Videojuegos violentos: generalizaciones y conflictos de interés en una discusión que parece no acabar

23/07/2013 - 12:30 am
Foto: Capcom
Foto: Capcom

Ciudad de México, 23 de julio (SinEmbargo).- El sexo y violencia son dos ingredientes que pueden resultar muy atractivos para que determinados videojuegos se vuelvan más populares que otros. Sin embargo, estos dos pilares también son el centro de una discusión donde chocan la fascinación y la repulsión que provocan entre muchos sectores, los cuales a menudo poco tienen que ver con la industria del entretenimiento digital.

Personajes tristemente célebres como Adam Lanza, el asesino de Newtown, así como otros criminales que se han hecho famosos durante la última década han contribuido a dar una mala imagen sobre los juegos de video, puesto que la mayoría de ellos compartían aficiones similares.

Son en especial los llamados “juegos violentos” como los survivals o FPS (videojuego de disparos en primera persona) aquellos que han estado en la mira desde hace años y la aparición de nuevos jóvenes asesinos no ha contribuido para que esto aminore.

El caso más reciente ocurrió en España el pasado 30 de junio el joven de 18 años Andreu Coll Tur asesinó a su padre en Mallorca. Según su propia confesión, lo hizo con un palo con clavos, un arma que aparece en el juego “Dead Rising 2”.

De acuerdo con el sitio ALT1040, lo anterior fue suficiente para que varios diarios locales como El Mundo, El País o El Diario de Mallorca acusen del crimen de forma más o menos directa a los videojuegos violentos.

Por muchos fue cuestionado el ángulo que se le dio a la nota con encabezados como “El violento videojuego que se convirtió en realidad” y que otros puntos como el perfil psicológico del joven culpable quedaran de lado, así como las “humillaciones constantes” a las que supuestamente le sometía su padre.

Por su parte, también se encontraba el dato de que tanto el parricida como su complice invertían más de 12 horas diarias de su tiempo en videojuegos así como que se conocieron jugando en línea

Foto: EFE
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Por otra parte, la creciente indignación de los gamers tampoco quedó de lado y en los mismos comentarios de las notas que en la red han sido publicadas sobre el tema se puede leer cosas como “Si no son los videojuegos, son los juegos de rol y, si no, la violencia en la televisión. ¿Cuándo vamos a dejar de buscar falsos culpables y a hablar del verdadero problema, la falta de atención, educación y dedicación en la familia?”, publicó El Diario de Mallorca.

“Los videojuegos no matan, lamentamos la decepción de sus usuarios al recibir esta confirmación gratuita”, dijo con cierta ironía el periodista español Matías Vallés al respecto, en respuesta a las oleadas de reclamos hacia el periódico.

Por su parte, Diario de Mallorca atribuyó las reacciones virulentas y reclamos hacia su redacción a un conflicto de intereses en el que la industria de los videojuegos –que factura más de mil millones de euros al año en el país ibérico– quedaba mal parada con la nota. Por otra parte, agregaron que “los videojuegos que se anuncian en revistas especializadas ponen especial énfasis en los niveles de violencia”, además de ser los que más ventas presentan.

“A la industria le interesa la violencia para hacer negocio. Mueve ingentes cantidades de dinero para influir sobre medios especializados y gobiernos. Intentar una regulación sería poner puertas al campo. Por eso de vez en cuando volveremos a escandalizarnos cuando un joven que lo tiene todo y que se pasa horas a los mandos de su consola cometa un acto de barbarie que, diremos, nadie puede entender”, publicó el diario.

No obstante, más allá de las tendencias asesinas de los implicados de este y otros crímenes similares, así como de sus aficiones, queda claro que la discusión en torno a los juegos de video está lejos de una solución simplona sustentada en su prohibición o condenación.

La variedad de la industria del entretenimiento digital va más allá de festines de sangre pixelada y rudimentarias armas y los defensores de los videjuegos argumentan que comparar la violencia real de la manera en la que lo hicieron los medios españoles, sería similar acusar a estos mismos de dar ideas a los criminales que los leen.

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