Author image

Pedro Mellado Rodríguez

31/01/2025 - 12:04 am

Los cambios de fondo no son asuntos de tibios o cobardes

La historia de reformas al Artículo Tercero constitucional es el reflejo más claro de una de las luchas más importantes y permanentes que se han experimentado en el país.

La historia de nuestro país siempre ha estado determinada por apasionados debates sobre asuntos medulares, sobre decisiones trascendentes, en las cuales se han enfrentado liberales y conservadores; revolucionarios y reaccionarios; hombres decididos y valientes, frente a tibios y cobardes; gente comprometida con el pueblo y cofradías que, lubricadas por el egoísmo, la ambición y el cinismo, siempre han buscado tener sometido a la gente. Por eso se han quedado cortos muchos sueños para transformar de fondo la Nación. Este permanente forcejeo ha propiciado que importantes transformaciones del país hayan quedado en compás de espera, en algunos casos durante muchos años o décadas, pues las transformación de fondo no son asuntos para tibios y cobardes.

El próximo miércoles 5 de febrero estaremos conmemorando 108 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que rige el destino del país desde 1917. Maltrecha, adulterada, agraviada, desfigurada y burlada por los gobiernos priistas y panistas de las últimas tres décadas, sigue siendo un referente de la más apasionada historia de México. Por eso vale la pena volver a revisar algunos de sus pasajes luminosos. Son lecciones de la historia que no habría que olvidar, porque, fatalmente, muchos de ellos podría repetirse.

Hubo un muy enconado debate el miércoles 13 de diciembre de 1916, por un radical proyecto del Artículo 3º constitucional, elaborado por la comisión encargada del tema, que pretendía poner freno total a la injerencia del clero en la educación de los mexicanos.

El texto propuesto tenía la siguiente redacción: “Artículo 3º. Habrá libertad de enseñanza; pero será laica la que se dé en los establecimiento oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación religiosa, ministros de algún culto o persona perteneciente a alguna asociación semejante, podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria, ni impartir enseñanza personalmente en ningún colegio. Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia del Gobierno, la enseñanza primaria será obligatoria para todos los mexicanos y en los establecimiento oficiales será impartida gratuitamente”.

Esta referencia está tomada de la página 63 del libro “50 Discursos Doctrinales en el Congreso Constituyente de la Revolución Mexicana 1916-1917”, publicado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, en el año de 1967.

En respaldo del proyecto de ese artículo tercero para la nueva Constitución habló el diputado por el estado de Michoacán, Francisco J. Mújica.

“La enseñanza es indudablemente el medio más eficaz para que los que la imparten se pongan en contacto con las familias, sobre todo, para que engendren, por decirlo así, las ideas fundamentales del hombre; y, señores diputados ¿cuáles ideas fundamentales con respecto a política puede el clero imbuir en la mente de los niños? ¿Cuáles ideas fundamentales puede el clero llevar llevar al alma de nuestros obreros? ¿Cuáles ideas puede llevar el clero al alma de la gleba mexicana, y cuáles puede llevar al alma de los niños de nuestra clase media y clase acomodada? Las ideas más absurdas, el odio más tremendo para las instituciones democráticas, el odio más acérrimo para aquellos principios de equidad, igualdad y fraternidad, predicados por el más grande apóstol, por el primer demócrata que hubo en la ancestralidad de los tiempos, que se llamó Jesucristo”.

Agregó J. Mújica: “ Y siendo así, ¿vamos a encomendar al clero la formación de nuestro porvenir, le vamos a entregar a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a los hijos de nuestros hermanos, para que los eduquen en sus principios? Yo creo francamente que no, porque haríamos en ese caso una labor antipatriótica. ¿Cuál es, señores diputados, la moral que el clero podría transmitir como enseñanza a los niños? Ya lo hemos visto: la más corruptora, la más terrible” (Op. cit. Pág. 65 y 66).

Hubo quienes no estuvieron de acuerdo con la posición de J. Mújica, como lo fue el diputado por Jalisco y presidente del Congreso Constituyente, Luis Manuel Rojas, quien argumentó:

“Es extemporánea la fórmula intolerante y agresiva que nos propone la Comisión para el artículo 3º, después de haberse dado las Leyes de Reforma y de realizada la independencia de la Iglesia y el Estado. Yo entiendo que Juárez y los hombres de la reforma fueron eminentemente jacobinos y, por tanto, incosecuentes bajo algunos aspectos con el clásico criterio liberal inglés; pero nadie les debe tachar en eso, por las razones indicadas, aunque se ha de confesar lisa y llanamente que la Reforma, entre sus grandes principios, tuvo también sus exageraciones en meros detalles que afearon la ley, y precisamente por esta circunstancia, o sea por la exageración de las Leyes de Reforma, en  puntos secundarios que no significaban nada, ha sido tan difícil mantenerlos en todo vigor, pues por una reacción natural de la masa católica del pueblo mexicano, el Gobierno del general [Porfirio] Díaz y después el del señor [Francisco I.] Madero fueron en esa línea muy tolerantes. A mi juicio, ésta era una concuencia lógica y no podía manifestarse el fenómeno de otra manera”, argumentó el diputado Luis Manuel Rojas (Op. cit. Pag. 70).

Con respecto a este debate sobre el artículo tercero constitucional hubo una respuesta del diputado por Guanajuato, Jesús López Lira: “Las escuelas religiosas, y no hago distinciones de cultos o sectas, se implantan con un objeto que no es precisamente el de impartir la instrucción: es con el objeto de allegarse adeptos, y yo no considero justo, señores diputados, que la escuela, algo consagrado, algo en lo que está basado el porvenir de la patria, sirva como medio de propaganda para asuntos religiosos. Indudablemente, señores diputados, que si se decretara que la enseñanza en todos los colegios fuera laica, muchos de los colegios religiosos se clausurarían, porque ya no tendrían sus fundadores el objeto que perseguían. Esa será la prueba más palpable de la razón que asiste a los que, como yo, queremos amplia libertad para el niño, que viva en la luz” (Op. cit. Pag. 100).

Suavizado, finalmente se publicó el Artículo 3º. en la Constitución Política promulgada el lunes 5 de febrero de 1917, en los siguientes términos: “La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares”.

Además, agregaba el artículo tercero: “Ninguna corporación religiosa, ni ministro de algún culto, podrán establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria. Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia oficial. En los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la enseñanza primaria”, según se puede constatar en el documento original de la Constitución del 5 de febrero de 1917.

Años después, el jueves 13 de diciembre de 1934, el Gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, el último verdaderamente comprometido con la Revolución Mexicana, promulgó una reforma al artículo tercero constitucional que provocó una fuerte reacción de los conservadores aliados al clero católico: “Artículo 3o. La educación será socialista Y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social. Soló el Estado – Federación, Estados, Municipios- impartirá educación primaria, secundaria y normal. Podrán concederse autorizaciones a los particulares que deseen impartir educación en cualquiera de los tres grados anteriores, de acuerdo en todo caso con las siguientes normas”:

Y agregaba en el segundo párrafo: “I.- Las actividades y enseñanzas de los planteles particulares deberán ajustarse, sin excepción alguna, a lo preceptuado en el párrafo inicial de este artículo, y estarán a cargo de personas que en concepto de Estado tengan suficiente preparación profesional, conveniente moralidad e ideología acorde con este precepto. En tal virtud, las corporaciones religiosas, los ministros de los cultos, las sociedades por acciones que exclusiva o preferentemente realicen actividades educativas, y las asociaciones ligadas directa o indirectamente con la propaganda de un credo religioso, no intervendrán en forma alguna en escuelas primarias, secundarias o normales, ni podrán apoyarlas económicamente”.

Sin embargo, una vez que se fue el general Cárdenas del Río, el nuevo presidente, Manuel Ávila Camacho, suavizó el artículo tercero constitucional en la reforma publicada el 30 de diciembre de 1946: “Artículo 3o. La educación que imparta el Estado -Federación, Estados, Municipios- tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional en la independencia y en la justicia”.

Y agregaba en su segundo párrafo: “Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, el criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.

La historia de reformas al Artículo Tercero constitucional es el reflejo más claro de una de las luchas más importantes y permanentes que se han experimentado en el país: la lucha por las conciencias y por la libertad de las conciencias.

Una revisión detallada de la Constitución General de la República y de las 842 reformas que han experimentado sus 136 artículos, nos permite saber cuál fue la orientación de cada Gobierno y comprobar que la mayoría no estuvieron en favor del pueblo. Muchos cambios, que pretendieron ser profundos no se concretaron por la resistencia tenaz de quienes a través de toda la historia de México han luchado ferozmente por mantener sus privilegios.

Pedro Mellado Rodríguez
Periodista que durante cinco décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Ha trabajado en prensa, radio, televisión y medios digitales. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace cuatro décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Tiene estudios de derecho por la Universidad de Guadalajara y durante una década fue profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad Jesuita de Guadalajara. Es autor del libro Las Naves Nodrizas de la Comunicación y el Periodismo (Taller Editorial La Casa del Mago, Guadalajara, 2022).

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video