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Javier Solórzano

04/06/2012 - 12:00 am

Allá nos vemos

La expectativa que ha generado el segundo debate se debe a que efectivamente habrá cambios que lo harán más dinámico y sobre todo por el tiempo político en que llega. Si hace un mes Peña Nieto pudo jugar a que si no hay segundo debate puede que mejor, ahora las cosas son diferentes. Independientemente de […]

La expectativa que ha generado el segundo debate se debe a que efectivamente habrá cambios que lo harán más dinámico y sobre todo por el tiempo político en que llega. Si hace un mes Peña Nieto pudo jugar a que si no hay segundo debate puede que mejor, ahora las cosas son diferentes. Independientemente de la encuesta que nos simpaticen o les creamos es evidente que las distancias se acortaron, como lo alertamos hace dos meses en Sin Embargo MX.

No era un asunto de varita mágica para saberlo ni teníamos la más mínima idea de que surgiría un movimiento como el #YoSoy132. Pero con todo y esto, pensar que Peña Nieto ganaría de manera fácil no tenía sentido, menos ahora, en función del país que somos. Si la elección no termina en tercios se debe a que la campaña de Josefina vino a menos, pero de alguna u otra forma en términos nacionales ya somos un país de tercios; es cosa de ver los pasados procesos electorales presidenciales.

El debate se ha convertido en el mejor escaparate en el sprint final de las campañas. Todos lo necesitan. Si Peña Nieto pensó que lo mejor sería “nadar de pechito” hoy junto con su influyente equipo tiene que pasar a la ofensiva. No es sólo el hecho de que López Obrador lo esté alcanzando, es la necesidad de que la sociedad lo encuentre atractivo no sólo como imagen mediática sino sobre todo para gobernar.

A López Obrador le urge porque independientemente de que la encuesta de Reforma lo coloque bajo un empate virtual con Peña Nieto sabe bien que no basta con ello, porque además esta encuesta tendrá que verla en perspectiva y en comparación con las otras. Josefina tiene que buscar la manera de revivir. Ahora ya no sólo tiene enfrente a Peña Nieto ya tiene también a López Obrador, tiene que hacer valer los tercios en que esta dividida la sociedad mexicana. Parece difícil pero este hecho le puede permitir moverse en el debate por la libre que son por cierto sus mejores espacios. Para Quadri el debate es una nueva oportunidad. El del PANAL está que va a donde lo inviten y puede jugar un papel importante por una sencilla y estratégica razón: sin que apoye abiertamente a Peña Nieto puede jugar a ser su comparsa o cómplice durante dos horas y 15 minutos.

Las elecciones están intensas y bajo esta perspectiva el debate suena interesante. El formato ha evolucionado aunque es evidente que no va a satisfacer con razón a muchos. Vemos pasos hacia delante y falta, pero con este formato se dan pasos adelante. Los partidos y el IFE lo tienen más que claro. En seis años esto va ser diferente pero para el domingo que entra hay variantes que ojalá sean aprovechadas por los candidatos.

Es importante que los cuatro tengan claro el formato porque son ellos los que van a tener que administrar sus 8 minutos y 30 segundos por tema, independientemente de los tiempos que tienen para presentarse y cerrar. Recuerde que a pesar del tiempo que tienen no pueden pasarse de 2 minutos y medio participación, para eso, entre otras razones, estará quien escribe.

Para no perder de vista. Los subtemas dentro de los tres grandes temas; por ahí hay puntos que tienen que ver con lo que hoy esta pasando en el país. Las interpelaciones, cada candidato puede levantar la mano para pedir la palabra y hacer señalamientos sobre lo que ella o él en ese momento están expresando. La pantalla bajo estos escenarios se dividirá, lo que significa que veremos al mismo tiempo a quien interpela y al interpelado, aunque se lea rara ésta palabra. Veremos, estaremos  y “allá nos vemos”.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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