CUANDO JACK LONDON DEJÓ DE SIMPATIZAR CON MÉXICO

26/01/2013 - 12:00 am

Esta es la historia de cómo un corresponsal puede atraparse en sus propias convicciones. London –con fama mundial por Colmillo Blanco– simpatizó con la Revolución Mexicana, pero cuando cubrió la intervención militar estadounidense a Veracruz, su posición cambió

Jack London. Foto tomada de http://complexionviciosa.wordpress.com

La madrugada del 21 de abril de 1914 acorazados norteamericanos bombardean e invaden por sorpresa el puerto de Veracruz. Siete meses después, la segunda noticia principal del día es un triángulo amoroso: la sangrienta tragedia entre el esposo y el amante anterior de una mujer. La “de ocho” El Liberal la cabecea con que los norteamericanos se alistan para desalojar el puerto.

Los soldados Stanton Davies y Jim Wemple detuvieron su charla para escuchar cómo aumentaba la protesta en la calle. Una lluvia de piedras tronó contra los mosquiteros de alambre que protegían las ventanas. Era una noche calurosa, y el sudor escurría en sus rostros mientras escuchaban surgir el clamor de la multitud: ¡Mueran los gringos!, ¡Matar a los cerdos americanos! ¡Ahogar a los perros americanos en el mar! Fueron las amenazas obscenas menos terribles, escribe Jack London en Whose business is to live, relato inspirado en el incidente de Tampico, y la subsiguiente ocupación norteamericana en Veracruz.

Jack London ya era el famoso autor de Colmillo blanco, Relatos de los Mares del sur, La llamada de la selva, y El lobo de mar, cuando uno de los semanarios de mayor circulación en Estados Unidos, el Collier’s Weekly, lo contrata para escribir una serie de reportajes sobre la intervención norteamericana a Veracruz.

EL INCIDENTE DE TAMPICO

México estaba en plena guerra interna, y a principios de abril de 1914 un barco no identificado entra al puerto de Tampico sin autorización. La tripulación es detenida brevemente mientras se aclara que se trata de un ballenero norteamericano que llegó a cargar gasolina. El general que ordenó el arresto ofrece las disculpas de rigor. Sin embargo, Estados Unidos hacía tiempo tenía anclados en el puerto seis acorazados para lo que se ofreciera, como dueño de buena parte de la industria petrolera.

El contralmirante de los acorazados exige una disculpa oficial. Pide castigar al general, izar la bandera estadounidense y acompañar el acto con 21 cañonazos de salva. El gobierno de Huerta ofrece que el saludo sea recíproco y simultáneo. Estados Unidos se niega. Un par de semanas después, acorazados estadounidenses bombardean el puerto de Veracruz, y los marines desembarcan.

Durante una estancia en El Paso, Texas, Jack London escribió el relato El Mexicano, publicado por el Saturday Evening Post en 1911, y adaptada al cine en 1952 como The Fighter. La historia de un revolucionario que boxea para ayudar a comprar armas para la causa.

Mauricio Carrera, autor de Un rayo en la oscuridad, Jack London en México, relata que al estallar la Revolución Mexicana, London la apoya: “En El Mexicano deja de lado el ser anglosajón, y se pone de lado de los mestizos. Se aprecia su simpatía por lo nuestro versus lo gringo. Felipe Rivera, el protagonista, derrota a un gringo pese a las artimañas y trampas que hacen estos para que gane su boxeador”.

Carrera agrega que London conoce la Historia de México, y sus movimientos sociales, como la huelga de Cananea y Río Blanco; “en ésta sitúa a los padres de Felipe Rivera, asesinados por el Ejército Federal. El Mexicano es una narración con visos ideológicos muy apresurada, no sólo por conseguir dinero sino porque, en esos momentos, es simpatizante de la Revolución. Había sido un escritor orientado al socialismo; como periodista cubrió las condiciones de los barrios bajos de Londres y las condiciones de la vida obrera en Estados Unidos”.

SIETE MESES EN TRES DÍAS

Elsa Aguilar, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, ha estudiado la llamada segunda intervención de Estados Unidos a México: “Woodrow Wilson había anunciado un bloqueo económico, y prohibido la venta de armas a los grupos revolucionarios. La posición oficial es observar cómo se desarrolla la lucha. Una espera vigilante. Pero su posición no es expectante ni mucho menos neutral. La posición de Estados Unidos es meterse hasta la cocina”.

La madrugada del 21 de abril, Wilson ordena invadir Veracruz, Aguilar dice que el secretario de Marina estadounidense telegrafió las órdenes: “Apodérense de la aduana, no permitan que los pertrechos de guerra sean entregados al gobierno de Huerta, o a cualquier otra facción”.

Aguilar enfatiza que no hubo declaración de guerra: “El bombardeo y ocupación toman a un país dividido, y se vuelve un desastre. Los militares norteamericanos se movilizan por cientos, toman el edificio de correos, la aduana, y la estación del ferrocarril. Los acorazados bombardean la Escuela Naval Militar, que Rafael Carreón, capitán de fragata, y el comodoro Manuel Azueta, intentan defender con 90 cadetes.

“Cuando, entre el pueblo corre el rumor del desembarco de los marines —narra Aguilar—, los ciudadanos se movilizan y la lucha se da en las calles. Los presos de San Juan de Ulloa son puestos a pelear por el país como soldados espontáneos. Todo sucede en tres días. Las primeras bajas registradas corresponden a alumnos de la Naval. El Ejército Federal de Huerta dispone de cien hombres en el lugar, y Gustavo Maass, al mando de las tropas, se retira. El 22 de abril hay choques aislados en el puerto. El 23, los mexicanos, hambrientos, agotados, y sin posibilidades de seguir, son doblegados. No por eso debemos subestimar la defensa, y el arrojo de los civiles”.

Siete meses el puerto es yanqui. En ese contexto, Jack London informa en sus corresponsalías que los mexicanos son ladrones de a caballo, infantiles, anarquistas tontos, mestizos, destructores, y alienta al gobierno estadounidense a que invada el país.

¿POR QUÉ UN HOMBRE CAMBIA DE OPINIÓN?

De acuerdo con Mauricio Carrera, ganador del Premio Bellas Artes Malcolm Lowry 2011 por su libro sobre London, éste había publicado una carta dirigida al partido socialista de California, en la que expresaba que si los revolucionarios eran considerados ladrones de gallinas (como se les consideraba), él mismo era un ladrón de gallinas. “Existe la versión —no he podido comprobarlo— de que participó en la toma de Mexicali. Desconozco si asistió como periodista, simpatizante, o empuñando las armas como revolucionario. Esa simpatía por la causa desaparece en Veracruz”.

— ¿Cuál es el origen de la vuelta de perfil que sufre London?

—Mi suposición es que decide venderse. Ha sufrido embates económicos; ha recorrido los mares del Sur, invirtiendo en su barco y costeando el viaje; su mansión se incendió, y necesita repararla, y es contratado por la revista Collier’s, con un buen sueldo debido a su fama, para ser corresponsal en el conflicto de Veracruz.

Carrera cuenta que la Defensa norteamericana negó a London las cartas credenciales como corresponsal, debido a un publicado anónimo que dejaba mal parados a los soldados. Que ser soldado es caer en lo más bajo, lo peor que te puede suceder en la vida; implica obedecer sin pensar, y pide a los jóvenes que rehúsen enlistarse.

“La carta es rastreada, y London hallado autor. Presionado por el Ejército, y la necesidad del dinero que obtendrá por la cobertura, modifica su postura hacia los mestizos, y cubre la intervención a Veracruz sin rastro de su simpatía por la Revolución, escribe a favor del poderío militar, y la superioridad cultural y racial de Norteamérica”.

UN RAYO EN LA OSCURIDAD

Hobo es un obrero temporal que suele migrar. Hobo también es un vagabundo. En su primera juventud London fue hobo. A los 17 años había sido cazador de focas; marinero a bordo de una goleta, navegado por la costa de Japón y el mar de Bering; pirata de ostiones. Trabajado en una fábrica de latas, en una lavandería, en un molino de yute, donde cobraba cuatro dólares al mes por trece horas de jornada.

Un día, su mamá lo alentó a escribir para un concurso del The San Francisco Call que ofrecía 25 dólares al mejor artículo descriptivo. London gana con el relato Typhoon Off the Coast of Japan, y con ello se inicia como escritor sin dejar de ser obrero.

“Se incorpora, platica Mauricio Carrera, al Ejército Industrial que marchó desde distintos puntos de Estados Unidos hacia Washington para pedir mejoras a la vida de los trabajadores. Lo hizo como hobo, una especie de vagabundo. De hecho, escribió On the road, un diario donde narra sus experiencias como hobo y su cercanía al proletariado”.

Las limitaciones económicas lo hacen desear obtener dinero y vivir a lo grande. Carrera recuerda que London es un aventurero: “No quiere ser recordado para la posteridad, quiere la gloria inmediata. Por dinero escribe cualquier tipo de relatos; los vende a buen precio, y le permite mantener un ritmo de vida que incluye una mansión en California, y la construcción de un barco en el que recorre los mares del Sur. Tiene una frase: A mí denme el dinero en vida, ¿qué es la fama? Un rayo que se pierde en la oscuridad”.

“London -continúa Carrera-, se embarca con los acorazados a Tampico y Veracruz. En sus despachos para la revista Collier’s, contra la Revolución, lo mexicano y el mestizaje, considera que la mezcla de razas es una aberración; que esta mezcla provoca gobiernos fallidos, y que el pueblo no pueda superar su condición social”.

UN HOBO EN LA FAJA DE ORO

El investigador del Instituto Mora, Jorge Castañeda Zavala, responde que durante la invasión al puerto de Veracruz no ocurre nada en el puerto de Tampico:

— Es la paz. La región de la Huasteca en el sur de Tamaulipas y el norte de Veracruz, la faja de oro, es controlada por las compañías petroleras inglesas y estadounidenses. Ahí no hubo Revolución. Manuel Peláez tenía su ejército mercenario al servicio de la británica El Águila, y la Huasteca Petroleum, de Rockefeller, por eso los marines no invadieron el puerto de Tampico. De manera informal era territorio de ingleses y estadounidenses.

El investigador del Mora se pregunta y responde: “¿Por qué invaden los gringos Veracruz? ¡Para proteger el petróleo! El desplante de poderío, el aseguramiento de la zona petrolera del Golfo de México, era un mensaje a los alemanes de cara a la Primera Guerra Mundial”.

Y exclama: “Se dice que México no participó en la Primera Guerra Mundial, ¡pero si la Real Armada Británica se movía con petróleo mexicano!… Y también Estados Unidos cuando entró a la guerra”.

Fortaleza de San Juan de Ulúa, Veracruz. Foto tomada de http://www.latinamericanstudies.org/veracruz.htm

— ¿Hay cálculos de cuántos mexicanos fallecen en el bombardeo, y la defensa que hacen del puerto de Veracruz?

— No. Es como México 68, vimos muchos muertos, cuántos, quién sabe. Tuvo que haber brotes de rebelión social que habrán sido reprimidos por los marines. No hubo ejército mexicano que detuviera la entrada de las tropas estadounidenses. Como medio siglo antes, la población recibió a los gringos a pedradas y a palazos. Literal.

Eso no lo cuenta London, señala Mauricio Carrera: ni siquiera menciona el heroísmo de los cadentes de la Escuela Naval. Acerca de la estancia de London en Tampico, indica que quería seguir la ruta del petróleo, conocer cómo operaban las compañías petroleras, y trae a colación a John Kenneth Turner: “Acusa a London de haber recibido dinero para escribir sobre el beneficio de la empresa petrolera norteamericana en México”.

Turner registra el cambio de London: “Hubo un tiempo en que gozaba de la reputación de ser hombre de pueblo. Cuando la Revolución iniciaba, tuvo unas palabras a su favor. Pero cuando salió de Tampico y escribió para el Collier’s Weekly sobre los petroleros estadounidenses y el petróleo mexicano, invirtió sus principios socialistas”.

Irónico, como es el escritor Paco Taibo II, en su libro Bajando la frontera, refiere: al menos México se vengó de London, una parte de su estancia en la faja de oro estuvo en cama con una disentería brutal.

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