Familiares de migrantes llegan al DF con la esperanza de encontrar a sus desaparecidos

29/11/2014 - 12:04 am
Familiares de desaparecidos. Foto: SomosMigrantes
Familiares de migrantes desaparecidos buscan ayuda en México. Foto: SomosMigrantes

Ciudad de México, 29 de noviembre (SinEmbargo).– “Voy a hablar por el dolor de los cientos y cientos de madres que tenemos nosotros en nuestro registro [de desaparecidos], las cuales han podido llegar a nuestra organización y poner denuncia, porque también tenemos muchas, muchas en nuestro país que no pueden denunciar porque no saben a dónde ir, no saben a dónde acudir”.

Así comenzó su intervención la salvadoreña Anita Zelaya durante la conferencia de prensa que la Caravana de Madres Centroamericanas en búsqueda de sus hijos realizó este viernes en la Ciudad de México.

Cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas, actualizadas al 31 de octubre de este año, contabilizan 157 personas de nacionalidad extranjera como no localizadas; sin embargo las organizaciones civiles que trabajan temas migratorios señalan que en la última década hubo cerca de 70 mil.

La caravana llegó a la capital del país la noche del jueves y permanecerá aquí hasta este sábado, como parte del recorrido que hace por el país buscando a migrantes centroamericanos que desaparecieron en su viaje hacia Estados Unidos, en donde México es paso obligado. Su parada en la capital del país ocurrió justo a la mitad de su camino, que concluirá el próximo 7 de diciembre.

Tras 10 años de realizar este recorrido desde Centroamérica y por distintos sitios de México, la Caravana ha dejado de ser sólo de madres, aunque ellas siguen siendo parte esencial de estas jornadas. Pero a los recorridos se han sumado también hermanas, esposas y, en esta ocasión, tres hombres (de Honduras, Nicaragua y El Salvador) que vienen con la esperanza de encontrar, sino a sus familiares, al menos indicios que les ayuden a saber si están vivos, si alguien los reconoce, si algún albergue, estación migratoria, cárcel u hospital tiene datos de ellos.

Frente a los medios congregados, Anita mostró la imagen de su hijo Rafael Alberto, a quien no ve desde el 2 de mayo de 2002.

Al igual que lo hacen los otros 42 familiares de migrantes desaparecidos que participan en la Caravana, y como lo han hecho quienes han venido antes que ellos, la fotografía de su familiar pende colgada de su cuello.

Los familiares de los migrantes centroamericanos desaparecidos están conscientes de que estos contactos con los medios son una oportunidad de difundir los rostros y nombres de sus seres queridos, de compartir sus historias, de lanzarlas como botellas al mar con la esperanza de que quien las encuentre les pueda ayudar a encontrarlos.

Historias como la de hondureña María Delmis Valle Zúñiga, quien durante esta caravana se reencontró con su hijo Yanel Navarro –que sobrevivió durante 16 años cuidando gallinas y gallos en un rancho de san Sebastián Tenochtitlán en el municipio de Nopala, Hidalgo– les ayudan a mantener viva esa esperanza.

Para lograr el encuentro de Yanel y María Delmis fue fundamental el apoyo de una mujer que, a través de Internet, supo del Movimiento Migrante Mesoamericano, la organización que ha respaldado y acompañado las caravanas de las madres centroamericanas.

La mujer sospechaba que el trabajador del rancho, quien se identificaba como Alexis, podría ser migrante, y con esa idea en mente contactó a la organización. Lo que siguió fue un arduo trabajo de corroboración de datos por parte del Movimiento, pero a fin de fomentar esos aportes de la sociedad es que esta edición de la caravana lleva por nombre “Puentes de Esperanza”.

“Es la única oportunidad de venir a buscar a sus hijos que tienen ellas”, afirmó Rubén Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano. Dijo también que México no cuenta con ningún mecanismo para que los familiares de migrantes desaparecidos en el país puedan denunciar sus desapariciones, a menos que se trasladen a México y hagan su denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR) o sus pares locales.

“Al no contar con esos mecanismos, definitivamente que ellos no podrían entrar en la lista oficial [de desaparecidos] que tiene México”, explicó. A decir de Figueroa, el proceso de invisibilización se completa así: si los migrantes desaparecidos no están en ese registro oficial de desaparecidos, entonces no van a ser buscados.

CONTRASTES DE CIFRAS

Caravana de Madres Centroamericanas buscando a sus Migrantes Desaparecidos. Foto: Cuartoscuro
Caravana de Madres Centroamericanas buscando a sus Migrantes Desaparecidos. Foto: Cuartoscuro

Para el gobierno mexicano oficialmente sólo hay 157 personas de nacionalidad extranjera como no localizadas, como muestran las cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, actualizado al 31 de octubre de este año.

De esas, 30 son de Guatemala, nueve de Honduras, tres de El Salvador y uno de Nicaragua, los cuatro países de donde provienen los integrantes de la Caravana y de donde salen más del 90 por ciento de los migrantes que entran de forma irregular a México, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM) sobre migrantes detenidos.

En el caso de Anita, la búsqueda de su hijo ha durado 12 años. A pesar del tiempo, se mantiene firme en su propósito de encontrarlo con vida. Ella forma parte del Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador (Cofamide), organización civil que tiene un registro de 258 desaparecidos, más 106 casos a los que se les da seguimiento. Anita refirió que han identificado a 32 migrantes salvadoreños, todos ellos fallecidos.

“Nos vimos obligados a trabajar en la búsqueda de los vivos y, lamentablemente, en la cruda realidad que aquí se vive, de los fallecidos”, expresó.

Lourdes Doniz y Álvaro Sandino, representantes de las delegaciones de Guatemala y Nicaragua, respectivamente, expusieron la dificultad de llevar registros de los desaparecidos de sus connacionales, dado que se trata de un fenómeno dinámico, invisibilidad por las autoridades y, además, irregular.

Para las organizaciones civiles que trabajan temas migratorios la estimación de migrantes desaparecidos es de 70 mil en una década, refirió Figueroa.

Lo que falta para encontrarlos no es sólo un mecanismo de búsqueda adecuado, sino voluntad de las autoridades para hacerlo, a decir de Lourdes Doniz, quien a nombre de las siete guatemaltecas que vienen en la Caravana, denunció que México no visibiliza a los migrantes.

“Necesitamos buscarlos, necesitamos encontrarlos, necesitamos esa respuesta de Estado que permita los mecanismos para que podamos nosotros buscarlos de manera física, entrando a las cárceles, a los hospitales, porque muchos de ellos no traen documentos. Este país tampoco los visibiliza”.

La llegada de la Caravana de Madres Centroamericanas a México, el pasado 20 de noviembre, coincidió con la última jornada de las llamadas Acciones Globales por Ayotzinapa, en solidaridad con los 43 normalistas desaparecidos desde el pasado 26 de septiembre, que significaron marchas en la Ciudad de México y varias ciudades del país y manifestaciones en diversas ciudades del mundo.

Por ello es que los integrantes de la Caravana se han hermanado en el dolor con los padres de los 43 estudiantes desaparecidos y han hecho suyo el reclamo social a las autoridades mexicanas de que los regrese con vida.

Sólo que, en su caso, la demanda “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, se transforma en otra que denota el matiz de movilidad que caracteriza a sus desaparecidos: “Vivos se vinieron, vivos los queremos”.

Su solidaridad no es sólo con los padres de los 43 normalistas, sino con todas las familias mexicanas que tienen desaparecidos. “Entendemos el dolor que están viviendo, sabemos el dolor que viven, el calvario que están pasando”, les dijo a esas familias la salvadoreña Anita.

Pero también habló de lo que las mueve a participar en la Caravana. “Expresarles nosotros el dolor que sentimos es para poder ablandar esos corazones duros, hay muchos corazones insensibles que ven como nada lo que estamos viviendo”.

No fue la única que lo dijo a nombre de todas y todos los demás que viajaron desde Centroamérica para buscar a los suyos.

“Nosotros necesitamos ser escuchadas, necesitamos expresar nuestro dolor, necesitamos expresar que tenemos que tener una respuesta ya para nuestros hijos”, soltó la madre de Héctor Eduardo Rivas, de Honduras.

“Todos los días, a la hora de dormir nos preguntamos si nuestros hijos aún viven, a la hora de levantarnos nos preguntamos si nuestros hijos ya comieron, si nuestros hijos van a regresar, y si nosotros vamos a estar vivos cuando vuelvan. Necesitamos saber de nuestros hijos”. Héctor Eduardo cumplió 22 años el pasado 12 de noviembre; su madre no sabe de él desde que emigró, a los 19 años.

Las denuncias sobre los abusos que sufren los migrantes irregulares a su paso por México persisten: asaltos, asesinatos, violaciones, torturas, trata, secuestros, cooptaciones por el crimen organizado.

Las exigencias que hacen los familiares de los migrantes desaparecidos también son similares a las que desde hace algunos años han resonado en voz de activistas, defensores de los derechos de los migrantes y organizaciones civiles: no criminalizar a los migrantes, investigar y resolver los casos de delitos contra ellos, tener mecanismos efectivos de prevención de delitos contra migrantes.

Pero también las dudas prevalecen, como lo hizo notar el nicaragüense Sandino.

“¿Qué está haciendo el gobierno mexicano por defender los derechos no solamente de estros migrantes centroamericanos, sino los mismos mexicanos de este país? ¿Qué están haciendo las autoridades de este país para reconocer los derechos humanos de todos y cada uno de los migrantes que pasan por este país? ¿Dónde está la autoridad que realmente debería tener el gobierno? ¿Dónde está la respuesta? ¿Dónde está la respuesta para estos miles de centroamericanos, e incluso para los 43 padres y madres de familia de Ayotzinapa? ¿Qué está haciendo la policía? ¿Qué esta haciendo migración?”.

Por si hicieran falta las preguntas, Anita Zelaya lanzó también sus dudas, que son al mismo tiempo reflejo de lo que se sabe o se intuye sobre el destino de muchos centroamericanos cuyo rastro se pierde a su paso por México.

“¿Cómo puede existir tanta brutalidad para despedazarnos a nuestros hijos?, ¿Cómo pueden quitarle la vida a un migrante y después extorsionarnos a nosotros la familias? ¿Cómo pueden cortarles los brazos a nuestros hijos y pedirnos dinero, y dejarnos hasta la vil calle, porque muchos venden sus casas, hipotecan sus casas para pagar la extorsión que les están haciendo? ¿Cómo pueden atemorizar tanto a las familias y obligar a nuestros hijos a trabajar con el crimen autorizado, y si no trabajan con ellos nos los matan?”.

“Necesitamos una respuesta, y una respuesta ya”, espetó el nicaragüense al terminar su retahíla de cuestionamientos. Más tarde, cuando Figueroa tomó la palabra, le dio, sin proponérselo, una desalentadora contestación: el gobierno mexicano no ha dado respuesta a ninguna de las exigencias de los familiares de migrantes.

Anita recordó que se acercan fechas especiales: su cumpleaños, la Navidad, el fin de año, celebraciones en donde es más sentida la ausencia de su hijo.

“El dolor está ahí, la herida está ahí”, dijo, ya entre sollozos. Entonces interrumpió su mensaje, se levantó y abrazó al nicaragüense Sandino para mostrar cómo es que le gustaría volver a abrazar a su hijo. Luego, volvió a su lugar y apretó hacia su pecho la foto que la acompaña. “Ahora lo abrazo así”, dijo. El resto de las madres la escuchaba con las cabezas bajas y tímidos sollozos; la mayoría lloraba.

El Movimiento Migrante Mesoamericano ha logrado localizar a 200 migrantes cuyo rastro se había perdido en su camino hacia Estados Unidos. Todo lo ha hecho a partir de sus propias indagatorias, rastreos en campo y tendiendo redes con organizaciones y albergues.

Por eso es que ante la duda de por qué las autoridades mexicanas no actúan para hallar a los migrantes, se vuelve una crítica y un velado reto en la voz de Figueroa: “Si nosotros hemos localizado personas migrantes, yo creo que ellos también tienen las herramientas, pero tienen que tener la voluntad. Que aprendan del esfuerzo y la voluntad que tienen las madres que vienen”.

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