Author image

Ramiro Padilla Atondo

13/07/2015 - 12:00 am

Ideas contaminantes

De cierto es que ahora, más que nunca, las ideas equivocadas parecen convertirse en endémicas. La velocidad con la que se mueve la información permite poco espacio a la reflexión. Es clarísimo que por la sobre información, la percepción de las cosas se empobrece de manera alarmante. Y ejemplos hay muchísimos. Empecemos por algo sucedido […]

De cierto es que ahora, más que nunca, las ideas equivocadas parecen convertirse en endémicas. La velocidad con la que se mueve la información permite poco espacio a la reflexión.

Es clarísimo que por la sobre información, la percepción de las cosas se empobrece de manera alarmante. Y ejemplos hay muchísimos. Empecemos por algo sucedido de manera reciente. Un candidato a la nominación por el partido republicano en Estados Unidos acusa a los migrantes mexicanos de criminales y violadores.

Por supuesto que sus declaraciones están fuera de toda proporción, al grado de ser destrozado por los medios que actúan de manera seria. Pero la intencionalidad es otra. Radicalizó el discurso para obtener votos de la minoría más ruidosa y menos informada de su país. Esta idea contaminante le produjo resultados de manera inmediata en las intenciones de voto catapultándolo al segundo lugar.

Es imposible que Donald Trump gane la nominación. Pero al menos radicalizó el discurso antiinmigrante para endurecer la negociación.

Lo mismo sucede en otros temas como el Israelí-Palestino. En una discusión con un norteamericano le pregunté por la cantidad de medios controlados por los palestinos. Luego le pregunté por la cantidad de medios controlados por los israelitas en Estados Unidos. (Quiero aclarar que al igual que en la mayoría de los países, la política hacia palestina es controlada por una minoría radical, un buen porcentaje de israelíes son rehenes de esto).

Una idea contaminante es eso, una abstracción llevada a la generalización de manera rápida, que no pase por ningún filtro. La campaña de un buen sector del gobierno mexicano y sus aliados contra López Obrador puede ser un excelente ejemplo. Un peligro para México se esparció como un virus. Nueve años después nos damos cuenta que el peligro para México era aquel que acusaba a López Obrador de serlo.

Ahora, con  el uso generalizado de las redes sociales, la información falsa y tendenciosa ha llegado a un nuevo nivel. Hay una trivialización de los grandes problemas del país.

Se venden dos ideas, o lo que he llamado este código binario de pensamiento. Una, la que asegura que estamos en el umbral del primer mundo, y la otra, que estamos al borde de la catástrofe. Ambas buscan un público radical que se encuentre en estado de perpetua confrontación. Una sociedad dividida es más fácil de manejar que aquella donde hay un proyecto común.

Podríamos decir que no hay ya ideas en estado puro. Conceptos como  el de democracia, que a fuerza de ser repetido, pierde su significado, o justicia social, que es un buen eufemismo para expresar la falta de ella.

Somos conscientes de que no aspiramos a conocer más que la superficie de las cosas. El estado, con todo su poder propagandístico, sobre todo en nuestro país, ha vendido la idea de invulnerabilidad ante la corrupción. Un estado inamovible de las cosas, porque para eso se nos ha educado.

La idea absolutamente distorsionada que dice que nuestra ascensión en la escalera económica tiene que pasar de manera necesaria por el tamiz de la corrupción.

Podríamos decir, como lo dice Foucault en su arqueología del saber, que los sistemas de pensamiento y conocimiento (“epistemes” o “formaciones discursivas”) están regidos por reglas, más allá de las gramaticales y lógicas, que operan en la conciencia de los sujetos individuales.

O como lo diría Wittgenstein, los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo, cuyo mayor exponente es nuestro presidente. Su mundo es limitadísimo porque su lenguaje lo es aún más.

Claro que distinguir estas ideas es difícil. Prenda usted un noticiero y cuente de inmediato las notas  negativas. Se dará cuenta que una vez que ha mordido el anzuelo es más proclive a aceptar las medidas radicales del gobierno.

Luchar contra estas ideas contaminantes no es locura ni utopía, lo dijo don Alonso Quijano. Es un asunto de elemental justicia.

Los molinos de viento a los que nos enfrentamos tienen equipos sofisticados de vigilancia y están equipados también con armas de última generación. Encima, estos molinos de viento tienen pantallas gigantes que muestran al Quijote como terrorista. Por eso debemos ser rebeldes. Leer y leer por el puro placer de joder. Porque la lectura es el mejor antídoto para este asunto. Es difícil contaminar a un buen lector.

Michel Foucault, La arqueología del saber

Ludwig Witgenstein, Tractatus Logicos-philosophicus

Aldous Huxley, Un mundo feliz

George Orwell, 1984

Ramiro Padilla Atondo
Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas