Malabares seniles

31/08/2013 - 12:01 am

De reversa las arrugas manifiestan una segunda infancia, donde la memoria es un trompo con el que los viajantes juegan a reescribir su biografía en rebanadas de décadas extinguidas.

Algunos hubieras se topan en el coctel de pendientes sin resolver como sabiduría compartida en el vaho de la experiencia. El pasado es el presente, el futuro es el presente. El tiempo va de regreso y a veces se burla de alguna juventud padecida con el collar de enfermedades que representa la mordida con la cual devoraron al mundo.

Tregua de la existencia. Racimo descendiente que se lleva el genoma sensible de retinas
con la sentencia: “tus ojos son mis ojos”.  No hay más, sino son los padres, son los sabios quienes construyen parcialmente la ciudad corporal como carretilla de las piezas antepasadas.

Adolescentes, al estilo Arrugas de Paco Roca, que buscan y se atreven a todo, incluso a burlarse de sí mismos para no sucumbir ante el alzheimer de la alegría. Picardía gallarda en ciernes. Un repaso a las sensaciones abundantes en misterios deambulando entre muros sobreprotectores. Travesuras seniles que intentan caer en la discreción.

Monólogos en voz alta que intentan establecerse como espectaculares en la calle al pronunciar palabra alguna, como si deambularan Santiagos de El viejo y la Mar por las arterias urbanas, buscando oídos que los vuelvan a escuchar, repitiendo la historia como si fuera la primera vez, con los mismos detalles que ilustran una realidad que ya fue.

Danzas espontáneas con la psique volando alrededor de siestas tomadas en rompecabezas. Mañana, tarde y noche, cinco minutos y ladeando en el sofá con pronósticos sociales tan certeros como la realidad.

Exploradores tardíos de un segundo aire que en ocasiones, como niños se niegan a bañarse todos los días o a recibir la caricia de una aguja que calme los brotes de los días vividos.

Oráculos permanentes que los descendientes ignoran por creerse más sabios que la experiencia andando. Alquimistas que sentencian lienzos a punto de pintarse detrás de una sonrisa que a veces se olvida.

Romance primerizo que parece eterno. El arcoíris de manos entrelazadas lo pone en evidencia. Dos pingüinos urbanos lo confirman.

Exiliados que buscan formar parte del jardín de la vida. Malabaristas de las palabras que entre lentes, boinas, tintes y blanquecinas

El corazón está a punto de saltar de un bungee, cada que una cana o una arruga lloran  para recordar que están vivos y son capullos volviendo a florecer.

@taciturnafeliz

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video