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Tomás Calvillo Unna

29/06/2022 - 12:05 am

Sólo unos pasos adelante querido Jorge Chabat

El diestro consumidor, que aconsejaba lo más económico y mejor; dos trajes por uno para no fallar en la ceremonia de inauguración.

Grafitti de Oriente.
Grafitti de Oriente. Pintura: Tomás Calvillo Unna

Recordar al amigo con sus gatos

su humor implacable,

su escepticismo creativo,

su soledad generosa,

su amistad permanente,

su reclamo silencioso por el afecto,

al menos en el frac del reconocimiento.

Su puntería en la prosa

para aligerar a la academia de sus densidades,

y devolverle la agilidad necesaria de la lengua.

Su capa de vampiro,

para ahuyentar los nuevos disfraces,

y despedir la adolescencia,

la soltura de su aventura continua,

el adiós de una edad.

La muerte como un juego permanente

de quien heredó fémures y cráneos,

de la criminalística ciencia paterna;

irremediablemente nocturna para burlar al día,

y no dejarse atrapar por los lamentos.

El observador estudioso del crimen

y el poder político y económico;

de la lógica de la amenaza que teje su telaraña

de complicidades y ganancias,

a costa de la pérdida irremediable de la paz,

de la certeza, de la seguridad, de la democracia,

de la Patria misma.

Analista de esas nupcias permanentes,

del grillete de intereses

entre gobiernos y delincuentes

y el abrumador mercado de adicciones.

Nupcias con separaciones temporales

sin divorcio predecible

con la venia o no

del grandulón del norte.

El diestro consumidor,

que aconsejaba lo más económico y mejor;

dos trajes por uno para no fallar

en la ceremonia de inauguración.

El audaz sacudidor de rutinas.

Aquella anécdota del pequeño muñeco de cuerda

que camina sobre el escritorio hasta topar

con las páginas de una disertación sobre América Latina;

la misma infancia en sus últimos estertores.

El habitante de su propia gesta,

suficiente para saber de qué se trata

esta aventura que los fantásticos luchadores

celebran aún con sus máscaras

saltos, maromas, llaves y hazañas

y algunos huesos quebrados.

Sagaz, advirtió que el tema vital del país

(como años antes un profesor suyo le enseñó)

era y es la seguridad; la lucha por la seguridad: 

en la Arena México sin cuadrilátero.

Sabía mofarse con finura de la retórica

y los discursos del poder

sin importarle las geometrías políticas.

Era a su manera un académico de cepa,

independiente, critico, disciplinado,

comprometido e imaginativo

y un buen provocador;

profesor

cuyo humor desde sus años de alumno

desconcertaba a algunos

que cargaban la losa de la ortodoxia.

Y también por qué no

un humanista conservador, liberal, ecléctico

brillante al fin y muy querido ser humano.

Retornó a su Guadalajara,

donde, para algunos que lo conocíamos,

 perduraba su único pecado visible,

su adhesión al rebaño sagrado.

Más allá de cualquier dato duro,

no sé si ese apego era bíblico,

pero algo tenia de inmemorial.

Gracias Jorge por ser quien fuiste

y no pretender ser otro.

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