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“Este virus es brutal”. Periodista enferma narra los estragos del COVID-19 desde NY, Zona Cero en EU

07/04/2020 - 5:33 pm

Maggie Astor, periodista del New York Times y su esposo enfermaron de COVID-19. Ella narra cómo es vivir con el virus desde el epicentro de la enfermedad en Estados Unidos, pues acumula casi 139 mil de casos positivos y que hoy registró su jornada más mortífera, con 731 fallecidos.

Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).– “Este virus es absolutamente brutal”, afirma Maggie Astor, en un relato personalísimo sobre su cuarentena con el COVID-19 desde Nueva York, la Zona Cero de la infeccción en Estados Unidos.

La también periodista de The New York Times compartió desde su cuenta de Twitter cómo ha  enfrentado el virus junto a su su esposo, también enfermo.

La periodista aseguró que junto a su esposo se ha recuperado, pero resaltó la gravedad del virus.

“Estamos mejorando, pero tardamos dos semanas en decir esto, y eso que fue la versión ‘leve’, lo que significa que no hay problemas para respirar. Este virus es absolutamente brutal. ¿’Leve’? No es leve en ninguna definición normal”, afirmó la periodista de temas políticos en el influente diario neoyorquino.

Maggie Astor  compartió que nunca vio a su esposo tan enfermo, y que ella no estuvo tan mal como él, también reconoció que ella llegó a minimizar la gravedad de la enfermedad por miedo.

A veces, dijo en su relato, minimizaba la gravedad al hablar con la gente, “en parte porque estaba asustada, pero también porque no quería ser demasiado dramática. Y sabía que éramos relativamente afortunados”.

La periodista de NYT añadió que la buena noticia es que ninguno de los dos fue hospitalizado, y el matrimonio está mejorando.

“La fiebre de mi esposo parece estar disminuyendo, sube y baja, pero va en la dirección correcta. Yo estoy bien ahora, excepto por la fatiga. Estoy escribiendo esto desde la cama, que es donde he estado 20 horas al día durante dos semanas”, contó.

 Maggie Astor, quien tiene en Twitter 15 mil 800 seguidores, relató que fue su esposo, también reportero, quien enfermó primero. Antes, dico, trabajaban desde casa y tenían distancia, pero él comenzó con tos el fin de semana del 21 de marzo, y el lunes 23 de marzo su temperatura paso de 99.3 a 100.2 [grados Fahrenheit, arriba de 38 grados Celsius], donde se mantuvo.

Su fiebre era incesante, agregó. “Simplemente se quedó y se quedó, y permaneció durante dos semanas completas, principalmente en 101-102 [grados], pero llegó a 103.2. (Su temperatura) no cambió durante 14 días, y luego regresó a 101 unas horas más tarde. Hoy [6 de abril] ha vuelto a caer, es el día 15, y esperamos de verdad que esta vez se quede así”.

La periodista describió que su esposo tuvo ataques de tos que lo dejaron sin aire, apenas recuperaba el aliento y tenía otro ataque a los 30 segundos. No podía hablar sin toser. “Tomó todos los medicamentos de venta libre para la tos y todavía estaba tosiendo. Recibió medicamentos recetados para la tos y todavía estaba tosiendo”, narró.

Durante esos ataques de tos, contó Astor, su esposo hacía “ruidos inhumanos que sonaban como si se estuviera ahogando”, y no respondía a su alarmada pregunta de “¿estás bien?”, porque estaba ocupado “tosiendo sin control”.

Además de la fiebre y la tos, recordó, su marido tenía escalofríos, fatiga, dolores de cabeza y náuseas. La prometazina le ayudó con las náuseas, pero no lo suficiente, y apenas comió. Perdió 15 libras [6.8 kilos] en dos semanas.

La periodista describió también su enfermedad y afirmó que fue más leve que la de su esposo.

“Comenzó levemente. Tuve tos y fiebre baja el martes 24 de marzo. Mi fiebre sólo duró tres días. El viernes 27 de marzo, me sentí bien y pensé que lo había superado”, contó. Pero el sábado 28, añadió, comenzó a toser tan violentamente que casi vomitó varias veces.

“No pude parar. Tosí tanto que me dolían las costillas, los abdominales y la cabeza. Busqué en Google si era posible romperse una costilla al toser. Lloré y eso mi hizo toser más”, relató.

Después de un ataque de tos, añadió Maggie, todo su cuerpo temblaba y seguía teniendo escalofríos y sudores fríos a pesar de que ya no tenía fiebre. “Mi pecho se sentía apretado y no sabía si era por el virus o por la ansiedad”, expuso a sus seguidores de Twitter.

“El domingo por la noche tuve un terrible dolor de cabeza y náuseas y me quedé despierta durante horas, deseando no vomitar porque mis costillas y abdominales ya me dolían mucho al toser. También perdí el sentido del olfato el domingo, seis días después de que comenzaran mis síntomas”, afirmó.

La tos, el dolor de cabeza y las náuseas mejoraron lentamente en los siguientes días, dijo, y agregó que ha estado básicamente bien desde el sábado 4 de abril, pero todavía se siente muy cansada y no puede oler. “La comida no sabe a nada”, aseguró, además de que ya ha perdido peso.

LA AFECTACIÓN MENTAL

Maggie Astor aseguró cómo el COVID-19 la afectó mentalmente, tanto que ha sufrido ansiedad.

“Dato curioso: los ataques de pánico te hacen sentir que no puedes respirar. Esto es malo cuando te han dicho que te quedes en casa ‘a menos que tengas problemas para respirar'”, escribió.

La periodista consideró que, en comparación con muchas otras personas, ella y su esposo tuvieron mucha suerte, pues enfermaron de la versión “leve” del coronavirus, además de que pudieron pasar la enfermerdad sin dejar de recibir su sueldo y contaron con amigos y familiares que los apoyaron.

“Sin embargo, sigue siendo una de las experiencias más profundamente aisladas de mi vida”, dijo.

En un momento, contó desde la red social, le comentó a su terapeuta que había recibido muchos correos electrónicos precedidos de la frase: “perdón por molestarte”. Y también le dijo lo que pensó: “‘Pero no me molestan, me recuerdan que todavía existen cosas fuera de este apartamento’, y comencé a llorar tanto que no podía hablar”.

Estoy realmente agradecida, dijo, con personas como @elizashapiro [otra periodista del New York Times] quien pasó por lo mismo antes, le compartió consejos y le prometió que la enfermedad no duraría para siempre. “Estoy compartiendo mi experiencia ahora para intentar pagar”, expuso.

“Lamentablemente, esta comunidad [de enfermos] sólo se hará más grande. Así que estoy feliz de responder cualquier pregunta que alguien tenga y de hablar con cualquiera que esté pasando por algo similar. Por favor no lo dudes”, concluyó  Astor el 6 de abril.

JÓVENES “NO ESTÁN SEGUROS”

Esta tarde, Maggie Astor respondió más preguntas sobre qué es tener COVID-19 y recordó que las personas jóvenes no están exentas de enfermarse.

“Tercera pregunta común: nuestra edad (la de ella y su esposo) y condiciones físicas subyacentes. Principios de los 30 y ninguno. No, las personas jóvenes / saludables no están ‘seguras’. Pero tampoco me gusta esta pregunta porque incluso si lo fuéramos, nuestras acciones aún afectarían a las personas más vulnerables, que valen lo mismo”, dijo.

En la imagen un anciano enfermo es transportado en camilla a la sala de emergencias del hospital Elmhurst, Nueva York. Foto, Kathy Willens, AP.

En ese sentido, resaltó que la muerte de una persona sana no debería ser más trágica que la de alguien con un estado de salud más grave.

“No es más trágico cuando muere una persona sana que cuando muere una persona inmunocomprometida, o alguien con asma o cualquier otra cosa. No es peor que mi esposo y yo estuviéramos realmente enfermos que si una persona de 70 años se enfermara realmente”, escribió en Twitter.

COVID-19 EN NUEVA YORK

Con 731 fallecidos, Nueva York registró este martes su jornada más mortífera por el COVID-19, pero al mismo tiempo confirmó que puede estar llegando a una fase de estabilización de la pandemia, que en el conjunto de Estados Unidos roza los 380 mil casos y las 12 mil muertes.

Nueva York, el epicentro de la enfermedad en el país, acumula casi 139 mil de esos positivos -superando ya a Italia y acercándose al total de España- y 5 mil 489 fallecidos, según el último balance de las autoridades.

Tras dos días consecutivos con menos de 600 víctimas, el estado vivió en las últimas 24 horas un repunte con 731 muertes, el máximo diario desde que arrancó la crisis.

“Detrás de todos estos números hay un individuo, una familia, una madre, un padre, un hermano, una hermana. Mucho dolor otra vez hoy”, lamentó el Gobernador, Andrew Cuomo, en su conferencia de prensa diaria.

En medio del sufrimiento, sin embargo, Nueva York comienza a ver algún motivo para la esperanza.

El número diario de nuevas hospitalizaciones, pese a un aumento en las últimas 24 horas, muestra según Cuomo una clara tendencia a la baja y lo mismo ocurre con los ingresos en unidades de cuidados intensivos y las intubaciones.

El Gobernador dijo que las proyecciones que maneja el estado dicen que “se está alcanzando una estabilización en el número total de hospitalizaciones” y que, a priori, los peores escenarios previstos no se van a cumplir.

–Con información de EFE.

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