Aunque la confrontación entre trabajadores que exigen quedarse en casa con su salario íntegro y dirigentes del sector industrial que buscan volver a activar las maquiladoras a partir del 18 de mayo se da en todo el país, trasciende en Ciudad Juárez por ser zona fundamentalmente industrial.

Esta confrontación, que cada día toma más antagonismo, se ha visto alimentada por toda una serie de mitos y leyendas urbanas que circulan localmente y que no permiten a las partes analizar la cuestión; hay muchas dudas en la conciencia obrera por las actitudes autoritarias de los gerentes y directivos de las empresas, atizadas por el silencio sepulcral del IMSS.

Datos oficiales indican que los contagios se mantienen en aumento, pues en once días (del 25 de abril al 7 de mayo) pasamos de 200 a 466 casos, sumando el 10 de mayo 487 enfermos y 113 fallecidos, con los hospitales saturados; aunque esta dramática realidad empeora por rumores que elevan el número de muertes a más de 130, los contagios a más de mil, y que afirman que las personas no quieren ir al Seguro Social por el alto índice de mortalidad, prefiriendo encerrarse en casa donde algunas mueren y sus cuerpos se retiran sin los estudios correspondientes para constatar si fueron infectadas por la COVID-19.

En tales circunstancias y ante órdenes de la autoridad municipal para reducir la movilidad en la ciudad, que por cierto sigue siendo altísima, el dirigente del Index Juárez, la asociación que agrupa a las industrias maquiladoras, declaró que está por cerrarse un acuerdo internacional entre México, Canadá y Estados Unidos para volver a la producción a partir del 18 de mayo.

La siguiente semana transcurrirá con posicionamientos de clase social muy marcados, haciendo manifiesta la arrogancia e incomprensión de los capitanes de la industria local, que hacen sentir su poder y su desdén sobre los trabajadores mexicanos, que deben ser tratados como los seres humanos que son, con derecho a mantener su salud y proteger su vida.

Cualquier analista marxista de los primeros años de la década de los 70 diría que se están dando las condiciones objetivas para un estallido revolucionario y que sólo faltan las subjetivas, las cuales, por cierto, se han ido formando fábrica por fábrica, que han ido parando aun en contra de la voluntad de los gerentes, exigiendo su derecho a quedarse en casa.

Gustavo De la Rosa

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Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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