Estados Unidos es a la vez una República y un Imperio. Responder eficientemente a la tensión entre estas dos dimensiones es el principal desafío de nuestro vecino del norte. El Imperio estadounidense puede considerarse como uno que garantiza la seguridad y la paz mundiales. Sus objetivos son mantener el régimen liberal internacional que, en su vertiente política, promueve la salud de la democracia liberal en todo el mundo y, en su vertiente económica, salvaguarda el comercio internacional, con la acción de su fuerza naval y militar. Esta es la clave para entender el reciente conflicto con los houthies que amenazaban clausurar el Estrecho de Bab al-Mandab, que conecta al Mar Rojo con el Golfo de Aden y que es uno de los puntos más importantes del comercio internacional.

Israel y Ucrania son dos naciones que hoy en día dependen del apoyo económico y militar de Estados Unidos para defenderse frente al terrorismo islámico y la Rusia de Putin, respectivamente. El gobierno estadounidense ha decidido que respaldar a estas dos naciones tiene un alto valor estratégico y geopolítico.

Sin embargo, la polarización política en Estados Unidos es de tal magnitud que el Partido Repúblicano se ha negado a aprobar un paquete de ayuda a Tel Aviv y Kiev si la administración Biden no dedica recursos a proteger la frontera con México. Detrás de esto se encuentra la voluntad de Donald Trump por descarrilar al candidato demócrata. La presión sobre el Presidente estadounidense para hacer algo respecto a la frontera sur ha venido aumentando, al tiempo que se aproximan las elecciones en noviembre de este año.

Todo parece indicar que el mandatario de Estados Unidos se ha rendido a tales presiones. En efecto, recientemente Biden dijo que él quería la autoridad para cerrar la frontera “hasta que vuelva a estar bajo control”. Pero quizás sea el precio que tenga que pagar para que su paquete de ayuda a Ucrania e Israel se apruebe. Mientras tanto, el Presidente López Obrador ha irrumpido en el diferendo al criticar como demagógica la propuesta de Biden de cerrar la frontera. La simpatía que siente López Obrador por el ex-presidente Trump es bien conocida y no es difícil pensar que el mandatario mexicano aprovechará cada ocasión para minar la campaña de Biden y promover la de Trump.

Ahora bien, nada de esto supone que los problemas de la fronteras no sean muy graves. El gobierno mexicano le ha servido al estadounidense como una especie de frontera para detener migrantes que llegan principalmente de América Central y acordó construir instalaciones como la de Ciudad Juárez, donde murieron calcinados más de 40 migrantes. A esto hay que agregar los problemas de inseguridad en la región, el cruce de armas de norte a sur y de droga de sur a norte, así como el comercio lícito, que hoy es uno de los mayores del planeta.

El escritor, Carlos Fuentes, dijo alguna vez que la frontera entre México y Estados Unidos era, sobre todo, una herida. No hay duda de que esta sigue abierta.

Gustavo de Hoyos Walther

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Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).

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