Kendrick Lamar se hace desear, pero deslumbra en el primer día del Axe Ceremonia

24/03/2024 - 3:08 am

El primer día del festival –que continúa este domingo 24 de marzo con la presentación, entre otros, de Fuerza Regida, LCD Soundsystem, Arca, Four Tet y Bad Gyal– cerró con el broche de oro que merecía la tercera edición consecutiva en el Parque Bicentenario y la segunda con dos fechas completas.

Ciudad de México, 24 de marzo (SinEmbargo).– Cuando habían pasado 20 minutos las luces se apagaron en el escenario principal del festival de música Axe Ceremonia. La gente, impaciente, esperaba por el show con más expectativa del fin de semana: el regreso de uno de los artistas más celebrados de este siglo a tierras mexicanas. Cuando pasaron 23 minutos, las rechiflas y las exigencias cedieron a los aplausos hasta el cansancio y la emoción a flor de piel. El piso se movió. Kendrick Lamar, con apenas 1.68 metros de estatura, cimbró el Parque Bicentenario. Se hizo desear. Pero cuando saltó al escenario, no hubo duda de por qué ganó un Premio Pulitzer y por qué es uno de los raperos y hip-hoperos más importantes de la actualidad.

A lo largo de hora y media –lo que pareció una noche completa–, con la luna llena y decenas de miles como coro, el cantante trajo a Compton, su barrio natal en California, a los pies de la Ciudad de México. Entonó sus principales himnos: de “DNA” y “Loyalty” en Damn, hasta “Bitch, Don’t Kill My Vibe”, de Good Kid, MAAD City, el disco que lo llevó a la cumbre; desde “King Kunta”, de To Pimp a Butterfly, que lo consagró como el mejor de su generación, hasta “United in grief”, una de las canciones de su último álbum, Mr. Morale & The Big Steppers.

“Seamos libres esta noche”, rezaba el anuncio con el que Lamar se presentó ante sus feligreses. Se equivoca quien piense que un rapero afroamericano con letras dignas del mejor poeta no iba a tener un público fiel y atento entre los mexicanos –y extranjeros venidos de Europa y Sudamérica–, que cantaron casi todos sus versos de casi todas su canciones. El rapero por momentos callaba para oír la entonación local de sus éxitos y de sus canciones no tan conocidas. Por momentos, era más sencillo escuchar a los jóvenes que saltaban y cantaban en el extenso terreno del Parque Bicentenario, en el norte de la capital mexicana, que al mismo californiano. El artista reconoció la altura del momento: agradeció, por fin, estar aquí. La espera –la de años y la del retraso en la noche– valió la pena.

Su tardanza en aparecer en el escenario –programado para las 23:40, apareció a las 00:03 ya del domingo, oficialmente– había levantado la suspicacia del público: “¿Cuánto nos esperamos?”, decían algunos, los más ansiosos. Otros pedían entonar su nombre: “Olé, olé, olé, olé, Kendrick, Kendrick…”,  pero la mayoría sólo estaba entre ansiosa, cansada y fervorosa. Cuando por fin comenzó, no hubo vuelta atrás: los pocos que se habían retirado, si no del parque al menos sí de las filas más apretadas, se arrepintieron en cuanto el mesías de blanco y guantes verdes apareció. Incluso algunos, no se sabe si en tono burlón o realmente en serio, aprovechando el estreno de la segunda parte de Dune, la película de ciencia ficción de Denis Villeneuve, le rezaron: “Muad’dib, Muad’dib”. Kendrick Lamar es, a diferencia del protagonista de las novelas de Frank Herbert en las que se inspiró el film, un profeta del amor y no de la guerra.

El primer día del festival –que continúa este domingo 24 de marzo con la presentación, entre otros, de Fuerza Regida, LCD Soundsystem, Arca, Four Tet y Bad Gyal– cerró con el broche de oro que merecía la tercera edición consecutiva en el Parque Bicentenario y la segunda con dos fechas completas. En una jornada donde el cielo se cerró a las estrellas y apenas la luna lucía indiscutible –en la capital mexicana se decretó la contingencia ambiental a lo largo del sábado–, las estrellas cayeron en los escenarios, una a una, mostrando que el Axe Ceremonia es el festival del presente y del futuro.

Rusowsky clamó temprano a los fanáticos del trap. Un madrileño que no es C. Tangana encandiló a un público bastante extenso para la hora de su presentación. Luego, Romy –ex del grupo The XX– brilló en el mismo escenario, ya de noche. Álvaro Díaz calentó los motores en el escenario principal justo antes de Kendrick Lamar. Floating Points y Yves Tumor, en escenarios alternos, le pusieron un toque diferente: si hay algo que el Axe Ceremonia puede presumir, sin temor a ruborizarse, es que hay para todos los gustos. Así lo mostraron las vestimentas y los asistentes mismos, mucho más variados que en otros festivales masivos en la capital mexicana.

¿Qué tan diverso? El Axe Ceremonia, que presume de incluyente, está a la altura de su público, uno más joven –no en edad exclusivamente, sino en espíritu sobre todo–; más ecléctico y menos encasillado en los personajes y los géneros: baños incluyentes –mujeres, hombres y no binarix–, reggaeton, electrónica, trap, hip-hop, rap y hasta el pop cítrico de Grimes, que no estaba contemplada en el diseño original –sustituyó de emergencia la salida de FKA Twigs– y retumbó fuerte y mineral con su set –cantó poco– entre todxs los que se dieron cita.

Manuel Gonzalez
Ciudad de México | 1993. Estudió periodismo. Actualmente trabaja como Editor en la redacción de SinEmbargo MX. Antes, fue corresponsal para Infobae México, la Agencia Alemana de Prensa (dpa) y El País América. Tiene un blog (Apuntes en la ciudad), un newsletter (Apuntes subrayados) y un podcast (Al otro lado del sueño) personales.
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