Microhistorias: El estratégico matrimonio entre Porfirio Díaz y Carmen Romero

11/07/2015 - 12:01 am

Autora: Karla Motte

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El matrimonio Díaz-Romero.

 

Tras el triunfo de la rebelión de Tuxtepec en 1876, Porfirio Díaz quien se manifestó en contra de la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada, asumiría la presidencia de 1876 a1880. El siguiente periodo presidencial, de 1880 a 1884, fue ocupado por su compadre, el general Manuel González. Mientras tanto, Porfirio Díaz se mantendría muy cerca del poder y con miras a continuar con su carrera política apenas pasara el cuatrienio necesario para poder ser reelecto de manera no consecutiva.

En este lapso, entre otras cosas, el general Díaz contrajo nupcias por segunda ocasión, tras el fallecimiento de su primera esposa, doña Delfina Ortega el 8 de abril de 1880. Delfina era sobrina de Porfirio Díaz, como él, de origen oaxaqueño y estuvo casada con el general durante trece años. La segunda esposa de Díaz fue Carmen Romero Castellot, hija del acaudalado Manuel Romero Rubio, político y ex lerdista. La alianza consumada en el matrimonio Díaz-Romero fue estratégica.

Pocos meses después de que Díaz enviudó conoció a Carmen Romero, quien comenzó a impartirle clases de idiomas. Ella era una mujer muy refinada, con una elevada educación y con virtudes propias del ideal femenino del siglo XIX: era dulce, recatada, hermosa y buena católica.

Carmen Romero Castellot, una mujer de élite
Carmen Romero Castellot, una mujer de élite

Para el general Díaz, hombre de armas que había vivido en un contexto duro, la ausencia de etiqueta era un punto en su contra. Por eso Carmelita podía ser el puente entre Díaz y la élite económica de la época. Cinco meses después de haberla conocido, anunciaron su próximo matrimonio; el general tenía 51 años y Carmen 17.

Además de ser un medio de refinamiento y simpatía social, para Díaz el matrimonio con Carmelita podía significar un camino de conciliación con el grupo político que él mismo había combatido unos años atrás: los lerdistas.

La relación que alcanzó a cosechar con don Manuel Romero fue creciendo al tiempo que cortejaba a su hija por lo que esa relación traía consigo un pacto político implícito. Pero además, otra importante relación se evidenció con el matrimonio Díaz- Romero: la del acercamiento Iglesia-Estado.

Cuando Porfirio Díaz concretó su intención de casarse con Carmelita, uno de los primeros en saberlo fue el obispo de Yucatán, Eulogio Gillow, un hábil diplomático de la iglesia que representaba a una parte de la jerarquía. Él era gran amigo de don Porfirio y también de los padres de Carmelita; ambas relaciones políticas eran significativas tras las disputas entre la iglesia católica y el gobierno mexicano con el proceso reformista liberal de Juárez y Lerdo de Tejada.

Con la boda de Porfirio y Carmelita, la relación entre el general y el obispo se hizo más estrecha, y a su vez contribuyó con la negociación entre iglesia y Estado para establecer una política de conciliación, donde las leyes de Reforma continuaban en la Carta Magna, pero sin una aplicación estricta.

Carmen Romero Castellot, una mujer de élite
Carmen Romero Castellot, una mujer de élite

Porfirio Díaz y Carmen Romero Rubio se casaron el 5 de noviembre de 1881 en el templo de la Profesa de la ciudad de México; la misa corrió a cargo del máximo jerarca de México, el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos.

La Primera Dama, desde entonces, respaldó el poder del general Díaz ante la élite de nuestro país, representó el lado dadivoso, femenino y benefactor del poder político y contribuyó continuamente con la consolidación del régimen porfirista hasta su caída en 1911.

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