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Salvador Camarena

26/11/2013 - 12:02 am

La Asamblea Legislativa del DF al desnudo

Busquen un ejemplar de la revista Proceso de esta semana. Ábranlo. Y la primera página, la primerita, es un anuncio de plana entera que dice así: (en negritas y centrado) “Los partidos políticos que integran la VI Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (luego en texto normal) Se congratulan por llegar a 25 años de […]

Busquen un ejemplar de la revista Proceso de esta semana. Ábranlo. Y la primera página, la primerita, es un anuncio de plana entera que dice así:

(en negritas y centrado) “Los partidos políticos que integran la VI Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal

(luego en texto normal) Se congratulan por llegar a 25 años de vida institucional del espacio legislativo que ha logrado consolidar no sólo la vida democrática y equitativa de la Ciudad de México, sino además ha sido precursor de iniciativas que han llevado a la Capital de todos los Mexicanos a ser un espacio de vanguardia en la consolidación de los derechos sociales y libertades en todo el país. México D. F. noviembre de 2013.

A manera de firma de este desplegado aparecen los símbolos del PRD, PAN, PRI, Movimiento Ciudadano, PT, Verde y Nueva Alianza”.

En otras palabras: los diputados de la ALDF pagan para felicitarse a sí mismos. Qué chulada. Ni a Paco Stanley le salía así de bien eso de autofestejarse. Porque el fallecido comediante cantaba para que le pagaran, en cambio, nuestros legisladores dilapidan el dinero de los ciudadanos para anunciar a los cuatro vientos, su beneplácito por la suerte de que tenemos de que sean nuestros representantes.

Alguien podrá decir que qué novedad, que no es para tanto, que hay temas más importantes. Pero pasa que sí es para tanto. Pasa que de vez en cuando hay que recordar lo elemental: que no debería ser ni normal, ni habitual, ni legal, ni posible, que los legisladores –federales y capitalinos–, sean buenos para derrochar en mensajes que son pura basura, pero muy malos para rendir cuentas. Porque no estamos hablando de “una página” en una revista. Estamos hablando de una cultura de impunidad –la de gastar lo ajeno sin justificarlo– que se renueva, y perfecciona, cada tres años.

Cosa de recordar que la anterior ALDF dejó, entre muchos otros pendientes, el de la transparencia. Así comenzaba una nota de Reforma del 31 de agosto del año pasado:

“Veinte diputados ya dejaron la ALDF para irse a San Lázaro o al Senado, el resto se va en 17 días, y el destino de millones de pesos en prerrogativas nunca se reveló. Pese a que transparentar el uso y destino de esos recursos fue un compromiso que asumieron los diputados de la V Legislatura -que encabezó la perredista Alejandra Barrales, quien brincó al Senado- en la práctica se convirtió en un secreto. Los 66 diputados hicieron uso de 431.1 millones de pesos por concepto de prerrogativas entre 2010, 2011 y el primer semestre de este año; sin embargo, en los reportes que entregaron las bancadas parlamentarias no especificaron en qué se utilizó ese dinero”.

¿Verdad que 431.1 millones no es poco dinero?

¿Y los nuevos asambleístas, que en las campañas electorales de 2012 prometieron que ahora sí, que con ellos llegaría al recinto de Donceles la rendición de cuentas?

Ah, pues según reportaba Reforma el 5 de marzo de este año, esos “diputados locales mantienen en la opacidad el uso de 45.2 millones de pesos, que recibieron de septiembre a diciembre de 2012”. Y ya de plano, el 27 de mayo, el diputado Vidal Llerenas desistió de su intento de llevar a cabo“la reforma con la que se buscaba que por ley los grupos parlamentarios de la Asamblea Legislativa transparentaran el uso que le dan a las prerrogativas”. Argumentó que nadie secundó su propuesta. Qué raro que así ocurriera, ¿no?

Para que quede claro, esa Asamblea que paga anuncios para incurrir en vituperio (“alabanza en boca propia…”) no ocupa siquiera, ni con mucho, un lugar destacado en cuanto a transparencia. Así lo evidenció la especialista Maricarmen Nava el pasado 5 de noviembre en Animal Político:

“La zona metropolitana de la Ciudad de México observa los efectos de los dos congresos locales con mayor presupuesto legislativo del país. Para 2013, la Asamblea del Distrito Federal cuenta con mil 472 millones de pesos y la Legislatura del Estado de México con mil 406 millones. Sin embargo, observamos que un mayor presupuesto no ha implicado mayor transparencia en su uso: ambos congresos reprobaron el Índice de Transparencia de Presupuesto Legislativo, con tres el Estado de México y cuatro la Asamblea Legislativa.

¿Estará orgullosa la ALDF de su calificación reprobatoria en transparencia? En realidad no les importa. Porque los asambleístas, como una de las personificaciones de los partidos políticos, viven en un mundo aparte. En uno donde nadie se inmuta ante las críticas porque son inmunes a éstas.

Saben que los ciudadanos no pueden castigar el incumplimiento de las promesas de campaña. Y saben sobre todo que ellos están ahí por componendas partidistas que usan al voto popular como mero trámite.

¿De qué otra manera se entiende la permanencia en el cuerpo legislativo de Donceles de Rubén Escamilla, el diputado guagüis, grabado al recibir favores sexuales presuntamente a cambio de una plaza en la delegación Tláhuac? ¿De qué otra manera se entiende que no haya sido un escándalo que en una ciudad que entre otras cosas vive del turismo que viene a ver sus monumentos y patrimonio, la diputada Polimnia Romana haya creído pertinente minimizar en su cuenta de Twitter el daño que el GDF provocó a El Caballito? (Esto publicó @polimniaromana el 10 de octubre pasado: “Yo digo que en octubre pinten #ElCaballito de rosa y así evitamos polémica”).

De qué otra manera se entiende que la ALDF sea de nuevo tema por la copia, chafa, de una idea barata: en 2006 la revista H para Hombres convenció a dos diputadas del DF de posar para su cámara. Ahora la nueva publicación dominical de Reforma le hizo una sesión de fotos a la diputada y coordinadora del PT, Miriam Saldaña. El resultado, publicado el pasado domingo, movería a la risa si no fuera porque incluyó declaraciones como esta: “Su visión de izquierda, afirma, difiere incluso de algunos petistas: ‘no me gusta ser pobretóloga’”. Un autorretrato de cuerpo entero en cinco palabras.

En fin, la Asamblea que no es protagonista de la Reforma Política (eso es cosa de grandes –es un decir–, por eso la reforma al DF está en la mesa del Pacto para México); los diputados que impasibles ven que la urbe se queda sin agua cada puente, que las calles rebosan de baches y de farolas fundidas, que la crisis de la CNTE se perpetúa; los asambleístas que atestiguan sin inmutarse cómo secuestran y matan a jóvenes en los antros, cómo los policías hacen levantones a plena luz del día, cómo se pierden millones de pesos de un programa de becas, esa ALDF manda decir que ellos están muy contentos de gastar sin decir en qué, y que por eso mismo se pueden dar el lujo, sin ruborizarse, de pagar anuncios donde se congratulan por este cuarto de siglo a sus anchas. Al fin y a cabo que en medio de tanta baladronada ya nadie ve eso como la aberración que es: un robo en nuestra cara.

Salvador Camarena
Es periodista y conductor de radio.

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