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Susan Crowley

18/01/2019 - 12:00 am

Rastreadores de verdades

Una de las obras más fascinantes de la historia del cine es Rashomon, del director japonés Akira Kurosawa. En ella, cuatro personajes son testigos del mismo crimen. Desde la perspectiva de cada uno, hay una verdad, es decir, hay cuatro verdades absolutas. El argumento de la película consiste en reconstruir los diferentes relatos a partir del testimonio de los incriminados. Es una obra maestra. En un blanco y negro lleno de claroscuros y de misterio, utilizando los recursos del teatro japonés, la historia trascurre ilustrando los pasajes y los detalles que fueron importantes para los testigos. Al final, son cuatro películas. El acierto es dejarnos entrar en las tramas, no solo como observadores, si no como una presencia-ausencia que completa el ciclo argumental.

¿Para qué servirá todo esto? Imagen especial.

Una de las obras más fascinantes de la historia del cine es Rashomon, del director japonés Akira Kurosawa. En ella, cuatro personajes son testigos del mismo crimen. Desde la perspectiva de cada uno, hay una verdad, es decir, hay cuatro verdades absolutas. El argumento de la película consiste en reconstruir los diferentes relatos a partir del testimonio de los incriminados. Es una obra maestra. En un blanco y negro lleno de claroscuros y de misterio, utilizando los recursos del teatro japonés, la historia trascurre ilustrando los pasajes y los detalles que fueron importantes para los testigos. Al final, son cuatro películas. El acierto es dejarnos entrar en las tramas, no solo como observadores, si no como una presencia-ausencia que completa el ciclo argumental.

Es de todos sabido de que son muchas las versiones que pueden presentarse sobre un mismo acontecimiento. Cada punto de vista cargado de emoción, incluso de los miedos y fantasías son determinantes para que la trama de una historia en común resulte llena de contradicciones. Lo más difícil es sacar a la luz los hechos reales. Hoy vivimos una época en la que las verdades oficiales dejaron de serlo, la conocemos como pos verdad. Las consecuencias de abrir la información de manera indiferenciada, ha sido que proliferen las fakenews, la seudo información, la info- entretenimiento, las distorsiones y los mensajes de odio. Las burbujas de información que abundan pueden alterar y modificar por completo la visión que tenemos de un hecho. Nuestra época se caracteriza por el abuso y la irresponsabilidad en el uso de los datos. Si antes podíamos asumir que “una imagen dice más que mil palabras”, hoy no podemos confiar en la mayoría de las que circulan por las redes.

Para Guy Debord esta posverdad se manifiesta en el arte como una sociedad del espectáculo que sucumbe al culto de la personalidad, al abuso de la información y a la banalización de la misma. Nuestra visión se encuentra atrapada por lo que creemos saber, nos colocamos como testigos mudos de un hecho, imposibilitados para participar en él o modificarlo. El arte se ha doblegado al poder especulativo de los mercados que es otro tipo de información manipulada. Hoy los museos venden sus franquicias y se vuelven centros de ostentación y poder más parecidos a los malls o a Las Vegas. La fama y el éxito tan ansiados han llegado a afectar en muchas ocasiones a los artistas que dejan atrás el ingente compromiso que implica su vocación para subordinarse a los intereses del mundo del arte. En una época de crisis como la de hoy, es necesario que colectivos como Forensic Architecture existan y se divulguen sus acciones.

Con cede en Londres y dirigidos por el arquitecto Eyal Weizman, es un colectivo conformado por jóvenes universitarios, especialistas en diversas disciplinas y académicos de alto nivel. Su cuerpo de trabajo consiste en investigar, construir y esclarecer aquello que se oculta detrás de los conflictos del mundo, entre ellos las guerras o la destrucción del medio ambiente. Asociados con otras redes de expertos, reúnen testigos, testimonios, datos y reconstruyen hechos ocultos para sacarlos a la luz. Así generan un relato que permite exhibir la realidad detrás del de la narrativa oficial, del abuso del poder, de los ejércitos. Así esclarecen las verdades que han pasado inadvertidas o desestimadas en tribunales internacionales.

El año pasado se presentó una exhibición de este grupo en el Museo de Arte Contemporáneo, MUAC. El título, Forensic Arquitecture: Hacia una Estética Investigativa, se conformaba por distintos elementos poco atractivos a simple vista, pero cuyas repercusiones nos atañen a todos: la desaparición de 43 estudiantes. “Comisionada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), la investigación mapea las diferentes narrativas de los perpetradores y las víctimas, así como los intentos de interrupción de la violencia en relación con uno de los acontecimientos más trágicos de la historia mexicana reciente”, dice el catálogo oficial. El espacio se diseñó como una oficina llena de mesas de trabajo con computadoras, archivos y estadísticas acumuladas en archivos. Más de uno habrá ignorado que esa parafernalia de oficina era la exhibición misma, sin advertir lo que ocurría adentro. Maquetas, un muro gigante con una serie de estadísticas, planos cartesianos, fuentes de datos, videos, cartografías interactivas, todo en suma dirigido para analizar y evaluar los dolorosos hechos en Ayotzinapa. Minuto a minuto se fue narrando la “verdad oficial” considerada hoy la mentira oficial, contratada con un montón de cifras, testimonios, historias, miedos, angustias de quienes fueron afectados por este hecho.

¿Para qué servirá todo esto?, ¿podrá contribuir a las investigaciones que ha reabierto el nuevo gobierno? No necesariamente lo sabremos pronto, pero al menos es un acto creado por quienes insisten en llamarse colectivo artístico y desean, de una forma mucho más objetiva y lejos de los intereses creados, llegar a descubrir qué ocurrió aquel 26 de septiembre.

Como en esta exhibición, en muchas otras, Forensic Architecture ha participado en colaboración con diferentes grupos para tratar de crear una pieza estética, es decir, una percepción de la realidad distinta, abierta, objetiva y alejada de las mentiras y los ocultamientos de los sistemas políticos. Este grupo pretende generar una práctica artística que se aleje de los mercados y de la apreciación a través del valor económico; no es comprable por un coleccionista pero si puede pasar a formar parte del acervo de un museo. Curiosamente hoy, son apoyados por varias intituciones museísticas, como el MUAC, que aceptan convertirse en un foro de exhibición para este tipo de trabajos.

Muchos artistas mexicanos utilizan la crítica institucional como un modo de inferir y modificar el discurso oficial del arte: Yoshua Okon, Teresa Margolles, Tercer un Quinto, Pablo Helguera, Torolab, Minerva Cuevas, Plinio Ávila, son algunos. Forensic Arquitecure, lleva sus prácticas un paso adelante y persigue enfrentar a quienes han abusado del poder y emprende una acción de combate. Hoy podemos adentrarnos a muchos de sus relatos cuya materia es la política de la compasión. Poco a poco nos iremos enterando de más y más instituciones artísticas que se comprometen a fungir como un foro en el que se puede hablar de estos temas con absoluta libertad y equilibrio. Como creador, hoy es posible utilizar la información para construir un caso de injusticia, hacer evidentes los errores y omisiones y darlo a conocer. Como nunca, es un imperativo del artista y de la sociedad, pasar a formar parte de las acciones de la historia.

Rashomon fue más que una película, un experimento exitoso, mostró los distintos relatos que se pueden tejer a partir de un acto. Hoy la información contribuye a indagar más allá de las simples apariencias, a tratar de llegar al fondo de las cosas, con prácticas como la de Forensic Architecture se abre un camino al futuro del arte en una época de crisis de credibilidad.

Paradójicamente la sobre abundancia de desinformación hace urgente, hoy más que nunca el trabajo de artistas honestos y comprometidos con su realidad. Nunca como ahora que los mercados distorsionan los valores y los poderes políticos simulan las historias, se necesita un rastreador de verdades como Forensic Architecture.

www.susancrowley.com.mx

@suscrowley

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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