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Óscar de la Borbolla

25/06/2018 - 12:00 am

La metáfora y el conocimiento 2

La idea de pensar en un asunto complicado a través de otra cosa más sencilla o familiar para explicárnosla no es nueva: realmente viene desde el diálogo Fedón donde Platón, ante la grave pregunta acerca de la causa general de la generación y de la destrucción, propone un abordaje metafórico, pues, así como no es posible -nos dice- contemplar un eclipse de Sol directamente sin cegarnos y conviene verlo reflejado en un plato con agua, de igual modo aborda el peliagudo asunto con lo que llama “una segunda navegación”. Desde entonces -a veces conscientemente o sin explicitarlo- el uso de metáforas para avanzar en el conocimiento se ha dado en innumerables ocasiones.

En la muerte hay castigos y recompensas. Foto: Óscar De la Borbolla.

La idea de pensar en un asunto complicado a través de otra cosa más sencilla o familiar para explicárnosla no es nueva: realmente viene desde el diálogo Fedón donde Platón, ante la grave pregunta acerca de la causa general de la generación y de la destrucción, propone un abordaje metafórico, pues, así como no es posible -nos dice- contemplar un eclipse de Sol directamente sin cegarnos y conviene verlo reflejado en un plato con agua, de igual modo aborda el peliagudo asunto con lo que llama “una segunda navegación”. Desde entonces -a veces conscientemente o sin explicitarlo- el uso de metáforas para avanzar en el conocimiento se ha dado en innumerables ocasiones.

Hace unos años, en la década de los ochenta del siglo pasado, circuló con gran éxito el libro Las metáforas de la vida cotidiana de George Lakoff y Mark Johnson (lingüista y filósofo respectivamente), donde se sostiene que “la esencia de la metáfora es entender y experimentar una cosa en términos de otra”. Este libro resulta interesantísimo pues muestra que las metáforas -que en la tradición analítica se consideraban un mero adorno literario- son en el fondo maneras de ver la realidad: cuando decimos por ejemplo: “ahorrar tiempo”, “perder el tiempo” “ganar tiempo “… de lo que estamos hablando realmente es del dinero, y esto no sólo gobierna nuestra percepción de la realidad sino nuestras acciones.

El uso de la metáfora con fines de conocimiento tiene, pues, su prosapia y ahora propondré un caso en el que su uso, e incluso su abuso, ha sido espectacular. Hay un asunto del que nadie sabe nada; pero en el que, no obstante, se ha avanzado en miles de direcciones. Ese asunto es nada menos que la muerte, acerca de la cual lo único sensato que se ha dicho aparece en una frase del Hamlet de Shakespeare: “Esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno”.

Y que conste que llamarla “región” ya es atribuirle demasiado, pues las regiones son de “aquí” y quién sabe si también sean de “allá”. Y más aún, como no podemos escapar del pensamiento analógico, yo mismo acabo de incurrir en ese procedimiento, pues he escrito “allá”, dándole a la muerte un espacio fuera de aquí y, además, he pensado no sólo en un allá próximo, sino de plano en un “más allá”, para marcar con ello lo completamente remoto de ese espacio. Si no se sabe nada de la muerte, ¿cómo es que se le predica un espacio: el más allá? Esta es la metáfora que funda todas las escatologías. Un más allá al que, encima, se le han atribuido toda clase de características sacadas del acá, del aquí.

En la muerte hay castigos y recompensas, tormentos y placeres, justicia, agua en abundancia, felicidad sin límites… el más allá “es” y “tiene” esto o aquello, se dice; pero siquiera ¿será? ¿Existirá algo? No lo sabemos, pero con el procedimiento analógico hemos lanzado a lo largo de toda la historia y a lo ancho de todas las geografías innumerables elucubraciones: fantasías apoyadas en una metáfora.

Al pensar metafóricamente (esto por aquello) exploramos, construimos y terminamos creyendo en aquello a lo que nos lleva una metáfora.

Twitter:
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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