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Alejandra Cullen

28/01/2017 - 12:04 am

¿Por qué no negociar un TLC con Trump?

Los mexicanos estamos furiosos con los maltratos de Trump y cualquier posición de cordialidad del Presidente estará mal vista.

Los mexicanos estamos furiosos con los maltratos de Trump y cualquier posición de cordialidad del Presidente estará mal vista. Foto: Cuartoscuro

Tenemos en puerta la reapertura del TLC y uno se pregunta ¿Para qué sentarse a negociar con un socio transformado en enemigo enloquecido? Aquí algunas razones fundamentales para posponerlo. En las condiciones actuales, es más sensato quedarse al amparo de la OMC (mientras esta exista) que sentarse a buscar un acuerdo con una contraparte abusiva y vengativa y con nula posibilidad de lograr respaldo y credibilidad en México.

México se encuentra en el momento económico más vulnerable de los últimos 20 años. Tenemos déficit presupuestal, el petróleo ya solo representa 4.7% de nuestras exportaciones. La que era nuestra principal fuente de divisas y principal fondeador del gobierno quedó hecho trizas. Estamos al inicio de la instrumentación de una reforma energética, y sus instituciones aún no se asientan por lo que son altamente vulnerables de abusos, corruptelas o debilidades del gobierno negociador.

A nivel sectorial, la industria exportadora más importante: la automotriz, ya se vio explícitamente afectada. Representa 33% de las exportaciones manufactureras de exportación y Trump ya se manifestó y actuó al respecto. La quiere de vuelta en el Rust belt, vía amenazas y una política fiscal expansiva. Es el eje del discurso que le garantizó el triunfo por lo que difícilmente podremos llegar a un acuerdo razonable para ese y el resto de los sectores, salvo en los que somos importadores netos.

Desde la parte política, el gobierno mexicano carece de liderazgo. Para que una negociación de estas sea efectiva, se tiene que trabajar de la mano de los sectores, no desde el escritorio de un par de ministros. Es un trabajo de equipo arduo, de cabildeo, en los tres países, con revisión de números y negociaciones sectoriales que hoy el gobierno no tiene ni tiempo de hacer. El sexenio ya terminó y el Presidente tiene un Gabinete dividido y absoluta incapacidad para generar cohesión entre el empresariado. Si no pudo armar un consenso post gasolinazo, difícilmente podrá liderar una negociación como la del TLC.

Peor aún, los mexicanos estamos furiosos con los maltratos de Trump y cualquier posición de cordialidad del Presidente estará mal vista. Lo que dificultaría una aprobación de nuestro congreso en pleno periodo electoral.

Finalmente, persisten las consistentes acusaciones de corrupción y narcotráfico  de nuestra clase política. Las agencias americanas tienen mucha información al respecto que todo buen acosador (como Trump) puede usar con peligrosas herramientas de negociación y llevarnos a un pésimo acuerdo.

Es difícil entonces imaginar un peor escenario económico, político y social para negociar con una contraparte que no busca un acuerdo justo sino venganza.

Trump responde al sector americano más enojado, conservador y proteccionista. Su discurso de toma de posesión fue todavía más drástico que los de la campaña. A su mesianismo, le sumó un nuevo posicionamiento de víctima, impensable para el líder de la primera potencia mundial. EU ha invadido países, provocado golpes de estado, asesinado líderes y destruido economías enteras en nombre de sus valores e intereses y hoy resulta que, en la realidad de Trump, EU es una víctima que necesita venganza.

Trump se refiere a las intervenciones americanas como abusos de los países intervenidos. Describe las alianzas comerciales como una carnicería que destruyó a su economía. Entiende las alianzas estratégicas como subsidios del pueblo americano al resto del mundo.

El discurso de victimato es una amenaza puntual a sus aliados, pero principalmente a sus socios comerciales. Si, ante sus ojos, los socios comerciales hemos destruido su economía, ¿qué pueden entender por un arreglo justo?  Los mexicanos pasamos de “vecinos criminales muertos de hambre” a “abusivos, destructores de su economía”.

Para empeorar el escenario, explícitamente ha despreciado a las instituciones americanas, y anulado su entendimiento y respeto por el derecho internacional. Durante su visita a la CIA, aseveró que el error de la invasión a Irak fue no quedarse con el petróleo. Afirma que si así se hubiera hecho, ISIS no existiría. ¿qué necesitará entonces de México, además de un muro, para evitar que crezca la “amenaza mexicana”?

Finalmente, el gabinete de Trump se caracteriza por sus expertos y tramposos negociadores mientras México carece de equipo. No tenemos de donde agarrarnos. Si el acuerdo de hace 20 años a muchos les pareció abusivo que podemos esperar de un acuerdo firmado entre un mesías enloquecido y el Presidente saliente con menor credibilidad y respeto de México en los últimos años. No hay manera que salga bien.

Peña debería entender que no se trata aquí de diplomacias de coctel. El problema es serio. Urge serenidad para reconocer, que las relaciones entre individuos y entre naciones no son continuas. Hay momentos de cercanía y otros en los que es preferible tomar distancia y reenfocar nuestras baterías antes que firmar un acuerdo en tan malas condiciones. Vale más esperar a que solo el gobierno de Trump se deteriore frente a la protesta social, las mentiras recurrentes y la dinámica económica que no miente. Aunque quiera, la economía americana no podrá pasar de ser de servicios a industrial.

Por suerte, tenemos 180 días para reconsiderarlo. Ojala que nuestra cancillería no sobreestime sus capacidades.

 

Alejandra Cullen
Economista del ITAM y tiene una maestría en administración pública de Harvard. Permanece en búsqueda constante de las coincidencias y disidencias entre sociedad y gobierno para entender lo que sucede en México.

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