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Tomás Calvillo Unna

13/03/2024 - 12:04 am

Canto para una boda

“Es tal la brevedad de la conciencia que lanzamos nuestro anzuelo de esperanza”.

“En busca de la rosa roja”. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

I

La sonrisa del corazón nos convoca

a detenernos,

a dejar de preocuparnos

por el día a día,

a mirarnos

y reconocer lo fundamental:

saber abrazarnos

en medio de la inmensidad

que nos rodea:

este extraordinario misterio

que habitamos y nos habita.

II

La sonrisa del corazón

proviene de ambos;

de la música

que emerge de sus almas,

del ritmo de sus pasos,

que nos han traído hasta aquí,

para recordar

lo maravilloso de la vida,

en sus siempre sorpresivos caminos

que nos intrigan y responden;

custodiados por el ejército de hadas:

esa fraternidad de sueños

y concreciones.

III

La sonrisa de la vida se expresa

en la generosidad

que hoy reúne a familiares y amigos.

Una generosidad

que también es dicha,

con el poder

para que dancemos juntos,

entre la serenidad

y júbilo de los árboles;

al celebrar

la fiesta de amor,

que retorna

en la amistad creativa

y profunda:

el milagro gozoso de las parejas,

de los amigos, de la familia,

de las comunidades;

la coincidencia sustancial

de la cohesión,

su amalgama de emociones

en el collar de la razón;

el resorte del entusiasmo

que quisiéramos no desapareciera.

IV

Es tal la brevedad de la conciencia

que lanzamos nuestro

anzuelo de esperanza,

(con creíbles palabras y cantos)

al agitado mar de un mundo

encerrado en sí mismo,

que pareciera perder el sentido

cósmico de su órbita,

al olvidar

el ritual de los elementos,

que enaltecen la condición humana

ante cualquier contingencia.

La sonrisa del corazón,

es nuestra liturgia para no olvidar,

las huellas de la primera mujer

y el primer hombre,

entrelazando sus destinos.

 

PD.

Parafraseando a los antiguos mexicanos: hemos venido a esta vida para reconocer

los rostros y corazones de nuestros amigos. Y agregaríamos, que tanta falta hace en estos tiempos de nuestra querida nación.

Hoy hemos venido a reconocer los rostros y corazones de María Andrea y Pedro.

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