92. LC/MEX/L.819. ISSN: 1680-8800. ISBN: 978-92-1-121661-5. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sergio Saldaña Zorrilla
Doctor en Economía por la Universidad de Economía de Viena (WU-Wien), en Austria, ex-funcionario de la ONU (CEPAL) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT.

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