El Estado condena a niños a vivir en pobreza; programas sociales no rompen el círculo: ONG

10/08/2015 - 12:03 am

LUNES10DEAGOSTO

Ciudad de México, 10 de agosto (SinEmbargo).– Los mayores índices de pobreza se concentran en un sector poblacional desde hace más de cuatro años: los niños, niñas y adolescentes mexicanos. Conforman el 35.9 por ciento de la población total que vive en estas condiciones, de acuerdo con los resultados del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Pública de Desarrollo Social (Coneval).

En 2014, se calculó que 21.4 millones de los menores de 18 años viven con una o más carencias de servicios y derechos básicos, 200 mil más en comparación con 2012, año de la última evaluación.

Del total de la población en pobreza, el 53.8 por ciento (21.4 millones) son menores de 18 años; es seguido por la población de entre 18 y 64 años, con el 41.9 por ciento (29.8 millones); y finalmente la población de 65 años que es el 39.9 por ciento (4.2 millones).

De acuerdo con la opinión de organizaciones enfocadas en los derechos de la niñez y la juventud, el Estado condena a esta población a continuar dentro de el círculo de la pobreza. No ha actuado de manera correcta en la implementación de una política integral y focalizada en esta población que por cuestiones lógicas de la edad, entrarán a la edad adulta en situación de pobreza y es lo que heredarán a sus descendientes.

Pero el problema tiene más aristas cuando se habla de niños/adolescentes indígenas o discapacitados, en quienes las condiciones se recrudecen.

Si bien, son un sector con derechos económicos limitados, el Estado también ha fallado en la obligación de proveer a cada niño y niña de los servicios básicos, ya que los considera propiedad y responsabilidad de sus familias, a quien por otro lado, tampoco le brinda un ingreso con el que pueda acceder a la canasta básica, a una vivienda digna y a la educación.

De los jóvenes en esta condición, el 42 por ciento viven en pobreza moderada y 8.5 por ciento en pobreza extrema.

Pobreza es carecer de oportunidades para participar y contribuir al crecimiento económico y al desarrollo; es carecer de poder para la toma de decisiones que afectan sus vidas; ser vulnerables a crisis económicas y otro tipo de perturbaciones como accidentes, enfermedades y hasta desastres naturales. Esa es la definición del Banco Mundial y son las condiciones en las que vive esa población a la que le llaman “el futuro de México”.

LAS PRINCIPALES CARENCIAS DE LOS MENORES

Foto: Cuartoscuro.
21.4 millones de menores de 18 años viven con una más carencias de servicios y derechos básicos, de acuerdo con Coneval. Foto: Cuartoscuro.

Las principales carencias de este sector poblacional, según el Coneval, recaen en el acceso a la educación, a los servicios de vivienda, y en la calidad de estos espacios. Los índices también son altos en acceso a seguridad social y acceso a alimentación. El 61 por ciento, actualmente vive con un ingreso inferior a la línea de bienestar y el 25 por ciento con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo.

“El informe de Coneval señala que la política pública de combate a la pobreza no ha servido de nada. El no sólo debe centrarse en la transferencia de recursos a través de los programas sociales, ya que no se garantiza la forma el acceso a una educación de calidad que les permita desarrollar otras actividades o el acceso a otras rutas de productividad. Los condenan a que continúen dentro de su círculo de pobreza”, dijo a SinEmbargo, Gustavo Hernández Verástica, director general de Servicios a la Juventud A.C.

Martín Pérez García, Director general de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) coincidió, en el sentido de que el presupuesto de programas públicos tiene condiciones de trato desigual, aunado a que las acciones que requieren los jóvenes deben estar focalizadas “hay dinero, pero no sabemos a quién está beneficiando. El Estado ve a los niños y niñas como propiedad y responsabilidad de la familias, y asume que la calidad de vida y alimentación, es responsabilidad abierta de ese núcleo, lo cual es equivocado porque el Estado es el garante de los derechos. El comer bien, cruza con el derecho a una vida saludable y en nuestro caso, las familias no tienen la capacidad  de comprar la canasta básica. Lo que pone en riesgo que sus tasas alimentarias generen la obesidad infantil”.

En números del Coneval, en 2014, el 47 por ciento de la población no alcanzó a cubrir la canasta básica con su salario.

Durante la entrevista, Pérez García recordó lo que dijo un comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el pasado 20 de mayo: “La pobreza en México tiene rostro infantil e indígena. Ocho de cada 10 niños indígenas son pobres”.

En cuanto a los casos de chicos callejeros, niñas víctimas de trata o violencia sexual que viven en albergues, no son contemplados por el gobierno, ya que no se les otorga dinero público para atender su condición de desventaja; esto los empobrece más.

LAS CONSENCUENCIAS DE LA POBREZA

Exposición fotográfica en las rejas de Chapultepec. Foto: Cuartoscuro
De acuerdo con la opinión de organizaciones enfocadas en los derechos de la niñez y la juventud, el Estado condena a esta población a continuar dentro de el círculo de la pobreza. Foto: Cuartoscuro

Los activistas señalaron las principales consecuencias que la población infantil ya sufre desde ahora. Obesidad, anemia, deserción escolar, embarazo temprano, falta de competencias para acceder a un buen trabajo y poca participación política son algunas, pero por cada problema, hay una secretaría encargada de ese trabajo.

“Hay una condición estructural que discrimina niños. Esto tiene aspectos negativos en el desarrollo de su cuerpo y su cerebro, y por lo tanto se convierten en factores que definen el potencial de sus capacidades. El país hace una mala inversión en concentrar la riqueza en un segmento muy pequeño de la población, no da la oportunidad de que la población infantil despliegue todo su potencial”, comentó Pérez García.

Está la talla baja, “los mexicanos y mexicanas no somos bajitos sólo porque así es nuestra raza, este hecho también está asociado a los problemas de alimentación”, dijo.

La desnutrición tiene dos caras: anemia y obesidad, y ambas son expresiones de la pésima alimentación que se tiene.

Según datos de Redim, con el programa Prospera (antes Oportunidades), el 80 por ciento del dinero destinado a alimentos se va a comida chatarra, porque es la más barata y la que más llena. Entonces los niños comen y se llenan de una manera no sana.

En el ámbito educativo está por ejemplo, el programa de becas Prepa Sí, pero que abarca a jóvenes universitarios y de bachillerato.

En el caso de los embarazos tempranos, una mujer adolescente quedará fuera de la escuela, “nueve de cada 10 ya no acude por discriminación. Lo único que heredan es pobreza, porque ellas están en pobreza. Hay muchos factores que hacen que niños y niñas que hayan heredado pobreza, la reproduzcan en su etapa infantil y adolescente”, agregó el Director de Redim.

En el caso de la población de entre los 12 y 17 años, el tema debe atenderse en el paso a la edad adulta. “A los 18 años, edad en la que aún se está terminando de decidir el estilo de vida propio, con pocas condiciones para tomar decisiones, desventajas hacia otros que sí las tienen. El grueso de deserción escolar se da entre los 16 y 17 años y llegar a los 18 años es librar el primer filtro”, comentó Hernández Verástica.

Agregó que muchos pueden tener el interés de continuar en la universidad, pero al no haber condiciones de calidad educativa, de oferta educativa y una débil perspectiva sobre cómo continuar estudiando puede ayudar a superar la pobreza, la cantidad de los que continúan se reduce.

Así, en caso de que se llegue al mercado laboral, no se tendrán las condiciones mínimas para acceder a un empleo digno, aunado a que hay las suficientes oportunidades para los jóvenes en el mundo laboral. Habrá un rezago en el tema de tener habilidades y competencias para entrar al mundo laboral y un déficit de oportunidades laborales para los jóvenes desde la perspectiva empresarial.

“Las políticas deben ser más integrales. Además debe trabajarse no sólo en el tema del acceso a los servicios, sino también en la calidad de éstos”, agregó Hernández Verástica. Para él, las instituciones tienen que generar acciones específicas para los jóvenes, porque no hay una política clara para atender a la juventud, sólo “pegotes” de varios programas, pero no una estrategia por parte del Estado para ponerse a trabajar en temas de educación, salud, participación, acceso a empleo y únicamente focalizado a los jóvenes.

El único programa centrado en los jóvenes que ayuda a generar alternativas de crecimiento económico es el de Emprendedores, pero no se sacarán 36 millones de emprendedores […] No hay un programa específico de promoción para la participación más allá del tema electoral”, indicó.

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
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